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Artículos - Mirabai Starr

El lenguaje del amor

El corazón inter-espiritual de los místicos

Por Mirabai Starr
Danza sufí

Durante décadas me condicionaron a creer que para participar en una vida espiritual madura necesitaba “elegir una tradición y profundizar en ella”, lo que implicaba que mi atracción por las enseñanzas y prácticas en el corazón de todas las religiones era superficial e indolente. También que el camino del no-dualismo, con su afirmación de la consciencia indiferenciada, era superior a mi disposición devocional. También, que mi experiencia de anhelar a Dios era una ilusión, una especie de mezcla inconsciente de abandono infantil no resuelto y pensamiento mágico. En otras palabras, la energía que alimentaba mi viaje se basaba en una tormenta perfecta de inclinaciones delirantes.

Fue solo cuando el fuego de la pérdida barrió mi vida y quemó el andamiaje hasta los cimientos que todas las construcciones conceptuales se derrumbaron y estos mensajes insidiosos se revelaron como 1) crueles y 2) falsos. De las cenizas del dolor comenzó a surgir un yo transfigurado y más auténtico, y ella no sintió la obligación de elegir un bando. Era judía y sufí, creyente y agnóstica. Practicaba Vipassana y la Oración Centrante, observaba el Shabat y recibía la comunión. Ella descansaba en los benditos momentos de consciencia unitiva y cantaba las alabanzas del Señor Krishna.

No estoy sola. Una tribu de personas se está uniendo en todo el mundo para celebrar una reorientación desde la separación religiosa a la conexión inter-espiritual. Si bien muchos de nosotros hemos sido peregrinos en este camino durante décadas ―a veces sintiéndonos solos en el desierto, a veces reuniéndonos con otros buscadores que se sienten igualmente atraídos por la adoración de lo sagrado en cada lugar santo que encontramos― ahora, por fin, nuestros números parecen estar llegando a un punto de inflexión y lo que era un fenómeno marginal se está convirtiendo en un movimiento global.

El camino inter-espiritual se caracteriza tanto por lo que no es como por lo que es. No es una religión nueva; de hecho, muchos de sus seguidores más entusiastas se consideran “espirituales pero no religiosos”. No tiene credo ni dogma, ni principios ni prohibiciones. Ningún atuendo especial lo distingue y ningún símbolo único representa su filosofía central. Su membresía es tan diversa como el espectro completo de la humanidad. No se trata de creer, sino de actuar. Y la única acción requerida es el amor.

Los místicos de todas las tradiciones ―y aquellos cuyos corazones anhelan a Dios pero no tienen ninguna afiliación religiosa― encarnan este Camino del Amor. El lenguaje que hablan los místicos es el Lenguaje del Amor. Empapado en el anhelo de amor, el místico se disuelve en el océano del Uno. La poesía mística trasciende las distinciones teológicas y neutraliza los ultimátums ideológicos. Estos poemas de amor a Dios no describen la Realidad Última: la evocan. Los poemas de los místicos se deslizan más allá de los guardianes del pensamiento y derriban las puertas del corazón. Al clamar al Sagrado Uno, los poetas extáticos nos ofrecen una conexión directa con el objeto del deseo más profundo de sus almas y la nuestra. La poesía mística genera un campo sagrado, y nos invita a intervenir.

Vea si estos fragmentos llaman a la puerta de su corazón:

Este anhelo es querido para mí.
Este anhelo hace que cada lugar sea sagrado.
Este anhelo,
Demasiado grande para el cielo y la tierra,
Cabe dentro de mi corazón,
Más pequeño que el ojo de una aguja.
(Rumi)

Cuando él habló, mi alma se desvaneció.
Lo busco y no lo encuentro.
Llamo, y no contesta...
Os ruego, hijas de Jerusalén,
Que si encontráis a mi amado
Le digáis que estoy enferma de amor.
(Cantar de los Cantares)

En toda la noche no pude dormir
Por la luz de la luna en mi cama.
Seguí escuchando una voz llamando:
De la nada, Nada respondió "sí".
(Zi Ye)

¡Oh llama de amor viva,
con que ternura penetras
el centro más profundo de mi ser!
Termina lo que empezaste.
Rasga el velo de este dulce encuentro.
(Juan de la Cruz)

Escucha amigo,
Este camino es el corazón que se abre,
Besando sus pies,
Resistencia rota, lágrimas toda la noche.
(Mirabai)

Y como la mariposa
En la ardiente luz te abrasas.
¡Sí! ¡Muere y resucita!
Y en tanto no comprendas
Lo que este lema encierra
Serás un huésped triste
Sobre la oscura tierra.
(Goethe)

La vocación más elevada del místico no es iluminarse, sino convertirse en nada, desaparecer por completo en el Uno. ¡Qué locura! Y, sin embargo, el camino místico tiene que ver con la paradoja. Cuando el amante se funde con el Amado, toda separación se funde y sólo queda el amor; no queda nadie a quien anhelar ni ningún objeto de anhelo, y esto, para el místico, es una buena noticia. Los místicos afirman que su experiencia de unión es inefable y, sin embargo, no pueden resistirse a expresar su encuentro en un exuberante lenguaje poético. La mística se caracteriza por la aniquilación: el alma es la polilla inexorablemente atraída hacia la llama. Al quemarse hasta la muerte, el amante se transforma en el Amado, el yo individual cede a su unidad con lo Divino, el sueño del exilio termina y el espíritu regresa a su fuente.

Es aquí, en el centro de la paradoja perenne, que se hace evidente que todos los caminos espirituales emanan y regresan al mismo corazón universal. Aquí es donde la única respuesta posible a la tranquila bendición de la unión con el Uno es la efusión apasionada del lenguaje del amor. Aquí, el anhelo de Dios no es una enfermedad que hay que curar o una cosa rota que hay que reparar, sino un resquebrajamiento del cáliz del corazón para que, en el vasto espacio que se abre, el Misterio venga a raudales y nos eleve a los brazos del Amor mismo.

Mirabai Starr

Mirabai Starr escribe, habla y dirige retiros sobre las enseñanzas inter-espirituales de los místicos. Conocida por sus revolucionarias traducciones de Juan de la Cruz, Teresa de Ávila y Julián de Norwich, Mirabai convierte las obras maestras místicas en accesibles, hermosas y relevantes para un círculo contemporáneo de buscadores. Sus comentarios sobre la sabiduría interconectada de todas las tradiciones son líricos y evocadores. Mirabai construye puentes no sólo entre las tradiciones religiosas, sino también entre la vida contemplativa y el servicio compasivo, entre cultivar una relación íntima con el Amado y expresar esa intimidad en comunidad, entre el poder transformador de la pérdida y el anhelo de lo sagrado. / Más info