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Extractos - Leo Hartong

Soy... o ¿soy?

Por Leo Hartong

¡Maestro! ¿Cómo puedo cruzar al otro lado?
¡Ya estás en el otro lado!

¿Has visto alguna vez un concurso de esculturas de arena en la playa? Los concursantes realizan impresionantes copias de estatuas antiguas o bien crean sus propios diseños. Pero cualquier cosa que hagan, todo es arena. Cuando las estatuas se desmoronan, se disuelven en la playa. De la misma manera, todas las apariencias que surgen en la Conciencia Pura no son más que Conciencia Pura.

De la Conciencia Pura, de esta Única Sustancia, surge la raíz de todos los pensamientos: YO SOY. De ahí mediante la identificación surge el ego, apareciendo como "soy tal o cual" y por lo tanto "no soy éste o aquél". Se crea una división aparente de lo que esencialmente es Uno, y todas las formas y seres cobran existencia.

El que no tiene nombre es el comienzo del cielo y la tierra.
El que tiene nombre es la madre de las diez mil cosas.

Conio indica el propio nombre uni-verso, y como mantienen todas las grandes tradiciones religiosas, no hay nada (ninguna cosa) fuera de Dios. Todo es Uno y, por lo tanto, la creencia en un ego separado, mortal y limitado por el tiempo que aparece en el multi-verso en el que la mayoría de nosotros aparentemente vivimos es una ilusión.

Al presentarnos, normalmente comenzamos con un "yo soy" seguido de nuestro nombre y profesión. Sin embargo, por mucho que se indague, es imposible localizar a este "yo". Aunque ciertamente tengo un nombre, no soy ese nombre. Lo mismo ocurre con las sensaciones, los pensamientos y las emociones. No pueden ser quien soy porque su naturaleza es transitoria y fugaz, mientras que el sentido del "yo" permanece constante.

El "yo" que se pregunta quién es no puede investigarse a sí mismo, de la misma manera que un espejo no puede reflejarse a sí mismo.

Éste es un diálogo entre Bodhidbarma y Hui-k'o

Hui-k'o: Mi mente no está en paz. Por favor maestro, apacíguala.

Bodhidhanna: Tráeme tu mente y la apaciguaré.

Hui-k'o: Cuando busco mi mente no puedo encontrarla.

Bodhidharma: ¡Ya está, he apaciguado tu mente!

Las sensaciones, las emociones y los pensamientos surgen simplemente, sin que exista ningún "yo" que primero haya decidido tenerlos. Cuando observo el proceso de mi pensamiento -que parece estar más bajo mi control que las sensaciones y las emociones- no puedo encontrar al pensador que decide tener un pensamiento antes de que éste surja. Claro que puedo decir: "Sí, yo soy el que decidió tener este pensamiento", pero esto no es más que otro pensamiento. Y lo que es más el "yo" que pretende ser el propietario del pensamiento no es más que un componente de ese pensamiento. En realidad, ni siquiera sé cuál va a ser "mi" próximo pensamiento hasta que éste tiene lugar. En palabras de Rumi, poeta sufi del siglo XIII:

Permanece vacío de preocupaciones,
¡piensa en quién creó el pensamiento!

La energía creadora universal es la que crea el pensamiento. Según esta perspectiva, el cerebro-mente es más un receptor que un generador de pensamientos, algo comparable a un aparato de televisión. Desmontar un televisor no va revelar la fuente de las imágenes y los sonidos. De la misma forma, no podemos encontrar al pensador de los pensamientos dentro del cuerpo-mente.

La energía creadora -el Uno que se manifiesta como la ilusión de los muchos- es la fuente de todas las cosas, incluyendo los pensamientos. Esta energía no es sólo el pensamiento "yo soy", sino la certeza absoluta del "Yo Soy". Esta certeza está contigo sin que tengas que pensar en ella. Se sostiene por sí misma y no se limita al "yo soy" que forma parte de las diversas categorías relativas tales como "yo soy carpintero, hermano, padre, madre, amigo, hija, etc.". El sentido de identificación con estas categorías relativas y transitorias es un reflejo de la creación del ego ilusorio por parte del Yo universal.

Interpreta tu papel en la comedia, ¡pero no te identifiques con él! (1)

Ramana Maharshi recomendó realizar una indagación basada en la pregunta "¿quién soy yo?". Cuando te preguntan quién eres puede haber una cierta vacilación con respecto a qué responder; pero cuando te preguntas si existes, no hay ninguna duda. La respuesta es un clamoroso "sí claro que existo". Cuando la respuesta a la primera pregunta sea tan clara como la respuesta a la segunda, habremos comprendido.

La comprensión reside en que las dos preguntas tienen, de hecho, la misma respuesta. Aquello que está seguro de su existencia -la profunda certeza de que Yo Soy - es lo que realmente eres. En otras palabras: soy este conocimiento que sabe que Yo Soy. Los hindúes dicen Tat Tvam Asi (Tú Eres Eso). En el Antiguo Testamento, Dios dice "Yo Soy el que Soy". Este innegable "Yo Soy" no eres tú en un sentido personal, sino el Yo universal. Ramana Maharshi llamó a este Yo universal el "Yo-Yo".

Desde la perspectiva que me da esta comprensión veo cómo los pensamientos aparecen en "mi" conciencia como nubes en un despejado cielo azul y luego se disuelven en él sin dejar rastro. De hecho, no es necesario señalar que los pensamientos aparecen en mi conciencia. Con decir "en la conciencia" es suficiente. Los pensamientos y todas las demás cosas simplemente suceden. Todas las cosas son, sin que exista un "yo" controlándolo todo detrás del telón. El ego es tan innecesario para el pensamiento o para el funcionamiento general del organismo cuerpo-mente como la presencia de Atlas para sostener la bóveda celeste. Y, de la misma manera que un día los antiguos griegos descubrieron que en realidad nunca hubo un titán llamado Atlas sosteniendo el cielo, tú descubrirás que nunca hubo realmente un ego sosteniendo la certeza absoluta del "Yo Soy".

No hace falta que aceptes estas palabras. Puedes indagar por ti mismo y buscar en tu interior ese yo separado. No vas a encontrar a este supuesto pensador de tus pensamientos, sujeto de tus sentimientos y autor de tus actos, como no sea en cuanto pensamiento o convención gramatical. Tú eres aquello que está buscando a este "yo", y mientras la búsqueda continúe este "yo" va a pasar desapercibido.

Este descubrimiento es una revolución copernicana que saca al ego del centro del universo. (2) Sin embargo, no se pretende que este descubrimiento sea un nuevo concepto al que debamos aferrarnos. Ramana Maharshi solía comparar un concepto erróneo a una espina que tenemos clavada. Puedes usar otra espina (otro concepto) para extraer la primera, pero a continuación te deshaces de las dos. Si te quedas con la segunda lo más probable es que acabes clavándotela también. La espina que hay en estas mismas palabras consiste en que parecen sugerir la existencia de un "yo" que debería deshacerse de ambas espinas, cuando de hecho no hay nadie. El concepto del Yo Soy original (puro ser, sin la dualidad de alguien que sea algo) no es más que otra señal apuntando hacia la Conciencia Pura; y al igual que el agua no necesita mojarse, la Conciencia Pura no necesita el pensamiento "Yo Soy". Ella es Eso.

Yo soy la luz que ilumina todas las cosas,
yo soy todas las cosas,
todas las cosas provienen de mí
y todas van hacia mí.
Corta un tronco y estoy allí;
levanta una piedra y me encontrarás allí. (3)

Notas:
  1. Why Lazarus Laughed, Wei Wu Wei, 1960, Routledge and Kegan Ltd, Londres.
  2. Nicolás Copérnico (1473-1543) propuso la teoría de que el Sol, y no la Tierra, era el centro del sistema solar, revolucionando así el mundo medieval. De hecho, nada cambió; la Tierra y los otros planetas no se movieron de sus órbitas, pero el punto de vista dominante fue alterado, dando lugar a un maña del cielo mucho más simple y elegante.
  3. The Gospel According to Thomas, (El Evangelio según Tomás), Harper & Row, Nueva York.
Fuente: Leo Hartong. Despertar a la Verdad (Sirio, 2001)