Artículos - Rupert Spira
La esencia de la no-dualidad
2. Introducción a la auto-indagación
Por Rupert SpiraTodo el mundo tiene la sensación de «ser yo mismo», pero no todo el mundo se conoce con claridad. En la mayoría de los casos, el sentimiento de «ser yo mismo» está tan mezclado con el contenido de la experiencia ―es decir, nuestros pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones, percepciones, actividades y relaciones― que el conocimiento de nuestro yo está velado u oscurecido, o sólo se conoce parcialmente.
Como resultado de este velo u olvido de nuestro yo o naturaleza esencial, la paz y la felicidad que son inherentes a nuestro yo ―o más bien que son nuestro yo― se oscurecen, y como resultado, comienza una gran búsqueda.
Esta búsqueda nos lleva a un viaje en el que intentamos adquirir paz y felicidad a través de medios objetivos: objetos, sustancias, actividades, estados de ánimo o relaciones. Cuando esta búsqueda nos ha fallado con suficiente frecuencia, podemos recurrir a vías religiosas o espirituales convencionales, buscando la misma plenitud a través de medios más refinados. Pero tarde o temprano esta búsqueda también puede fallarnos.
En algún momento se hace evidente que la paz y la felicidad que anhelamos por encima de todo no pueden derivarse de objetos, sustancias, actividades, estados mentales o relaciones, por refinados que sean. Esta intuición o comprensión puede surgir en nosotros espontáneamente; puede precipitarse en nosotros como resultado de una experiencia de gran sufrimiento o pérdida; o podemos simplemente razonar que la paz y la felicidad duraderas nunca pueden ser el resultado de una experiencia intermitente y objetiva.
Como resultado de esta comprensión, ya sea espontáneamente o por sugerencia de un libro o un amigo, nos damos la vuelta, por así decirlo, y comenzamos a investigar nuestro yo, el único lugar que aún está por explorar. Este giro de la mente, alejándose del contenido de la experiencia, en el que antes buscaba la felicidad, hacia su propia naturaleza esencial, es el primer paso en la Vía Directa y es la esencia de la auto-indagación. También es la forma más elevada de meditación u oración.
La auto-indagación, o investigación de la naturaleza de uno mismo, suele iniciarse con una pregunta como: «¿Cuál es la naturaleza esencial de mí mismo?», «¿Qué es lo que conoce o es consciente de mi experiencia?», «¿Cuál es la naturaleza del conocimiento con el que conozco mi experiencia?», «¿Qué elemento de mi experiencia permanece presente de forma constante a lo largo de toda experiencia cambiante?» o, simplemente, «¿Quién soy yo realmente?» Tales preguntas conducen a la mente por un camino hacia el interior, lejos de los objetos de la experiencia, hacia la esencia misma de la mente.
En esta investigación no hay interés por el contenido de la experiencia, es decir, nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones. La mente se vuelve en la dirección opuesta ―una dirección sin objeto, una dirección sin dirección― hacia el sujeto de la experiencia, hacia el conocedor más que hacia lo conocido.
Al hacerlo, la mente viaja hacia atrás a través de capas de su propia experiencia, descartando todo lo que no es esencial para sí misma ―pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones, percepciones― hasta que sólo queda su esencia o naturaleza esencial e irreductible: el conocer, el ser consciente o la conciencia misma. Ese es nuestro yo o ser esencial.
Este conocer de nuestro propio ser brilla en cada uno de nosotros como el conocimiento «yo» o «yo soy». Sin embargo, esta experiencia sencilla, familiar e íntima de nuestro ser suele pasarse por alto o ignorarse en favor del contenido objetivo de la experiencia, y con este olvido de nuestra naturaleza esencial viene el oscurecimiento de su paz y felicidad innatas. Así pues, el reconocimiento de nuestro yo esencial ―el conocimiento de lo que soy antes de que lo que soy sea coloreado o matizado por la experiencia― es la vía directa hacia la paz y la felicidad.
De este modo, la auto-indagación nos da primero una muestra de la paz y la felicidad que son nuestra naturaleza esencial. Y una vez que hemos reconocido que la paz y la felicidad que anhelamos residen en y como nuestro propio ser, todo lo que queda es establecer nuestro yo allí, como eso, y permitir que cada aspecto de nuestra vida sea informado e impregnado por ello.
Cuanto más claramente comprendemos que la paz y la felicidad son la naturaleza misma de nuestro ser, más profundamente nos sentimos atraídos hacia él, y con el tiempo nuestro interés crece hasta convertirse en un gran amor. La auto-indagación se convierte sin esfuerzo en auto-descanso, auto-suficiencia , y ―gradualmente, en la mayoría de los casos, ocasionalmente de repente― nuestra paz y felicidad innatas comienzan a infundir nuestra vida desde el interior.
Esta infusión de todos los aspectos de nuestra experiencia con la paz y la felicidad que son la naturaleza misma de nuestro ser ocurre de forma natural, pero también podemos cooperar con el proceso. Los medios por los que podemos cooperar con este proceso se pueden encontrar en las meditaciones-yoga de mi sitio web. [En la tercera parte de este artículo encontrará una «Introducción a la meditación-yoga»].