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Extractos - Daniel Odier

La Conciencia

Por Daniel Odier
Las puertas de la alegría

La conciencia es el lugar en el que se manifiestan todas las fuerzas del inconsciente, todas las influencias cósmicas y los procesos que nos condicionan. Para defenderse, crea una conciencia moral y una conciencia del mundo que gira alrededor de una ilusión de la unidad del Yo separada del todo. La conciencia está determinada por un conjunto de factores demasiado amplio para poderlo entender. El ego, la conciencia de uno mismo, es el resultado de esta profusión que escapa a todo análisis. ¿Podría haber otro modo de descubrir una conciencia que no fuera consciente de nada en particular, que estuviera vacía de conciencia, espaciosa y luminosa, y que lo abarcara todo sin necesidad de aludir a nada?

Mediante la práctica de la meditación, sea cual fuere su forma o técnica, es posible acceder a esta conciencia. Todo está contenido en ella, del mismo modo que el firmamento alberga las estrellas. Este fenómeno por el cual el que percibe y lo que percibe son uno y lo mismo se llama Samadhi (éxtasis no dual), y nos proporciona una alegría profunda, esencial y duradera.

Esta alegría nos ayudará a descubrir que este espacio infinito está presente en cada objeto, cada ser y cada partícula de materia. Puede decirse que esta percepción es el fundamento de la alegría, pues, como ella, no está vinculada a ningún objeto concreto.

Podemos comparar este fenómeno con el funcionamiento de un proyector de cine: tenemos la película, las imágenes que representan la conciencia que uno tiene de uno mismo, la conciencia moral y la ilusión del ego. Luego está la luz, que es infinita y no tiene forma, pero revela los pictogramas de la película y les confiere apariencia de continuidad. Si retiráramos la bobina, todo lo que quedaría sería la luz y el blanco de la pantalla. También se puede ver la luz a través de las imágenes, aunque, para apreciarla, necesitamos saber que está allí antes de que genere formas.

La práctica de la conciencia

La conciencia se manifiesta como presencia y trabajar con la presencia es muy similar a aprender a tocar un instrumento musical, que en este caso es nuestro cuerpo: si sabemos cómo desarrollar la atención, este puede armonizar con el mundo y vibrar de forma espontánea. Para llegar a ello, es preferible practicar un buen número de ejercicios cortos de quince a veinte segundos antes de realizar pruebas más prolongadas. Hacer esto treinta, cuarenta o cincuenta veces al día nos permitirá entrar en contacto con una sensación, como la que nos causa el agua corriendo por nuestro cuerpo, el contacto de nuestros pies descalzos sobre el suelo, el olor y el sabor de una taza de té, mirar el cielo, escuchar el canto de un pájaro o establecer contacto visual con un desconocido. Podemos establecer un contacto intenso, respirar relajando el abdomen, y tras quince o veinte segundos, abandonar el contacto de forma consciente y recuperar nuestro estado habitual. Unos minutos después podemos elegir otro objeto de atención y presencia.

Si practicas durante varios días, descubrirás que tu capacidad de prestar atención y estar presente será directamente proporcional al placer que sentirás por estar en este mundo.

No se necesita mucho tiempo para experimentar la alegría. Su descubrimiento hará que ya no tengas la necesidad de esperar que ocurra algo excepcional para sentirte feliz. Verás que lo que está presente, aquí y ahora, delante de ti, contiene todo lo necesario para que sientas la alegría.

El simple hecho de poder hacer cosas como moverte, saborear, sentir, tocar, escuchar y ver te parecerá un milagro cuya belleza a menudo se nos escapa.

Tras unas semanas, tu cuerpo deseará que estés más presente. El cuerpo es un instrumento de placer, y entiende que en el acto de estar presente hay mucho placer que encontrar, por lo que desea volver eternamente a él, de forma natural.

Tienes derecho a vivir con plenitud.

 
Daniel Odier

Daniel Odier es maestro chan de los linajes chinos Xu Yun y Zhao Zhou, ordenado por el maestro Jin Hui. También es profesor del linaje Spanda de Kasmirian Shivaísmo y de la mística danza Tandava, que recibió de la Yogini Lalita Devi. Las dos escuelas aparecen en su enseñanza, que destruye la ilusión espiritual.
Daniel vive en Barcelona, donde imparte clases de forma regular en el Kannon Gyo, centro dedicado a la práctica del zen. También imparte seminarios en EE.UU., y en diversos países de Europa y Latinoamérica. / Más info