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Extractos - Gonzalo Rodríguez-Fraile

Energía cósmica

El Universo multidimensional y la frecuencia vibratoria

Por Gonzalo Rodríguez-Fraile

Uno de los descubrimientos científicos más importantes y revolucionarios es la idea de que en la raíz más íntima de la realidad no existe sólo energía, sino también un factor muy sutil pero igualmente fundamental: información activa y efectiva. Esta información cohesiona todas las cosas en el Universo, tanto los átomos como las galaxias, los organismos y las mentes. Tal descubrimiento transforma la concepción fragmentaria del mundo de la cultura occidental actual, en una visión del mundo holística e integral. Por otra parte, esta información no es un artefacto humano, sino que, como ya decían los sabios y ahora redescubren los científicos, está presente en el Universo, independientemente de la voluntad y acción del ser humano.

Gracias a la información que el campo akáshico (1) conserva y transmite, el Universo es de una coherencia extraordinaria. Nada es «local», limitado a donde y cuando está sucediendo, sino que todo es global y se interconecta. El recuerdo de todas las cosas se extiende a todos los lugares y todos los tiempos.

La información es algo así como una conexión sutil, casi instantánea, no evanescente ni energética, entre los objetos y realidades que se encuentran en diferentes lugares en el espacio y en distintos momentos. Tales conexiones se denominan «no locales» en la ciencia natural, y «transpersonales» en la investigación de la consciencia.

A lo largo de su vida, el ser humano cambia casi todos los átomos que componen su cuerpo. Éstos estuvieron antes en otros lugares, pero mientras permanece la estructura de información, «yo sigo siendo yo». Este vacío cuántico, la energía sutil y la información que subyace a toda la «'materia» en el Universo, no se originó con el Big Bang que produjo el Universo conocido, y no desaparecerá cuando las partículas creadas por la explosión vuelvan a la fuente.

¿Qué dice el nuevo paradigma científico acerca de la naturaleza última de la realidad? La respuesta a esta pregunta es relativamente fácil desde la ciencia dentro de la consciencia: el elemento más fundamental de la realidad es el vacío cuántico, la energía y el pleno informado que subyace, genera e interactúa con el Universo y con otros universos que pudieran existir en el pasado y en el futuro. Esta respuesta corresponde a una idea antigua: el Universo que observamos y vivimos es un producto del mar de energía que estaba aquí antes de que hubiera cualquier cosa en absoluto. Las cosmologías china e hindú siempre han sostenido que los objetos y los seres que existen en el mundo son una concretización o destilación de la energía básica del Cosmos, y que descienden de su fuente original. El mundo físico es un reflejo de las vibraciones de energía de los mundos más sutiles ―con mayor frecuencia vibratoria― que, a su vez, son el reflejo de los campos de energía aún más sutiles que existen en una realidad multidimensional.

Cualquier elemento que existe en el Universo está formado por energía más información. La energía se mide por la frecuencia vibratoria ―hercios o repetición de ciclos por segundo-―: cuanto más alta, más información puede contener. Aprender o comprender consiste en aumentar la propia frecuencia vibratoria.

Todo lo que existe en el Universo es energía más información; por lo tanto, y de igual manera que la única forma de medir cualquier objeto es por el peso, la densidad o el tamaño, la única forma de medir la energía es mediante la frecuencia vibratoria. Existen energías de baja frecuencia vibratoria y otras de altísima frecuencia vibratoria, y hay un principio que dice que cuanto más alta es la vibración, más información puede contener.

Si las personas quieren aumentar su capacidad para almacenar más información de la Verdad, deben incrementar su frecuencia vibratoria. Si se pudiese inventar una máquina que, conectada al cuerpo, aumentase la vibración de cada uno, toda la información vendría incluida y e ahorraría el proceso natural de aumento evolutivo de la comprensión. Pero como no existe dicha máquina, el crecimiento de la vibración hay que conseguirlo a través del incremento del nivel de consciencia, que es su causa. Un mayor nivel de consciencia vendrá siempre acompañado por una mayor vibración, como efecto inseparable.

Así pues, se está empezando a concebir un Universo multidimensional. Cada dimensión tiene una frecuencia vibratoria diferente, que es lo que la caracteriza. En este modelo se puede imaginar que el Universo multidimensional vaya aumentando progresivamente su frecuencia de dimensión a dimensión, hasta llegar a la última, que es el Absoluto. En él la frecuencia vibratoria es infinitamente rápida, y por tanto el tiempo es cero y puede contener toda la información del Universo. El Absoluto incluye todo, incluso las frecuencias más bajas de manifestación.

Como las dimensiones por debajo del Absoluto reducen su frecuencia vibratoria, es de suponer que también falta algo de información en ellas, y que existe alguna sensación del transcurrir del tiempo. Por lo tanto, hasta que no se consigue la unificación total, característica de la última dimensión, podría ser lógico suponer que existen consciencias individualizadas en todas esas dimensiones. Esto implica la probabilidad de que existan seres no físicos experimentando en ellas. Las distintas culturas han llamado a estos seres de maneras variadas: Ángeles, Maestros ascendidos, etc. No nos preocupamos aquí de cómo llamarlos, porque eso no va a cambiar lo que son, y a ellos no les importa. Sólo es importante señalar que desde esta concepción del Universo, su existencia se da como algo más que probable, y se entiende que hay diferentes jerarquías de seres no físicos ascendiendo por las distintas dimensiones, hasta fundirse con el Absoluto. De hecho, y siempre según este modelo, ése es el «futuro» de las experiencias de las almas humanas cuando hayan completado la toma de información, o aprendizaje, en el reino humano.

La Creación y toda la existencia posterior es una progresión hacia abajo y hacia fuera desde la fuente primordial, en un proceso primero descendente y después ascendente. El camino de ascenso desde «los muchos» hasta «el Uno», es el camino de la sabiduría, que consiste en ver que detrás de todas las formas y la diversidad de los fenómenos descansa «el Uno». El camino de descenso es el camino de la compasión, porque todas las formas de vida provienen del Uno y, en consecuencia, deben ser tratadas con el mismo respeto. La compasión permite ver que la vacuidad es forma, y la sabiduría ayuda a comprender que la forma es vacuidad. La corriente ascendente o trascendental de la sabiduría (eros), debe ser armonizada por la corriente descendente o inmanente de la compasión (ágape). La unidad de eros con ágape constituye el sustrato de toda auténtica sabiduría.

La nueva visión científica de la realidad se corresponde con la sabiduría perenne de la Humanidad. Según el antiguo pensamiento hindú, en el campo akáshico todos los atributos del mundo manifiesto surgen en un estado que se encuentra más allá de los atributos: el «estado de Brahman». Aunque es indiferenciado, Brahman es dinámico y creativo. Desde su «Ser» último se causa la manifestación temporal del mundo de la materia. Los ciclos del samsara, del Ser a la manifestación y de la manifestación al Ser, son el lila de Brahman y su obra de creación y disolución incesante. En esta filosofía, la realidad absoluta es la realidad de Brahman. El mundo manifiesto disfruta de una realidad derivada, secundaria, por lo que se confunde con la ilusión denominada maya. La realidad absoluta es Brahman, que con la realidad derivada del mundo manifestado constituye un todo cocreado y en constante cocreación: ésta es la Advaitavada, la no-dualidad del Universo

Al igual que en las filosofías milenarias, lo que la nueva física describe como el vacío unificado ―la realidad de todos los campos y fuerzas del mundo físico― es, de hecho, el elemento más fundamental y real del Universo. Lo que se considera materia no es más que una agrupación semiestable de energías que brotan de este vacío. En última instancia, la materia es una perturbación del campo cuasinfinito de energía e información que es el campo conectado.

Quizás ayudaría a la comprensión de toda esta temática algunas de las frases célebres pronunciadas por algunos de los científicos más reconocidos en los últimos tiempos:

  • Max PLanck: «Veo la consciencia como lo fundamental. Veo la materia como derivada de la consciencia».
  • Andrei Linde (Stanford University): «El estudio del Universo y el estudio de la consciencia quedarán inseparablemente ligados, no se puede hacer progreso en uno sin hacer progreso en el otro».
  • Henry Stapp: «La unidad básica del Universo no es sólo una característica básica de la experiencia mística, sino también una de las mas importantes revelaciones de la física moderna».
  • Niels Bohr: «Acudo a los Vedas y a los Upanishads para hacerme preguntas científicas».
  • Werner Heisenberg: «La teoría cuántica no parecerá ridícula a los que hayan leído el Vedanta» (texto espiritual hindú).
  • Erwin Schrodinger: «La unidad y continuidad del Vedanta está reflejada en la unidad y continuidad de la mecánica cuántica. Esto es consistente con el concepto védico de que todo es uno».
  • Albert Einstein: «Hemos mal llamado materia a la energía de lenta vibración que podemos percibir por nuestros sentidos. No existe la materia».
  1. En la cultura sánscrita, Akasha es un medio que todo lo abarca y que a la vez subyace en todas las cosas y se convierte en ellas. Es real, pero tan sutil que no puede ser percibido hasta que se convierte en la diversidad de cosas que pueblan el mundo manifestado. Los sentidos corporales no registran Akasha, pero se puede llegar a él con la práctica espiritual y la formación. En la nueva física, el vacío real es el equivalente al Akasha. Es el campo original del que surgieron partículas y átomos, estrellas y planetas, cuerpos humanos y animales, y, en general, toda la realidad que se puede ver y tocar. Es un medio dinámico, lleno de energía en constante fluctuación. El vacío es Akasha y Prana a la vez, todo en uno—la matriz de toda la “materia” y toda la “fuerza” del Universo. En la literatura sánscrita, Prana es como el aire inspirado, la energía cósmica que da fuerza a todo. El campo akáshico se convierte en materia cuando Prana, la energía cósmica, actúa sobre él. Cuando la acción cesa, la materia desaparece y vuelve al campo akáshico.