Artículos - U.G. Krishnamurti (1972-1980)
"Eres una expresión de la vida"
Por U.G. KrishnamurtiP: ¿Qué es la vida?
U.G.: Nunca lo sabrás. Nadie te podrá decir nada de la vida. Se pueden dar definiciones pero en realidad no tienen ningún sentido. Podéis elaborar muchas teorías sobre la vida, pero ninguna de ellas os valdrá de nada. Ninguna os servirá para comprenderla. Luego, no formules esa pregunta. No hay respuesta; la pregunta no puede subsistir. No la dejas desaparecer porque crees que alguien en este mundo te puede dar una respuesta. ¿Qué es la vida?. Verdaderamente no sabemos nada. La pregunta va, pues, a quemarse y desprenderá energía. Cuando el pensamiento se consume desprende una energía física. Con la pregunta, el que interroga desaparece. Sobre esa energía no puedo decir nada. Se manifiesta, y salta sin límites ni fronteras. No pertenece ni a ti ni a mí. Pertenece a todos. Tú eres parte de ese poder. Eres una de sus expresiones. Como una flor, pero de otra manera, así eres una de sus experiencias. Lo que está detrás de todo esto, es la vida. Pero ¿qué es?. Eso, jamás lo sabrás.
Usted no es distinto de un animal. Pero esto es un hecho que difícilmente va a aceptar. La única diferencia es que usted piensa. La facultad de pensar existe también en el animal, pero en el hombre ha alcanzado una complejidad particular. Y no me diga que los animales no piensan. La estructura del pensamiento en el hombre es tan compleja que el problema es liberarse de él y llegar a utilizarlo solamente como un instrumento para funcionar en este mundo. Esa es toda la utilidad del pensamiento. Es un valor contingente, para comunicarnos, para funcionar diariamente: "¿Dónde está la estación?", "¿Encontraremos tomates?", "¿Dónde está el mercado?". Eso es todo. Sin conceptos filosóficos. No tienen sentido. Querer ir más allá de las necesidades fundamentales ―alimentación, vestido y alojamiento― es comenzar una ilusión que no tiene fin. Ese pensamiento no tiene sentido. No sirve más que para agotarnos.
No hay necesidad de pensar, salvo para comunicarnos con los demás. ¿Por qué debería comunicarme conmigo? ¿Con qué fin? "Estoy feliz", "Soy un desgraciado", "Soy un miserable", "Esto es un micrófono", "Aquello es un hombre". ¿Todo esto para qué? Sin embargo todo el mundo se habla a sí mismo, y solo cuando lo hacen en voz alta los llevan al manicomio (se ríe).
P: ¿Cuál es el sentido, el fin de la vida?
U.G.: Me preguntáis: "¿Existe un fin?" Mirad: Se os han propuesto ya multitud de "sentidos" y de "fines". ¿Por qué buscáis el "sentido de la vida", el "fin de la vida"? Todo el mundo ha hablado ya de eso. Todo el mundo. Numerosas respuestas os han sido dadas por los salvadores, los santos, los sabios ―y tenemos miles aquí en la India― y seguís haciendo la misma pregunta. O no os satisface esta respuesta, o bien lo que no os interesa es descubrirla por vosotros mismos. Me veo obligado a admitir que no estáis sinceramente interesados porque la respuesta es algo horrible. Algo verdaderamente horrible.
¿Existe una verdad? ¿Os habéis preguntado alguna vez esto a vosotros mismos? ¿Dijo alguien alguna vez la verdad?
P: Hay tantas verdades...
U.G.: Esos son todos unos mentirosos, jactanciosos y tramposos. Todos aquellos que pretenden haber investigado y predicado la verdad. De acuerdo, queréis descubrir por vosotros mismos lo que es la verdad. ¿Podéis descubrirla? ¿Podéis capturarla, conservarla y decir: "Aquí está la verdad"? Que la aceptéis o la rechacéis es lo mismo. Ella depende de vuestros prejuicios y vuestras predilecciones personales. Suponéis que existe una verdad, una realidad (última o no), y es justamente esta suposición lo que ha creado el problema, y el sufrimiento.
Escuchadme: Si quiero experimentar a Dios, a la verdad, a la realidad, hará falta que comprenda antes la naturaleza de esta estructura experimental que llevo en mí. Intentáis captar algo que no puede serlo dentro del marco de vuestra estructura experimental. Así, esta estructura debería desaparecer para dar paso a lo desconocido. Y ¿qué es eso desconocido? No lo sabréis jamás. Jamás conoceréis la verdad porque ella es movimiento. No podéis captarla, conservarla ni expresarla. No tienen interés las premisas lógicamente verificadas. Es necesario que sea un descubrimiento vuestro. ¿Para qué os podría servir el mío? Millares y millares de experiencias han sido ya registradas por vosotros sin ninguna utilidad. Os guía solo esta esperanza: "Si sigo esta enseñanza continuadamente durante diez o quince años, tal vez un día...". Toda la estructura no está basada más que sobre la esperanza.
P: En el curso de su vida, ese buscador descubre que... no ha descubierto nada.
U.G.: Nada: ese es justamente el descubrimiento. La llamada realización del ser es el descubrimiento por ti y para ti mismo de que no hay ser que descubrir. Será un choque violento: "¿Por qué demonios he malgastado toda mi vida?". Es un choque que destruirá vuestros nervios, vuestras células y hasta la médula de vuestros huesos. Tengo que decíroslo, no va a ser fácil. No es algo que se os presente en una bandeja de plata. Debéis estar totalmente vacíos de ilusiones y solo entonces la verdad comenzará a expresarse a su modo particular. Yo he descubierto que es inútil intentar descubrir la verdad. La búsqueda de la verdad es absurda. Eso es lo que he descubierto, porque es algo que no podéis ni capturar, ni mantener, ni expresar.
P: ¿Podría usted describir y comunicarnos su estado?
U.G.: ¿Sabe usted? En cuanto trato de comunicar algo de este estado, desaparece. Y no queda más que una sombra, que no es el estado.
P: Se trata de una experiencia incomunicable?
U.G.: No es eso. Este estado no es el resultado de ninguna experiencia. No me gusta utilizar las palabras "inexpresable", "imposible de comunicar", o incluso "no hay nada allí", porque pueden sugerirnos la "vacuidad", el "vacío", y todo eso tan traído y llevado (se ríe). Quiero mantenerme en esto: Todo lo relativo a este estado no puede ser objeto de ninguna experiencia. Lo que hay más allá, lo ignoro, y no tengo ningún medio de saberlo.
Utilizando la terminología vedántica, lo desconocido no existe. Lo que sabéis de eso que se llama desconocido, no puede ser lo desconocido. A decir verdad no sé si existe "lo desconocido", pero eso que vosotros calificáis de "desconocido" en base a vuestra experiencia no es lo desconocido, ya que de alguna manera forma parte de vuestros conocimientos. Decidme: ¿Qué buscáis? ¿Podéis aspirar a algo que no conocéis, y de lo que no sabéis nada? ¿Podéis? Supongamos que os ilumináis por un momento. Pues tampoco podríais conocerlo. Eso jamás formará parte de vuestro conocimiento.
En el estado natural se comprende que ya no es posible experimentar nada en absoluto. No sé si me expreso claramente. La individualidad, el aislamiento, la separación... ya no existen. Lo que os separa y os aísla es vuestra mente. Es ella quien crea las fronteras, quien crea las barreras. Y cuando las barreras dejan de existir, todo es abierto e ilimitado. Esto no quiere decir que podamos captar esa abertura de la conciencia sin límites. El contenido de la conciencia es tan inmenso que no se puede decir nada de él. Por eso yo uso la expresión: "Estado de no conocimiento". Es algo que realmente no se sabe. ¿Pero cómo sabemos que lo ignoramos? Solamente en relación con la conciencia común nos damos cuenta de esta imposibilidad.
Las experiencias no se acumulan. Si queréis tener aunque solamente sea una, todos los misterios vendrán de repente a llamar a vuestra puerta. Eso, el estado natural, no es en absoluto una experiencia. Sin duda uno siente curiosidad por experimentar "la última realidad", "la verdad", "Dios". ¡Y Dios sabe qué más!, pero es vano tratar de experimentar algo que está fuera de la experiencia. Esto no significa que está más allá de nuestra estructura. Sino que, en ese estado, la estructura no existe ya. No reconocer lo que ves, ni a la flor como flor, ni a la rosa como rosa, porque ya no estás allí. Entonces, ¿quién eres tú? Nada más que un amasijo de experiencias envuelto con el conocimiento que tienes de ellas.
Yo veo, y no sé lo que veo. Mis percepciones sensoriales están al máximo de sutileza en su capacidad, y sin embargo nada en mí dice: "Aquello es verde", "Esto es marrón", "Este tiene el pelo blanco", "Aquel lleva gafas". El conocimiento relativo a todo esto está en un segundo plano, y ha dejado de operar. Entonces me pregunto: "¿Estoy despierto?", "¿ Estoy dormido?" No lo sé. En mi conciencia hay una ausencia total de distinción entre la vigilia, el sueño, y el sueño profundo. Quizás sea lo que en sánscrito se llama Turiya. No se trata de haber trascendido estos estados, sino solamente de una total ausencia de división.