Artículos - Rupert Spira
Foto de Christine Ellger
El Amor es un lugar
(Tercera Parte)
Por Rupert Spira De una charla en Titignano, Italia, 2015¿Cómo algo que es infinito puede asumir la apariencia de algo que es finito? ¿Cómo la Consciencia aparece a sí misma como una multiplicidad y diversidad de seres y objetos?
Con la intención de responder a esta pregunta me gustaría darles una analogía. Imaginad a una mujer llamada María que se queda dormida aquí en Titignano. La mente de María es un todo indivisible, como cada una de nuestras mentes, y María sueña que es Jane caminando por las calles de Nueva York. Así que, la mente de María se ha dormido a su propia naturaleza indivisible, infinita y se imagina en cambio que ha asumido la forma limitada de la mente de Jane. Jane está caminando por las calles de Nueva York, ve a la gente, los coches, los edificios, los cuales desde el punto de vista de Jane todos parecen estar fuera de su mente.
Cuando Jane cierra los ojos las calles de Nueva York desaparecen, por lo que legítimamente concluye que lo que sea que está viendo las calles de Nueva York vive justo detrás de sus ojos. Esta y otras experiencias similares convencen a Jane que el conocer con el que conoce su experiencia vive justo detrás de sus ojos, o en su pecho, en su cuerpo. Todos sus pensamientos, sentimientos y otras actividades y relaciones posteriores son consistentes con esta creencia.
Un día, Jane va a una cafetería, y sentado en la mesa de al lado de ella hay un hombre guapo llamado David. David y Jane se conocen y empiezan a tener una conversación, y Jane siente una misteriosa atracción por él.
Por supuesto, David y Jane, la cafetería y las calles de Nueva York son todas apariencias en la mente infinita de María. La mente de María en sí no ha sido dividida en una multiplicidad y diversidad de objetos y seres. Sigue siendo el mismo todo indivisible sin fisuras que siempre es, y sin embargo ha asumido las apariencias de Jane y David, y el mundo en el que parece, desde su punto de vista, que se encuentran localizados. María podría haber soñado que era David, en lugar de Jane, en las calles de Nueva York, en cuyo caso ella parecería ver su experiencia a través de los ojos de David en vez de los de Jane.
Cuando Jane siente esta misteriosa atracción hacia David y comienzan a salir, ella tiene una sensación extraña de que si pudiera acercarse más a David, el dolor que siente en su corazón, del que ella ha estado tratando de escapar toda su vida, sería de alguna manera aliviado. Ella siente que de alguna manera unirse con David le aliviaría el dolor del que ha estado escapando toda su vida.
Finalmente, ella y David se juntan, y cuando se funden en amistad e intimidad sexual, ella en efecto se siente temporalmente aliviada del dolor de su anhelo. ¿Qué está sucediendo realmente? ¿Por qué Jane siente este anhelo? ¿De dónde viene la intuición de que es posible estar aliviada de su sufrimiento? ¿Y qué pasa con su sufrimiento cuando ella y David se funden?
En este momento de unión hay un pérdida temporal de todas las limitaciones con que Jane se define. Hay un colapso temporal de la mente finita de Jane, y en ese momento ella saborea la esencia de su mente, que es la mente pacífica de María dormida en Titignano.
Ahora, por supuesto, cuando Jane y David se separan, esta suspensión temporal del sufrimiento termina y siente de nuevo todo lo que la define. El sufrimiento brota de nuevo y ella recuerda, «Ah, la última vez que me uní con David el sufrimiento se había ido. Por lo tanto, la unión con una persona, un objeto, una sustancia o una actividad debe ser la manera de deshacerme de mi sufrimiento».
Así que Jane busca una y otra vez al objeto, la sustancia, la actividad o la relación, con el fin de encontrar alivio a su sufrimiento. De hecho, cada vez que se une con el objeto, la actividad, la sustancia o la relación encuentra alivio temporal, y esto aumenta en ella la convicción de que la manera de liberarse de su sufrimiento es adquirir continuamente objetos, actividades, sustancias y relaciones. Ella termina siendo adicta, como la mayoría de las personas lo son, a alguna clase de objeto.
El objeto más sutil, por supuesto, es el pensamiento, y esta es la principal adición. Es gratis y no es mala para nuestra salud, por lo que es una adicción que normalmente no es etiquetada como tal. Sin embargo, es un objeto al que le damos nuestra atención, sobre todo para distraernos de la herida de la separación que todos los seres aparentemente separados llevan a todas partes dentro de sí mismos.
Esta herida de la separación, este anhelo de libertad, paz, felicidad y amor es, en realidad, un eco en Jane de la naturaleza de la mente de María. La mente de María está en paz, libre, durmiendo en Titignano.
Este anhelo de libertad, de paz, de felicidad que cada uno de nosotros siente es el eco en cada una de nuestras mentes finitas, el eco de la verdadera libertad de la Consciencia infinita. No hay otra libertad que la libertad de la Consciencia infinita. La Consciencia infinita es la libertad, la paz y la felicidad en sí, y el deseo que cada uno de nosotros siente por esa libertad, paz, felicidad y amor es la atracción que la Consciencia infinita ejerce sobre la mente finita.
La mente finita siente esa atracción en forma de sufrimiento: «Anhelo la felicidad». El yo separado siente que está haciendo el anhelo, pero no es así. Es la Consciencia infinita que está ejerciendo una fuerza sobre la mente finita, atrayéndola de nuevo hacia sí misma. Es esta atracción de la Consciencia infinita sobre la mente finita lo que la mente finita llama el deseo de felicidad.
Pero para experimentar las calles de Nueva York, María ha tenido que dormirse a su propia naturaleza. María se ha quedado dormida en Titignano, y es sólo como resultado de quedarse dormida que ella es capaz de realizar una de las infinitas posibilidades que existen dentro de ella. Ella podría haber soñado que era Claire en las calles de Tokio. Podría haber soñado que era Annabelle en las calles de Londres. Un número infinito de posibilidades existe en la mente de María. Eligió una de esas posibilidades: ser Jane en las calles de Nueva York.
Pero para que aparezca como Jane en las calles de Nueva York, María tuvo que dormirse a la naturaleza infinita de su propia mente y emerger en la forma de la mente finita de Jane. Es sólo desde el punto de vista de la limitada mente finita de Jane que María fue capaz de experimentar las calles de Nueva York.
De la misma manera, para traer la manifestación a la aparente existencia la Consciencia tiene que dormirse a su propia naturaleza infinita, porque no es posible para algo que es infinito conocer algo que es finito. No hay lugar en el infinito para lo finito.
La manifestación significa forma, y la forma significa límite, así que para experimentar algo limitado, como un universo, la Consciencia debe pasar por alto el conocimiento de su propio Ser ilimitado. Debe dormirse a sí misma y asumir libremente la forma de la mente finita.
En otras palabras, cuando la Consciencia trae la manifestación a la existencia, tiene un precio. La Consciencia olvida el conocimiento de su propio Ser, da a luz al universo dentro de sí misma y luego se encuentra ubicada como un yo (self) en ese universo. Para traer al universo a la existencia aparente, la Consciencia ha tenido que olvidar su naturaleza innata de paz y libertad, y es por eso que «el yo en el mundo» anhela una sola cosa: la paz y la libertad.