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Artículos - Wayne Liquorman

Aceptación y Jnana

Por Wayne Liquorman
Wayne Liquorman

¿A que te refieres cuando hablas de "aceptación"?

Cuando viene la aceptación, corta la implicación y entonces hay paz. No es la paz momentánea que sientes cuando consigues lo que quieres. Y tampoco esa otra paz que es olvido. Más bien es la paz que se da en el centro de la tormenta, en el ojo del huracán. A tu alrededor está el girar de la vida y del vivir, el tumulto que es la vida, pero en el Ojo de la tormenta hay paz. Hay quietud. La aceptación hacia la que estoy apuntando es sinónima de esa paz y quietud.

De modo que, habiendo identificado esto, ¡lo único que tenemos que hacer es aceptar! (Risas). Es tan simple. No es nada, ¿verdad? Quizá hayas notado que la aceptación es imprevisible. ¡No la puedes conseguir por ti mismo! A pesar de tus mejores intenciones, de tus mas concienzudos esfuerzos, la aceptación siempre se desliza entre tus dedos. La aceptación viene, lo mismo que la no aceptación. Viene. La aceptación puede venir en cualquier momento, sin avisar, sin preparación.

Pero no puedes fabricarla, manufacturarla. Y el reconocimiento de que no puedes fabricarla es, en sí mismo, aceptacion. La aceptación puede surgir en cualquier momento y cortar la implicación horizontal. Y cortar la implicación horizontal es paz. Ahora bien, el valor de la comprensión intelectual es que puede surgir en la mente trayendo la aceptación y la comprensión de que Todo es Conciencia, de que todo lo que está ocurriendo no podría ser de otro modo. Eso no quiere decir que no vaya a cambiar al momento siguiente. Pero, en este instante, no podría ser de otro modo. Y el reconocimiento de eso es aceptación. El reconocimiento de que esto ES, es paz.

No tiene nada que ver con la aprobación. No estoy diciendo que tenga que gustarte. Podrías aceptar algo que sea absolutamente horrible, trágico, doloroso. Y en medio del horror, de la tragedia, del dolor, puede haber paz. Y la paz está en la aceptación, en el reconocimiento de LO QUE ES, en este momento.

Cuando esto ocurre, decimos que es una Gracia. Esta comprension, esta aceptacion, este cortar la implicación, esta paz, es una Gracia. Ahora bien, Gracia es, obviamente, un término espiritual muy elegante para la "buena suerte". (Risas.) Cuando las cosas salen como queremos, cuando nos dan algo que nos satisface personalmente, decimos que es una Gracia. Cuando es horrible, decimos que es la voluntad de Dios. (Risas.) Pero lo auténticamente genial de cualquiera de estos dos términos es el reconocimiento de que "yo no lo he hecho". Como agente separado, yo no lo he hecho. Ha entrado en juego algún otro agente, aparte de mi voluntad.

Ramesh Balsekar
Ramesh Balsekar, maestro de Wayne, y a su vez
discípulo directo de Nisargadatta Maharaj

Cuando conocí a Ramesh, y él hablaba de todo esto, pensé que era increíblemente liberador, porque la mayoría de las enseñanzas con que me había encontrado hasta ese momento parecían existir en algún tipo de vacío que no tenía en cuenta ESTO. De algún modo, todo lo espiritual estaba apartado de ESTO: ESTO, esta vida y este vivir, esta actividad cotidiana, este ir a trabajar, hacer el amor, y sacar a pasear al perro, y tomar una comida, y todas esas cosas que de algún modo eran profanas en comparación con la exaltada presencia espiritual. Y lo que Ramesh decía con toda claridad es que ESTO es sagrado. La manifestación con todas sus características, positivas y negativas, las que nos gustan y las que no, las que aprobamos y la que no aprobamos, las que cambiaríamos y la que no. Todas esas cosas, cada aspecto de la manifestación fenoménica es sagrado, y lleva en sí la impronta de Dios.

Ramesh era banquero. ¡El hombre era banquero! Vivía en el mundo. Estaba casado. Tenía hijos. Su espiritualidad abarcaba todo ESTO. Y tenía sentido para mí, resonó conmigo, me sonó verdadera. No me interesaba una espiritualidad en la que tuviera que ir a sentarme a una cueva y dejar consumirse mi carne para dar testimonio de lo espiritual que soy. Me parecía ridículo. Y es ridículo si se hace deliberadamente, para conseguir algo.

Hubo un maestro Zen muy citado que enseñaba: "Corta leña y acarrea agua". Llegué a entender que estaba hablando del trabajo. En nuestros días, el agua y la calefacción nos vienen dados. El trabajo es martillear una terminal de ordenador. Tu trabajo es ir a enseñar algo a un grupo de gente. Tu trabajo es poner gasolina en la estación de servicio. Cualquiera que sea tu trabajo, eso es cortar leña y acarrear agua; eso es hacer ESTO. Eso es tu vida.

Dios está aquí. Aquí mismo. En este momento, en este lugar. No tienes que irte a la India. ¡Gracias a Dios! (Risas estentoreas.)

De hecho, esta mañana alguien preguntaba qué cambia cuando el sentido de hacedor personal desaparece. ¿Qué es? ¿De qué se trata? Francamente, cuando ocurrió, la sensación más clara era que no había ocurrido nada; a nivel muy profundo, NO HABÍA OCURRIDO NADA. Y la iluminación tan deseada no era nada. Literalmente, no era nada . Seis u ocho meses después estaba en India con Rarnesh, hablando con él de este asunto de la iluminación, y él me dijo: "Si alguien me preguntara: ¿Estás iluminado?, creo que tendría que decirle que no".

Y continuó: "Tendría que decir: No, pero aquí hay entendimiento". Ese giro de la frase era perfecto. No. No hay individuos iluminados. Pero hay entendimiento aquí. No aquí (apuntando a su propio cuerpo), sino ¡aquí! (Apuntando al espacio frente a el.) Y ese entendimiento se manifiesta, se hace palpable, en conexión con alguien que viene a buscar, con alguien que quiere saber, y en esa indagación encuentra Resonancia, encuentra conexión. Entonces existe el gurú. El gurú se crea en la relación. En ausencia de relación, sólo hay un mecanismo cuerpo-mente como cualquier otro, que pasa el día haciendo lo que sea, actuando de acuerdo con su naturaleza, reaccionando de acuerdo con su naturaleza, de acuerdo con los dictados del momento. El gurú sólo existe en la relación con el discípulo. De otro modo no hay gurú.

 

¿Podrías hablar del camino de jnana (conocimiento)?

Se suele pensar que el camino del conocimiento o jnana, que es en lo que consiste virtualmente el camino Advaita, está polarmente separado del camino devocional, pero no es así. Está claro que son extensiones de la misma energía, y simplemente se manifiestan de manera diferente según el temperamento básico del "individuo". Algunas personas tienden a ser muy intelectuales, y su principal herramienta de entendimiento es la mente. El camino del conocimiento está particularmente adaptado a individuos con estas características. Otros tienden a ser de naturaleza más emocional, y sienten las cosas desde esta perspectiva, en lugar de procesarlas intelectualmente. Para ellos, el camino de la devoción ―la alegría que se disfruta cantando y estando en presencia del gurú, rindiéndose de ese modo― es más natural y satisfactorio.

Pero estas distinciones son meras nociones. Nadie es exclusivamente intelectual por naturaleza, y nadie es exclusivamente emocional por naturaleza. También hay un tercer camino, que es el camino de hacer buenas obras, de ayudar a los demás, de rendir el yo ejecutando acciones desinteresadas. Estos tres son los senderos (yogas) mencionados en el Bhagavad-Gita y en otras antiguas obras literarias de la tradición hindú. Personalmente, yo no soy muy hindú. De hecho, ¡no tengo nada de hindú! (Riéndose.) Pero, inevitablemente, como mi maestro viene de esa tradición, y yo he publicado sus libros y estoy inmerso en sus enseñanzas (que están enraizadas en la tradición hindú), he recibido parte de ella. Pero no he tomado un nombre hindú ni me pongo ropa especial, porque no me siento bien haciéndolo. (Risas.) No tengo nada en contra de ello. Simplemente no tiene que ver conmigo.

En cualquier caso, estos tres caminos ―jnana yoga, bhakti yoga y karma-yoga― son las opciones que se plantean al describir los "caminos" del buscador. Frecuentemente, el buscador pasará de poner el énfasis en un camino a poner el énfasis en otro, y he oído que en los Upanishads se dice que el movimiento final es entrar en el camino del conocimiento. En algún momento surge la cuestión: "¿Quién es el que se está rindiendo? ¿Quién se está dedicando devotamente al gurú? ¿Quién participa en esos actos desinteresados? ¿Qué está pasando aquí? Exactamente, ¿quien está haciendo esto? Y ésa es la pregunta que recoge la tradición Advaita. Evidentemente, no consigue responderla satisfactoriamente, porque, en último término, ¡la pregunta no tiene respuesta!