Artículos - Alireza Nurbakhsh

La experiencia del anonadamiento
Discurso del maestro Alireza Nurbakhsh
en el círculo de los darwish
Publicado en la Revista Sufí Original PDF
El amor sólo se relaciona con la no-existencia,
si sigues existiendo, ¿cuándo podrás gozar de su visión?
—Dr. Javad Nurbakhsh
Cuando tenía unos 13 años de edad, me permitieron sentarme en el exterior de la sala principal de reunión del centro sufí donde mi padre (*) presidía las reuniones semanales y los ocasionales zekr (continuo recuerdo de Dios) vocales. No recuerdo muy bien la primera vez que me senté en el exterior de la sala a escuchar el zekr vocal, pero recuerdo claramente la primera vez que oí a mi padre pronunciar estas palabras al finalizar el zekr: «Elâhi 'aŷz, enkesâr wa nisti 'atâ befarmâ» (Oh Señor, otórganos [el estado de] impotencia, humildad y no-existencia [del yo propio]).
Sus palabras hicieron un profundo efecto en mí, aunque en aquel momento tuve una escasa comprensión de lo que quería decir. Fue sólo años después, al empezar a leer literatura sufí, cuando me di cuenta de que el anonadamiento del nafs (el yo propio, el ego), o la «morada de la no-existencia», es el tema central del sufismo y su principal objetivo.
En general, la mayoría de los seres humanos experimenta el anonadamiento a lo largo de su vida, aunque en formas diferentes y en relación con sus condiciones vitales. Una forma es a través de la observación del cosmos. Por ejemplo, si consideramos la vastedad del universo, que hay miles y miles de millones de galaxias con miles y miles de millones de estrellas y que nuestro sol es tan sólo una de dichas estrellas y nuestro planeta sólo un pequeño planeta perdido entre los miles de millones de planetas de la Vía Láctea y, al mismo tiempo, somos una entre los millones de personas que existen en este planeta, podemos tomar conciencia de lo insignificantes que somos y percibir una sensación de no-existencia de nuestro ser ante la inmensidad del mundo de la creación.
En otros momentos, cuando reflexionamos sobre la increíble diversidad de especies que han venido antes que nosotros y las que llegarán a este mundo después de que hayamos desaparecido, cuando nos vemos en este vasto fluir de especies, en el que el ser humano es sólo un fenómeno reciente en la historia de la vida en este planeta, podemos también experimentar nuestra insignificancia absoluta y el anonadamiento. Muchos grandes poetas y maestros han hecho referencia en sus escritos a esta sensación de no-existencia e insignificancia. Por ejemplo, 'Omar Jayyâm escribe en una de sus cuartetas (robâiyât):
Nosotros somos juguetes, y la rueda del cielo, un jugador.
Esto es una realidad y no algo ilusorio.
Nos mueve sobre el tablero del ser y, luego,
nos echa, uno a uno, al baúl del no-ser.
Otra forma de experimentar el anonadamiento es cuando nos enfrentamos a la muerte y tomamos conciencia de nuestra propia mortalidad. Esto ocurre cuando muere una persona cercana a nosotros. La muerte de un ser querido nos confronta con la realidad de nuestra situación: que nosotros también estamos en vía de aniquilación, y esta percepción, junto con la falta de comprensión del propósito último de nuestra existencia, nos puede llevar a la experiencia de la no-existencia y a la toma de conciencia de nuestra insignificancia. Shakespeare ha transmitido esto con mucha elocuencia en su obra Macbeth. Después de enterarse de que su esposa ha muerto, Macbeth contempla la muerte como el último acto de una obra sin sentido y expresa así su sentimiento de nulidad:
El mañana y el mañana y el mañana,
— Macbeth (acto 5, escena 5, líneas 19-28)
se arrastra en este paso mezquino día a día
hasta la última sílaba del tiempo registrado,
y todos nuestros ayeres han alumbrado a los tontos
el camino a la polvorienta muerte.
¡Fuera, fuera, vela breve!
La vida no es sino una sombra transitoria,
un pobre actor
que se pavonea y agita su hora sobre el escenario
y luego no se le oye más. Es un cuento
contado por un idiota, lleno de ruido y furia
que no significa nada.
La experiencia mística del anonadamiento (fana) es, sin embargo, fundamentalmente diferente de las anteriores. No es mediante la contemplación del mundo exterior y su lugar en él por lo que el místico llega a experimentar su propio anonadamiento, sino que es una experiencia nacida del acto de profundizar en nuestro interior, de la purificación de nuestro nafs (el ego, el yo) y, por último, de la desaparición de nuestro individualismo. Este anonadamiento surge cuando perdemos el sentido individual de nuestro ser y experimentamos una profunda unión con el mundo que nos rodea.
La experiencia mística del anonadamiento es la experiencia de la muerte del yo propio y el encuentro con lo divino. San Juan de la Cruz expresa esta experiencia como la forma más elevada de la humildad: «Y cuando viniere a quedar resuelto en nada, que será la suma humildad, quedará hecha la unión espiritual entre el alma y Dios, [que es el mayor y más alto estado al que en esta vida se puede llegar]». (Subida del Monte Carmelo, libro 2, cap. 7, no 11)
La experiencia sufí del anonadamiento está estrechamente vinculada con la experiencia del amor divino. Cuanto más experimenta el sufí el amor por su Amado, más experimenta su propio anonadamiento. Obviamente, no hay cúmulo de palabras que pueda transmitir el sentido de esta experiencia. Rumi cuenta en su Masnawi (libro V, 1242-1255) la historia de un amante que, ardiendo en el fuego del amor, quería expresar la sinceridad del amor por su amada enumerando todas las cosas que había hecho por ella. El amante le dice que no ha dormido durante años, que ha empleado toda su riqueza y fuerza en ella y que no hay nada más que pudiera haber hecho que no lo haya hecho ya. La amada le responde diciendo que todo lo que él ha hecho es insignificante en el camino del amor comparado con lo que debería haber hecho, y que no ha cumplido con el mayor principio y condición previa del amor. Cuando el amante pregunta: «¿Cuál es este principio?», responde la amada: «Es la muerte y el anonadamiento del amante».
Dijo la amada: «Has hecho todo ello y, sin embargo,
abre anchamente tu oído y entiéndelo bien:
“Aquello que es la quintaesencia del amor y la fidelidad
no lo has hecho, tan solo te has ocupado en lo superfluo”».
El enamorado preguntó: ¿Cuál es esa quintaesencia?»
«Es el morir y la no-existencia», contestó la amada.
La historia de Rumi proporciona una viva descripción de la experiencia del anonadamiento a través del amor. En los momentos de amor, nos olvidamos de nosotros mismos y nuestra existencia se define por el amor a otro. Para Rumi, el amante sólo está verdaderamente enamorado cuando no se «ve» a sí mismo en relación con su amada. Para transmitir este sentido del anonadamiento en un contexto más tangible, tal vez podamos decir que cuando hacemos algo para otro por amor, sin la expectativa de recompensa alguna o sin ser conscientes de nuestro propio acto meritorio, nos encontramos en el umbral de la experiencia mística del anonadamiento.
En una de sus últimas entrevistas, mi padre dijo que el objetivo del sufismo es el anonadamiento, y a continuación agregó: «Porque solamente cuando uno se transforma en cero, experimenta el infinito». Parafraseando lo que quería decir en este contexto: sólo cuando no experimentamos nuestra propia individualidad experimentamos la divinidad en nosotros mismos y en los otros.
- * El Dr. Javad Nurbakhsh (1926-2008), Maestro de la orden Nematollâhi durante más de 50 años.

El Dr. Alireza Nurbakhsh es el actual Maestro de la Orden Nimatullahi.
Con el fallecimiento de su padre, el Dr. Javad Nurbakhsh, asumió el cargo de líder de la Orden Nimatullahi el 10 de octubre de 2008, de acuerdo con los deseos y la solicitud por escrito de su padre. Su apodo sufí es Reza Ali Shah.