Extractos - Dokushô Villalba

¿Qué es la conciencia?
Por Dokushô VillalbaDecía A. K. Coomaraswamy que: «a cada término psicológico en inglés le corresponden cuatro en griego y cuarenta en sánscrito». Esto refleja la profundidad del conocimiento sobre la conciencia alcanzado en las culturas hinduista y budista de la India.
En Occidente empleamos la sola palabra «conciencia» para cubrir una gran cantidad de significados. En sánscrito existen numerosos términos que sirven para designar diferentes aspectos de la conciencia. Voy a centrarme en el término citta, que podría ser traducido como “la capacidad o la facultad de conocer, es decir, aquello que nos capacita para el conocimiento”.
Quiero resaltar la diferencia entre «conocimiento» y «conciencia». Conocimiento es lo que resulta del proceso cognitivo. Conciencia es la facultad que nos permite emprender un proceso cognitivo. Podemos definir la expresión «proceso cognitivo» como «el procedimiento específico mediante el cual se llega a un conocimiento específico».
Por lo general, somos raramente conscientes de la conciencia como tal. Solemos confundirla con el conocimiento. Podemos establecer un paralelismo entre la conciencia y la luz de un proyector cinematográfico. La conciencia es la luz que proyecta las imágenes del celuloide sobre la pantalla y también la cualidad que permite percibirlas a través de un proceso cognitivo determinado. A saber, los impulsos visuales y auditivos entran en contacto con los órganos de los sentidos correspondientes y son vehiculados hasta las zonas del cerebro humano que se encargan de su procesamiento y de generar una imagen mental interior. Es entonces cuando aparece el conocimiento de la escena o secuencia que está siendo proyectada sobre la pantalla.
La luz física es lo que nos permite llegar a conocer las formas visuales. La luz de la conciencia es lo que nos permite conocer cualquier objeto del conocimiento.
Cualidades de la conciencia
Desde el punto de vista del budismo es imposible aprehender conceptualmente lo que la conciencia es en sí. Pero como de alguna manera tenemos que referirnos a ella, se le asignan tres características:
- Es idéntica a la naturaleza de la luz.
- Incluye y trasciende la totalidad del espacio y el tiempo.
- Es vacua.
Veamos una por una estas características:
1. «Es idéntica a la naturaleza de la luz» quiere decir que gracias a ella y solo gracias a ella las cosas son lo que son y nosotros podemos conocerlas, de la misma manera que gracias a la luz física podemos ver la forma y el color de los objetos. La conciencia, como la luz, es invisible en sí, pero gracias a ella podemos ver o conocer. Aquello de lo que aún no se ha tomado conciencia no puede ser conocido. La conciencia es la presencia invisible gracias a la cual la realidad puede ser percibida en sus múltiples aspectos y niveles.
2. «Incluye el tiempo y el espacio» quiere decir que es ubicua y atemporal. La luz de la conciencia ilumina el pasado, el presente y el futuro. Miramos hacia las galaxias más lejanas en el tiempo y en el espacio y podemos llegar a conocerlas gracias a la luz de la conciencia. Miramos el mundo subatómico y podemos llegar a conocerlo gracias a la luz de la conciencia. El conocimiento y el proceso cognitivo están condicionados por e1 tiempo-espacio, pero la conciencia no lo está. La conciencia no surge del tiempo-espacio, sino que el tiempo-espacio surge de la conciencia. Esto es: si no hay conciencia del espacio-tiempo, sencillamente no hay espacio-tiempo.
3. «Es vacua» quiere decir que es inefable, imposible de aprehender mediante el conocimiento sensorial ni mediante el conocimiento categórico (racional). No se puede decir de ella que sea amarilla ni roja, ni salada ni dulce, ni áspera ni suave, ni perfumada ni maloliente, ni deseable ni odiosa, ni melodiosa ni cacofónica, ni alta ni baja, ni buena ni mala, ni cercana ni lejana, ni medible ni no-medible, etcétera. En el zen decimos que es vacío (shunya) o vacuidad (shunyata).
Aunque la conciencia sea incognoscible mediante los sentidos, la emoción y las categorías racionales, esto no quiere decir que no pueda ser experimentada en su verdadera naturaleza. Precisamente, la experiencia de la verdadera naturaleza de la conciencia (que, no lo olvidemos, es la fuente de todo conocimiento) es la meta principal de la tradición budista, la experiencia que, ya lo sabemos, es llamada «iluminación».
* * *
¿Qué es la realidad?
La realidad ordinaria que percibe cualquier ser humano común como usted o yo en un estado de conciencia habitual es una realidad relativa. Es una realidad condicionada por el proceso cognitivo a través del cual tratamos de aprehenderla, el cual a su vez está condicionado por nuestras características ontológicas en tanto sujetos conocedores: somos mamíferos, tenemos cinco órganos sensoriales dotados de cualidades específicas y limitadas, tenemos un sistema nervioso, un cerebro, unos códigos particulares de procesamiento, unos campos semánticos, un lenguaje determinado, etcétera.
Según Peter Russell:
Confundimos esta realidad personal con la realidad física y creemos estar en contacto con el mundo que hay «fuera de nosotros». Sin embargo, los colores y los sonidos que experimentamos en realidad no están en ese mundo exterior; son todos ellos imágenes mentales, configuraciones de la realidad que hemos construido. Este solo hecho nos lleva a un radical replanteamiento de la relación entre la conciencia y la realidad. (1)
Creemos estar percibiendo el mundo que nos rodea, pero lo único que podemos conocer directamente son los colores, las formas y los olores que aparecen en nuestra mente, y esto como resultado de la integración en un todo coherente por parte de nuestro cerebro de una gran cantidad de informaciones o impulsos electroquímicos.
Es nuestra mente la que crea imágenes mentales tales como «yo», «ahí fuera», «espacio», «tiempo». A pesar de que hablamos de una realidad «externa» a nosotros (el mundo físico objetivo), esa realidad no nos es más externa que nuestros propios sueños nocturnos. En un estado de conciencia ordinario (vigilia), consideramos que nuestra imagen del mundo se basa en informaciones sensoriales extraídas del entorno inmediato físico, real y objetivo. Sin embargo, lo cierto es que la realidad que percibimos en estado de vigilia es una creación de nuestra mente, así como lo son nuestro sueños.
La conclusión de esto es que todas nuestras experiencias son la imagen de la realidad que hemos creado en nuestra mente.
En el budismo se le llama «ilusión» o «engaño» o «sueño» (maya) al hecho de confundir la realidad que experimentamos con la realidad o la cosa en sí.
Según el Lankavatara sutra:
Las cosas no son lo que parecen
pero tampoco son de otro modo.
Según el maestro zen Menzan Zuihô:
Dado que las personas están cegadas por la mente ilusoria no pueden ver con claridad el Cuerpo Completo de la Realidad y, como consecuencia de esto, perciben cosas en términos de bueno o malo, ser o no-ser, vida o muerte, seres ordinarios y Budas. Si nuestros ojos estuvieran abiertos, nos daríamos cuenta inevitablemente de que el conocimiento o la perspectiva adquiridos a través de nuestras propias experiencias personales no son la realidad completa.
Esta es la razón por la que nadie puede liberarse de los engaños si no disuelve antes la ignorancia. (2)
A esto es a lo que en el budismo se le llama «ignorancia»: un proceso cognitivo condicionado e incompleto que da lugar a un conocimiento condicionado e incompleto. Este condicionamiento incompleto sobre nosotros mismos y sobre la realidad nos impide encontrar un estado de bienestar estable y duradero. La insatisfacción que sufrimos es inherente a nuestra misma forma de conocer la realidad, es decir, a nuestra ignorancia.
* * *
La conciencia no es un subproducto ni una propiedad emergente del cerebro humano. Es decir, la conciencia no surge de la materia, no es el resultado de la evolución del átomo en molécula, de la molécula en cadenas moleculares, de estas en células, de estas en tejidos, de estos en Órganos, de estos en sistemas, de estos en organismos, de estos en organismo humano. No. La conciencia es el origen de la materia. Es decir, la materia deriva de la conciencia y no la conciencia de la materia, tal y como se enseña en el budismo, y tal y como han podido experimentar algunos de los más grandes maestros budistas.
«Esto quiere decir que el mundo que en realidad conocemos es el mundo que toma forma en nuestra mente; y este mundo no se compone de materia, sino que su naturaleza es mental». (3)
Nuestra experiencia de la realidad es, de hecho, una construcción de nuestra mente. El proceso cognitivo que seguimos para aprehender la realidad no capta en verdad el mundo de «ahí fuera», sino que lo «construye».
Puesto que la modalidad del proceso cognitivo que usamos sigue una determinada dirección temporal, la realidad «creada» a su imagen y semejanza sigue la misma dirección temporal.
Puesto que el proceso cognitivo que usamos está condicionado por el concepto y la vivencia de espacio, la realidad «creada» es espacial.
Puesto que este proceso cognitivo se basa en una definición del yo» que conoce como opuesto y separado a «la cosa conocida», la realidad «creada» por este proceso aparece dividida en «objetiva» y «subjetiva», o en «interior» y «exterior».
Puesto que el proceso cognitivo parte de una separación conceptual entre mente, materia y conciencia, en la realidad «creada» se despliega esta misma separación.
En resumen, como sujetos conocedores definimos nuestra identidad a partir de nuestras sensaciones, percepciones, categorías conceptuales, emociones, etcétera; es decir, como seres sujetos al tiempo y el espacio. Desde esa imagen tratamos de conocer la realidad y, para ello, utilizamos procesos cognitivos íntimamente condicionados por nuestra identidad, esto es, por el tiempo y por el espacio, por la materia, por el cerebro. El budismo llama a este tipo de conocimiento «relativo» o «ilusorio».
¿Existe una realidad más allá del tiempo y el espacio? En el caso de que existiese, ¿podríamos los seres humanos, sujetos al tiempo y el espacio, llegar a conocerla? La tradición budista responde afirmativamente a ambas preguntas.
¿A través de qué proceso cognitivo? A través de un proceso de introspección muy poderoso llamado meditación, mediante el cual la luz de la conciencia es dirigida sobre sí misma para iluminar su propia naturaleza original.
- Peter Russell. Ciencia, Conciencia y Luz. Kairós, col. Nueva Ciencia, Barcelona, 2001.
- Menzan Zuihô. La Clara Luz del Ser (Jijuyu zanmai). Ediciones Miraguano, Madrid, 1990.
- Ciencia, Conciencia y Luz, ed. cit.