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Extractos - Vicente Merlo

No-dualismo integral

Por Vicente Merlo
Vicente Merlo

Algunas tradiciones no-dualistas, algunas concepciones de las mismas, dan la impresión de que han planteado como meta única de la andadura humana el re-descubrimiento de la Realidad no-dual. Una vez sumergido en el océano infinito de brahman nada ya quedaría por hacer. Una vez deconstruido el artificial ego y analizados meticulosamente, con atención plena, los cinco agregados que constituyen al ser humano, no quedaría sino la Vacuidad luminosa, el dharmakaya o el nirvana. Y si hemos hecho el sublime voto del bodhisattva vendremos una y otra vez a indicar el camino hacia la vacuidad, el sendero que conduce a la Iluminación completa y perfecta (samyaksambodhi), acaso convertidos en tulkus, o llamados a descubrir determinados "tesoros" (terma) para el avance de la humanidad. Y ciertamente, en todo ese proceso la transformación es inevitable. Pero, al parecer, dicha transformación se ha presentado generalmente como un cambio destinado a posibilitar la entrada al reino de los cielos, la inmersión en el nirvana, la identificación con brahman.

No han faltado presentaciones radicales en las que bajo una determinada interpretación de la noción hindú de maya, la existencia entera tal como nos es conocida, la vida humana y la individualidad, incluso el cosmos todo en tanto que manifestación espacio-temporal, no se ven más que como apariciones fantasmagóricas, a modo de imágenes oníricas, parte de la "Ilusión" del mundo y de la multiplicidad.

Algunas formulaciones de la no-dualidad terminan socavando el sentido de la existencia y el valor de toda acción. La existencia no sería más que una especie de "juego" (lila) del Absoluto, un sueño del que tendríamos que despertar, una semirrealidad, algo incomprensible (anirvacaniya ―decía Shankara―, "inexplicable"), una existencia que no es ni real ni irreal. En todo ello se está partiendo de que solo lo eterno es real, por tanto, solo brahman es real. El mundo es ilusorio, maya. Y los individuos que se creen sumidos en la ignorancia y el sufrimiento son igualmente irreales e ilusorios, frutos imaginarios de la Ignorancia metafísica, llamados a desaparecer con el Despertar supremo.

¡Qué duda cabe que hay en todo ello una auténtica experiencia del Absoluto, una visión de la Luz infinita, una apreciación de la Eternidad gloriosa! Ahora bien, ¿no han llevado ciertas formulaciones tan radicales a una visión parcial, desprestigiadora del mundo y de la persona? ¿No han conducido a un ascetismo y un ilusionismo que dejan de lado el valor de una transformación encaminada no solo a cambiar para trascender este mundo, sino para transformar este mismo mundo, como parte de la Voluntad y la Inteligencia amorosa del propio Absoluto?

¿Acaso la experiencia de la no-dualidad ha de desembocar necesariamente en la negación del espacio, del tiempo, del mundo, de la naturaleza, de la historia, del individuo, de la tierra? ¿No será posible una experiencia integral, una realización integral y una formulación del no-dualismo integral (purna-advaita) por decirlo con la terminología de Sri Aurobindo?

Este no-dualismo integral acepta la parte positiva de aquellas formulaciones adualistas, es decir la existencia de una Realidad que trasciende el espacio y el tiempo, de una Realidad plena en sí misma, de una Realidad incomprensible para nuestra mente no transformada, una Realidad ante la cual palidece el escenario mundanal conocido. Sin embargo, no comparte la dimensión negadora que considera el mundo como ilusorio y sin valor y, antes al contrario, contempla este a una nueva luz, como expresión de la creatividad y el amor de lo Divino.

Sabemos que a menudo se exagera y caricaturiza la tendencia "ilusionista" para mejor criticarla y que basta con afirmar que la ilusión no es más que la creencia en la independencia del mundo y del individuo, la creencia en que el mundo y los seres humanos podrían existir en sí mismos y por si mismos, olvidando su contingencia, su dependencia ontológica del Absoluto, de la Conciencia única, para suavizar la radicalidad del advaita tradicional. En este caso, no se trata de rechazar la realidad temporal del mundo y del individuo, sino de mostrar que no pueden existir sin el Ser esencial, sin la Presencia no-dual que constituye su corazón más profundo. Que el mundo sea maya no significa, en este caso, más que su carácter de "manifestación" del Absoluto atemporal, "apariencia/aparición" de la Realidad inmanifiesta, etc. Incluso con frecuencia hay afirmaciones que avalan estas presentaciones menos radicales, menos acosmistas, del advaita. Como cuando se afirma que "Todo es brahman", o que "nirvana es samsara, samsara es nirvana", o "Vacuidad es forma y forma es Vacuidad". No nos perdamos ahora en matizaciones de este tipo. Más vale formular directamente lo que hemos denominado "no-dualismo integral".

En pocas palabras, consiste en afirmar que el mundo y el individuo son temporales, pero reales. Que el mundo y el individuo tienen un gran valor ontológico y que son manifestación del propio Absoluto no-dual. Todo lo finito es expresión de lo Infinito y no están separados, sino que lo infinito se halla en el corazón más íntimo de cada realidad finita, de cada ser humano, de cada animal, de cada planta, de cada átomo. Que, en realidad, todo lo que existe en el espacio y en el tiempo no es sino el propio Absoluto, expresándose en distintos niveles de conciencia-energía. Es más, que hay un Propósito divino, un Plan, un Designio, una Voluntad detrás de toda esta manifestación y que la Sabiduría integral no consiste solamente en recuperar la Presencia no-dual, sino también en colaborar sabiamente en el Proceso evolutivo querido por el propio Absoluto.

Desde esta perspectiva, la Transformación cobra un sentido distinto, pues no es solo transformarnos personalmente para alcanzar el estado de existencia primordial más allá del mundo, sino transformarnos a nosotros mismos y transformar el mundo para que la Realidad divina no-dual pueda expresarse cada vez de modo más intenso, también en este mundo, para que su Inteligencia, su Voluntad, su Amor, su Compasión, su Belleza, su Libertad, su Armonía, y todas y cada una de sus cualidades puedan brillar cada vez más en su Creación-Manifestación-Emanación. Para que su Luz pueda brillar cada vez más, en nosotros, en cada uno de nosotros, y en el Mundo, visto ahora como el Cuerpo y el Campo de juego en el que se desarrolla su Obra. Para que su Amor pueda encarnar cada vez más abundantemente. Para que el Sabor único del Gozo de Ser pueda percibirse en todos los sabores.