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David Rodrigo

Sri Yantra

Shri Vidya Tantra, la integración de todo

( Segunda Parte )
Por David Rodrigo 25 de abril de 2025 Versión PDF

La soledad existencial y la revolución

Tenemos un problema existencial. Mejor reconocerlo, verlo y trabajarlo. Es la soledad. Ésta se manifiesta de muchas formas: tristeza, depresión, angustia, ansiedad, inseguridad, miedo, incapacidad, falta de autoestima... que generan o impulsan gran parte de las enfermedades del cuerpo y de la mente.

Nos sentimos solos porque no reconocemos la Consciencia en nuestro cuerpo-mente, sino que sólo somos conscientes del instrumento (mente), de su efecto (cuerpo) y de sus objetos (el mundo exterior). La mente así se apropia de nuestro poder, la Consciencia; y el ego, de nuestro ser, la Consciencia. Y el alma sufre.

Eso es lo que significa que nos identificamos con el ego, que es una función de la mente que, si está bien coordinada por otra función de la mente, el intelecto, serviría para sobrevivir en la transacción en el mundo. Sin embargo, bajo el yugo del ego ―la idea de «yo soy esto, esto es mío, yo hago esto, yo me siento así...»―, sin el discernimiento del intelecto puro, nos negamos y aislamos a nosotros mismos de uno mismo y de los demás, del mundo, de la vida.

El hábito mental de aferrarnos al ego nos mata y es con lo que matamos. Una revolución resplandeciente será enseñar Yoga y Meditación a todo el mundo y ya desde las escuelas para educar en la paz exterior e interior.

Al identificarnos con el ego es como si nos convirtiéramos en una pequeña isla, frágil y fácilmente inundable, en medio de un océano, a veces convulso, a veces más tranquilo. Así el universo es un campo de objetos que deseo para sentirme más completo, menos solo, más seguro, o con los que compito o incluso me enfrento para lograr aquellos objetos limitados que identifico como la fuente de mi bienestar y mi placer. No sabemos distinguir entre lo placentero (a los sentidos) y lo bueno, porque me eleva.

Lo más amado por todos somos nosotros mismos. El problema es que no sabemos quién somos, quién es nuestro verdadero ser, y, es más, estamos seguros de que somos lo que no somos (el ego). Por eso, proyectamos el sanar nuestra soledad con el amor a otros. Así, el amor es egoísmo, por nuestros problemas psicológicos y emocionales.

Y, por otra parte, lo que amamos externamente, si bien nos hace momentáneamente felices, también nos provoca soledad: cuando no estamos con las personas amadas, o incluso estando juntos.

El ego nos separa de nosotros mismos y de todo. Por eso sentimos una soledad existencial y buscamos la unión «yoga» con objetos, personas y situaciones que, en distintos grados, nos dan felicidad: Unión con objetos que nos parecen bellos; unión con personas; con condiciones, ideas, emociones, acciones y experiencias.

Se trata de discernir entre lo definitivamente útil, porque me expande hasta mi ser permanente ―el centro de la Consciencia en mí―, y lo inútil, porque me contrae; entre lo bueno y lo placentero ―a mis sentidos, mi personalidad, mi ego―, que a menudo no coinciden.

Y seguir así, con este discernimiento de tu voz interior ―tu intelecto puro, con el que conectas en tu calma meditativa― hacia la unión con tu paz interior; unión con tu ser permanente, unión con Shakti «la Diosa de la Vida», el poder de la Consciencia; unión con Shiva, con la Consciencia pura. Fin de la búsqueda, fin definitivo de la soledad existencial.

Todo lo demás, los tumultos, altibajos, acciones, esfuerzos, prácticas, discernimiento, todas las uniones, eran preparativos para esto.

La gran unión «yoga» de tu Consciencia individual con la Consciencia cósmica ―el poder de la Consciencia manifestada― y con la Consciencia en sí ―la Realidad suprema, una, eterna, infinita, libre―, se hace en el Tantra mediante la práctica no sólo de despertar, sino también de guiar la Kundalini ―el poder de la Consciencia, la Diosa «Shakti»― dormida en ti, embriagada tras el éxtasis creativo.

Tres mentes, tres escuelas

La mente humana, como toda la Naturaleza ―la manifestación de Shakti, el poder de la Consciencia―, está compuesta de tres atributos principales «gunas»:

  1. Sattva: luz, paz, felicidad.
  2. Rajas: apego, acción, sufrimiento, y
  3. Tamas: inercia, oscuridad, estancamiento.

Hay tres principales escuelas de Shri Vidya Tantra en función del deseo que sirven y, por tanto, de dónde sitúan el objetivo de su práctica. Este deseo y objetivo venerado como un dios responde a qué atributo «guna» o tipo de mente predomina en sus devotos y practicantes. Y, según esto, practicarán un segmento de chakras u otro.

Los siete chakras principales de este modo se dividen en tres grupos de dos chakras y un tercer chakra que siempre es de transición entre un tipo de mente (y entre una escuela de Shri Vidya Tantra) y otro. Los practicantes de cada una de estas tres escuelas practican el método de su escuela, pero no niegan las otras dos, que son como las tres puntas de un tridente:

  1. Escuela Kaula: Se concentra en muladhara chakra «raíz» ―donde duerme la Kundalini―; svadhistana chakra, en la zona de la pelvis y en manipura chakra, en la zona del estómago. Estos tres chakras son el segmento del dios Rudra (otro nombre de Shiva). El objetivo de esta escuela Kaula es la satisfacción de los deseos mundanos, el éxito en el mundo externo y material. Es la mente más tamásica o animal del ser humano.
  2. Escuela Mishra: Trabaja concentrándose en manipura chakra (estómago), anahata chakra ―en el corazón, el centro de tu pecho―, y vishuddha chakra, en la garganta. Estos tres chakras son el segmento del dios Vishnu. El objetivo de esta escuela Mishra es una combinación entre el deseo mundano y la devoción para acercarse a la realidad trascendente de la Diosa. Se continúan teniendo fuertes deseos mundanos pero se reconoce una realidad trascendente que se empieza a amar. Es la mente más rajásica o humana del ser humano.
  3. Escuela Samaya: Se concentra en los chakras superiores: vishuddha chakra (garganta), ajña chakra ―tercer ojo― y sahasrara chakra, por encima de la coronilla. Estos tres chakras son el segmento del dios Brahma. El objetivo de esta escuela Samaya es realizar «la Diosa siempre está en mí, yo estoy siempre con la Diosa omnipresente».

Esta experiencia de «siempre estoy con la Diosa» es el primer nivel de samadhi (samprajñata samadhi), según los Yoga Sutras de Patañjali, el codificador de la ciencia del Yoga. Cuando tu ser interior, todavía en el campo mental, ha dado la vuelta a su mente ―de los objetos de los sentidos y su experiencia mental a su esencia trascendente, la Consciencia misma en ti― y sólo tiene ojos para la Diosa de la Vida y experimenta así amor, felicidad, seguridad, creatividad. Este es el cuarto tipo de mente en los Yoga Sutras, mente ekagra «concentrada».

Esta es la mente más sáttvica o divina del ser humano. Pero todavía hay dualidad (tú y la Diosa) y, por tanto, separación, condición, limitación (espacio, tiempo, causalidad). Aquí la libertad no es todavía absoluta. Veremos cómo seguir más allá, que es más acá, en el centro de la Consciencia en ti.

A la Diosa no se le exige

Existen prácticas yóguicas de posturas «asanas», respiración (pranayama), kriyas (prácticas de purificación y concentración), bandhas (cerrar ciertas partes del cuerpo), mudras (gestos de las manos y dedos), etc. que se practican en kundalini yoga, hatha yoga, etc. para despertar la Kundalini. Igual que en el propio Tantra se practican rituales externos, recitación de mantras, visualizaciones...

Todas estas prácticas ayudan sin duda como preparación, y más todavía si también trabajan la mente; pero la meditación purifica directamente la mente y además la guía al centro de su ser, con total devoción, perfecto autocontrol y completa inteligencia.

Si practicas yoga asanas, pranayama, etc., conviene practicar antes de sentarte a meditar, que es hacer este ritual interno, la gran alquimia, este viaje interior para realizar que nunca hubo viaje realmente, que nunca ha cambiado nada en la realidad trascedente y que, finalmente, esta realidad efímera, en movimiento, no son más que nombres, formas y condiciones de Esa realidad suprema, absoluta y estática.

La práctica de la meditación debe ser sincera, constante y durante largo tiempo, como también señala Patañajali en los Yoga Sutras. No es, por supuesto, que te sientes un par de veces y se produzca un despertar milagroso. La Gracia la hallas tú con tu práctica correcta, sincera, perseverante, paciente y sin exigencias, con esfuerzo y entrega que, finalmente, entiendes que es la misma cosa.

A la Diosa no se le exige ni se le reprocha, se la ama porque sí, sin demandas ni exigencias, sin prisas, y así te haces recipiente de sentir su Gracia, su Ola de Belleza, Felicidad y Sabiduría que lo inunda todo, y celebras verdaderamente la Vida.

De lo contrario, si te sientas a meditar con impaciencia y exigencias estás pretendiendo salir del ámbito mental y limitado por el tiempo, el espacio y la causa-efecto sin dejar de aferrarte a él, sin soltarlo.

La rueda de Samsara

En la mente se produce el contacto íntimo, la unión, identificación tuya ―de la Consciencia, el poder de conocer, sentir, ser― con la materia (atributos «gunas» de la Naturaleza) más sutil, tu intelecto, la parte más elevada de tu mente. Y de ahí la confusión, «yo soy este individuo». Y, por tanto, el aislamiento de uno mismo y de la realidad, el nacimiento, envejecimiento y muerte, el deseo de estar más lleno, el miedo de perder, no lograr y morir, y la acción con deseo y las experiencias de placer-sufrimiento, ideas de bien-mal, etc.

Rueda de limitación, Samsara, que se autoalimenta hasta que deja de girar para ti ―de limitarte― con tu Liberación, tu conocimiento directo de quién eres tú y qué es todo esto, el universo entero, en el pasado, presente y futuro, tus experiencias efímeras vividas y por vivir. Cuando realizas que tú y esto sois la misma Existencia, sin causa, una, inmutable, libre, Consciencia, Felicidad.

Tu personalidad gozosa

La mente funciona por hábitos y está condicionada por el espacio, el tiempo y la causalidad. La mente común tiene el hábito muy arraigado de ir hacia fuera, donde hay infinidad de estímulos en constante cambio. Por ello se dispersa, se confunde, pierde energía, paz, claridad y poder. Tenemos que cambiar los hábitos de nuestra mente y concentrarla y llevarla hacia dentro. Un dentro donde se halla también el fuera.

Miras como sientes; sientes como piensas; piensas como son tus hábitos; y tus hábitos crean tu personalidad. Y tus hábitos los construyes repitiendo algo.

Tu personalidad será gozosa, bella y libre, no en función de las condiciones externas, físicas, mentales ni emocionales, sino cuando refleje la belleza natural de tu ser, de la vida. Para ello, todo lo anterior tiene que estar pacificado, simplemente, que no genere obstáculos excesivos.

Shakti «la Diosa», el poder de la Vida y la Consciencia, tiene el control de las condiciones de la mente: espacio, tiempo y causalidad. Y Shakti es tanto la Vida en el universo entero como en ti. Eso es lo que hay que realizar y ella, como indica el Tantra, te llevará a Shiva, la Realidad absoluta, cuando el maestro te diga «tú y Ella sois uno y lo mismo», Consciencia sin movimiento donde todo movimiento sucede; la experiencia directa de Soy, siempre presente, inmediata, inmutable, vibrando en la cueva de tu corazón y omnipresente.

Generar el hábito meditativo

Para generar el hábito de la meditación y llenar nuestra mente de los samskaras «impresiones mentales» de samadhi (sentir el centro de la Consciencia en ti, paz, felicidad, amor en sí) tenemos que practicar un método correcto de meditación, con la actitud correcta y, siempre que sea posible, todos los días, a la misma hora y espacio.

Puedes empezar por 15-20 minutos e ir incrementándolo progresivamente. Los mejores momentos para meditar son por la mañana o al anochecer (o ambos), cuando nadie te interrumpa, no tengas sueño ni hayas comido hace poco.

Primero, tienes que generar la determinación «sankalpa» de voy a crearme el hábito de la meditación porque es útil para mí, me expande: Quiero hacerlo, puedo hacerlo, tengo que hacerlo, voy a hacerlo. Es mi derecho natural. Hazlo y así alimentas tu fortaleza interior.

Procedes a sentarte en tu espacio sagrado de meditación con la actitud correcta: reconociendo la sacralidad de este momento de tu día ―donde es tu momento y tu práctica contigo, de verdad―, preparando con cuidado tu cuerpo (te lavas al menos dientes, cara y manos, con vejiga y, si puede ser, intestinos vacíos) y el asiento de meditación.

Habla con tu mente de forma cariñosa pero clara: Ahora voy a meditar. Nada es más importante ahora. Todo lo demás, después. No hay excusas, no hay dudas. Voy a meditar, que no es pensar en mis cosas de forma más intensa ni dormirme ni alucinar.

Quiero acercarme a la verdad

Tu mente es tu instrumento, no eres tú y tú mandas sobre ella, no ella sobre ti. Recupera tu trono usurpado por tu ego ―la función de tu mente con la idea «yo soy esto, esto es mío, yo hago esto, yo siento esto...»― con tu conocimiento, tu método, tu práctica, tu amor y tu fuerza de voluntad, amable, cuidadosa, pero clara en tu objetivo vital. Quiero realizar el máximo nivel de realidad del que sea capaz en esta vida.

Te sientas en postura de meditación, que debe ser estable (con la espalda, el cuello y la cabeza en línea recta) y cómoda, si puede ser, con piernas cruzadas (sentado en un cojín de meditación o manta doblada) o si no en una silla sin apoyarse en el respaldo, con los ojos cerrados y respiración por Sushumna nadi, como hemos visto arriba.

Consciente de tu cuerpo, relaja tu cuerpo mentalmente de la cabeza a los dedos de los pies y viceversa.

Recuerda tu determinación: Voy a meditar. No hay nada más importante ahora. Se tiene la convicción de que, mientras estás en meditación profunda, nada malo puede sucederte ni a ti ni con quien te relacionas en tu entorno. Estáis protegidos. Puedes agradecer y rezar a la Diosa de la Vida, que es omnipresente y en ti, en tu ser: Dame fuerzas para poder meditar ahora.

El arrepentimiento

Y cuando caigas, cuando la pereza, la inercia, la desgana, la oscuridad que es también el ser humano, etc. te impida hacer tu práctica de meditación y de virtud, lo ves, te pides perdón, rezas a la Diosa en ti y te repones con más fuerza todavía; pero no tires la toalla ni caigas en el pozo de la inercia, la pereza, la culpabilidad, la impotencia y la oscuridad. Rezar es hacer consciente a tu ego del centro de su ser.

Arrepentirse es ver tu error y no volver a hacerlo. Errar es de humanos. No hay ningún problema en errar, el problema es vivir repitiendo el mismo error. Si es un hábito ―una acción repetida que se ha asentado en tu forma de sentir, pensar y actuar― tendrás que concentrarte y esforzarte más en no hacerlo durante un tiempo y en generar otros hábitos útiles para ti. Si es necesario, puedes hacer un retiro para esta purificación de hábitos.

En meditación, tu respiración fluye con tu mente por Sushumna nadi.

Acompaña ahora tu respiración ―siempre por Sushumna, sintiendo el aire entrando en tus fosas nasales estando concentrado en el chakra del puente de tu nariz― recitando mentalmente el mantra SOOOO ―en la inhalación hasta la base de tu columna vertebral― HAAMMMM, en la exhalación, hasta la coronilla. SO-HAM «Yo soy Eso».

Inhalación relajada. Exhalación subiendo con un leve impulso el diafragma para que vacíe los pulmones de dióxido de carbono y que no se queden las toxinas en tu cuerpo. Todas estas prácticas son también saludables para tu cuerpo y para tu mente.

La mejor autoterapia

Si logras concentrarte conscientemente, la meditación es, de hecho, una de las mejores terapias porque:

  1. Hace descansar profundamente a tu mente subconsciente, más incluso que en el sueño profundo.
  2. Al replegar tu mente consciente de los objetos de los sentidos, ésta reposa y la mente subconsciente aflora y se hace consciente y tú observas su contenido, no identificándote con sus pensamientos, emociones, tendencias, motivaciones, miedos, frustraciones, símbolos extraños, etc., sino como observador diferenciado, desapegado, equilibrado, tranquilo y claro. De este modo suceden dos cosas:
    1. Quemas karma del subconsciente de forma ligera. Éste aflora, se hace consciente, tú lo ves pero desidentificado, por lo que se quema, porque lo experimentas, pero apenas tiene energía-poder-influencia, porque estás desidentificado viéndolo como el observador.
    2. Tienes la oportunidad de ver cara a cara tu personalidad profunda y, al verla, tienes la posibilidad de, al salir de la meditación, analizar las tendencias que te hacen bien y alimentarlas y las que te hacen mal y sustituirlas por las primeras.
  3. Puedes entrar voluntaria y conscientemente a la meditación con una pregunta que te inquiete sobre tu vida, etc. para recibir tu respuesta desde tu intelecto más elevado y libre de condicionamientos externos y mentales. Una mente clara obtiene respuestas.

Al salir de la meditación, recuerda las respuestas y no dudes más, organiza tu vida para realizar dicha respuesta.

Esta purificación kármica, mejora de tu personalidad y obtención de respuestas no son ni el objetivo vital último de un buscador de la verdad ni el fin de la meditación, pero sí un paso intermedio necesario para eliminar obstáculos. Sólo tu mente-corazón te separa de ti y es a la vez el instrumento más potente para llegar a ti.

Esto es la comprensión, purificación y entrenamiento mental, para que tu mente-corazón, que es tu instrumento, esté en paz, tenga claridad y fortaleza y, por tanto, te sea útil tanto para tu día a día como para ir más allá de la mente y conocer el centro de tu ser y de la vida, la Consciencia misma (Shiva en el Tantra).

Tenemos que cuidar el cuerpo y la mente para que estén bien, sanos, pero sabiendo guiarlos. Esto es no sucumbiendo a sus caprichos, sino que te permitan ir a tu interior, el centro de la vida misma, el amado.

Pero no te quedes estancado ni en tu cuerpo y sus relaciones, ni en tu mente consciente y subconsciente, que refleja ―experimenta― el mundo exterior, interpreta según las impresiones que ya tiene dentro y reacciona, generando nuevas experiencias en un círculo vicioso que sólo se rompe con la maestría en la acción (Yoga): actuando con amor, conocimiento y autodisciplina al servicio de la Diosa, del poder de la Consciencia y la Vida, en lugar de alimentar al ego que nos limita y aísla.

El contenido de la mente es inmenso, variado, contradictorio y siempre está llenándose de nuevo. Por tanto, tienes que purificar tus hábitos mentales para que tu mente sea tu mejor amigo y no tu peor enemigo; limpiando aquello que te obstaculiza y saber seguir, atravesando el nivel de consciencia también de tu mente subconsciente. Sólo en el centro de la consciencia misma en ti es donde hay paz, claridad, existencia y felicidad incondicionadas, intocables. El subconsciente se purifica, se integra y se transciende con la meditación hasta el centro de tu ser, de la Consciencia y la Vida en ti, donde no hay limitación, sufrimiento ni miedo. Por eso la meditación, como autoterapia, es probablemente la mejor terapia.

La meditación es la mayor creación que puedes hacer con tu mente y con tu vida. Creas un surco mental nuevo para que tu mente, tu experiencia y tu acción, tu idea de yo, tu inteligencia y tu emoción ―tu personalidad completa― vayan a beber directamente de la fuente de la Vida, de la Consciencia y de la Felicidad infinitas en ti. Tienes sed existencial, y te sacias.

Yoga «unión» y Yajña «ritual»

La meditación en general, no sólo en los chakras, transforma, purifica y calma tu mente ―y, por tanto, tu vida― creando nuevos surcos mentales concentrados hacia lo más profundo de tu ser, que es la consciencia que fluye iluminando tu mente, cuerpo, objetos de tus sentidos y, por tanto, arrojando luz a tu vida.

Tu práctica de meditación sincera, ininterrumpida y durante largo tiempo ―el resto de tu vida― te crea impresiones mentales de samadhi, de absorción espiritual, de paz, amor, felicidad. No aferrándose ni siquiera ahí, dejando ir incluso esas experiencias porque son todavía mentales, el yogui logra dirigir las modificaciones de su campo mental, la mente está en paz y equilibrio y ya no es un obstáculo entre tú y tu Ser, la Consciencia, la Existencia, la Felicidad mismas.

La mente de este yogui, el más elevado, consciente constante y voluntariamente de la Consciencia, ya es lo que es: un instrumento que utilizas cuando quieres para interactuar en el mundo de la dualidad, un nivel superficial ―aparente― de la Consciencia una e inmutable. En la mente de este yogui supremo (niruddha «absorbida», en asamprajñata samadhi) ya no hay pensamientos no invitados.

Además, la meditación, aunque no sea este su objetivo último, previene y mejora muchas enfermedades y trastornos físicos, que son en gran parte psico-somáticos. El desequilibrio entre el cuerpo y la mente provoca la disminución de las defensas y, por tanto, que seamos más vulnerables. Y, además, la meditación en los chakras energiza los centros que gestionan el funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestra mente. Logramos, por tanto, más salud, poder y claridad.

Despertando la Kundalini y guiándola para abrir con ella los chakras principales por Sushumna nadi (el canal principal de energía que sube por la columna vertebral) hasta más allá de la coronilla sigues el ritual de la vida para unirte con la Consciencia universal. Yoga «unión» y Yajña «ritual» son dos palabras gemelas. El ritual es aquello que te acerca a la unión.

Despertar y guiar la Kundalini

Puedes ver en este enlace una «Meditación en los nueve chakras para despertar y guiar tu Kundalini» con David Rodrigo.

Con el cuerpo relajado y erguido sentado en postura de meditación y la respiración diafragmática como hemos visto arriba, llevas ahora tu mente con tu inhalación aplicando Sushumna nadi a la base de tu columna vertebral. Sin retención de la respiración, en la exhalación haces un leve impulso con el diafragma hacia arriba con tu mente siguiendo el aire hasta la coronilla.

Haces unas cuantas respiraciones (exhalación e inhalación) así.

Ahora en la inhalación incorpora la recitación mental de SOOO ―o tu mantra personal― hasta la base de tu columna vertebral, donde está Kundalini dormida e intoxicada, en muladhara «raíz» chakra. Sientes en ese chakra el fuego primordial del poder de la Consciencia ―la Diosa omnipresente de la Vida― en ti.

En la exhalación, recitando mentalmente HAAMMM, tu exhalación sigue hacia la coronilla, pero tu mente no la sigue, está centrada en muladhara chakra. Puedes escuchar en muladhara chakra el silbido de una serpiente en forma de fuego.

Cada chakra está vinculado a una función del cuerpo y la mente y con un elemento «tattva» de la manifestación, de tu cuerpo-mente y del universo. Muladhara chakra está vinculado con el elemento tierra. Cuando, con tu concentración, activas tu energía Kundalini y ésta pasa por los distintos chakras, el poder de cada uno de éstos se multiplica.

Concentrado en el fuego de la energía vital ―Kundalini― en muladhara chakra medita en «estoy seguro, tengo seguridad en mi posición en el mundo (material, red social, etc.); me siento enraizado con la tierra; confío en mí y en la vida.»

En cada chakra se trabajan distintos obstáculos de la psique humana. En muladhara chakra, el miedo a la supervivencia, a la pérdida, al abandono y a la inseguridad material.

Haz unas cuantas respiraciones de este modo. No son necesarios ni los mantras ni los colores asociados a cada chakra, que pueden hacer perderte.

El síntoma de la apertura del chakra raíz es que te vuelves firme, estable en tu vida, en tus emociones, en tu práctica y en tu meditación. Te sientas a meditar y desarrollas un «mula-bandha» natural, un cierre espontáneo de la raíz, de modo que su energía va subiendo al segundo chakra.