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Artículos - Rupert Spira

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El camino sin camino de simplemente ser

Por Rupert Spira14 diciembre 2023 / 4 agosto 2024

En todas las grandes tradiciones religiosas y espirituales, hay esencialmente tres caminos, y todos los caminos y prácticas se encuadran realmente en uno de estos tres―el camino progresivo, el camino directo y el camino sin camino.

Cada uno de estos tres son caminos hacia nuestra verdadera naturaleza.

El Camino Progresivo comprende muchos caminos; hay un Camino Directo; y no se puede decir que el Camino sin Camino sea realmente un camino. (1)

El Camino Progresivo y el Camino Directo parten de la presunción de separación: la suposición de que cada uno de nosotros es un yo separado en un mundo de objetos y otros discretos. La consecuencia inevitable de esta creencia es la infelicidad interior y el conflicto exterior. En respuesta a esta creencia, el Camino Progresivo da al individuo aparente algo que hacer, a saber, centrarse en un objeto: repetir un mantra, prestar atención a la respiración, practicar yoga, etcétera. Estas prácticas purifican gradualmente el cuerpo y aquietan la mente como preparación para su hundimiento final en su fuente.

En el Camino Directo, en lugar de prestar atención a un objeto de experiencia, giramos nuestra atención y la dirigimos al sujeto de la experiencia, es decir, uno mismo. Esta investigación, también conocida como auto-indagación, suele iniciarse con una pregunta del tipo: «¿Qué es lo que conoce o es consciente de mi experiencia?», «¿Cuál es la naturaleza esencial de mí mismo?», «¿cuál es la esencia de la mente?», o «¿qué es lo que no puede separarse de mí?» o «¿quién soy realmente?»

Tanto el Camino Progresivo como el Camino Directo hacen una concesión compasiva al yo separado que parecemos ser. El Camino Progresivo dice: «atiende a un objeto». El Camino Directo dice: «atiende al sujeto». Si se llevan lo suficientemente lejos, ambos enfoques culminan en nuestra verdadera naturaleza―la consciencia, el ser consciente o, simplemente, el ser en sí.

Y luego está el Camino sin Camino, en el que se entiende que ya somos el yo, o nuestro ser esencial. No podemos avanzar hacia nosotros mismos, ni indirecta ni directamente, porque somos nosotros mismos. Sería como pedirle a alguien que se levantara y diera un paso hacia su cuerpo. No es posible hacerlo, ni indirecta ni directamente, porque ya está―relativamente hablando―en su cuerpo.

A diferencia de los dos primeros, no parte de la presunción de separación. Partimos de la comprensión de nuestra naturaleza esencial, a saber, que somos un ser siempre presente e ilimitado. Un ser consciente. Comienza con la comprensión de la unidad y dice: «simplemente sé». Más allá de eso, hay poca elaboración, ya que el ser no necesita instrucción espiritual. Simplemente empezamos con nuestra verdadera naturaleza y nos quedamos ahí. Simplemente ser es el origen, el camino y la meta. Por eso llamo a este enfoque «el Camino sin Camino».

Tanto el Camino Progresivo como el Camino Directo parten de la presunción de separación: «Soy un yo separado, y voy a emprender algún tipo de práctica espiritual para acercarme y reconocer mi verdadera naturaleza».

En el Camino sin Camino, no hacemos una concesión compasiva al yo separado. Se reconoce que el yo separado es una ilusión (2): Si el yo separado es ilusorio, ¿por qué darle algo que hacer? En este contexto, Ramana Maharshi dijo: «No medites; simplemente sé». Ese es el Camino sin Camino: sólo ser.

La experiencia de simplemente ser puede no parecer gran cosa para la mente que conoce los objetos; sin embargo, es la meditación más elevada y la oración última. Es a lo que se refieren los maestros zen cuando dicen: «Muéstrame tu rostro original antes de nacer». Es a lo que se refería Jesús cuando dijo: «Antes de que Abraham fuera, yo soy». Es lo que Buda evocó en su Sermón de la Flor, en el que simplemente levantó una flor. Es la práctica de la presencia de Dios.

Tanto el Camino Progresivo como el Camino Directo requieren cierto esfuerzo, cierta práctica, cierta disciplina. En el caso del camino progresivo, la concentración o dirección de la atención. En el Camino Directo, hay que relajar, hundir o remontar nuestra atención a su fuente―el hecho de simplemente ser, o ser consciente.

Pero en el Camino sin Camino, no es necesario, ni siquiera posible, tal esfuerzo. Un esfuerzo sólo sería necesario para dar un paso fuera de nosotros mismos. Pero ya somos nosotros mismos. No «nosotros mismos, la persona», una mezcla de pensamientos, sentimientos, sensaciones, percepciones, etc., que normalmente consideramos que somos, sino el ser que somos verdadera y esencialmente―un ser siempre presente, ilimitado, consciente de sí mismo, cuya naturaleza es la paz y la alegría tranquila.

Tarde o temprano, todas las enseñanzas, caminos y prácticas se disuelven en el ser. No hay enseñanza, ni maestro, ni práctica. Ashtavakra se refirió a este Camino sin Camino de simplemente ser cuando dijo: «La felicidad pertenece a esa persona supremamente perezosa para la que incluso pestañear es demasiado problema».

La experiencia de simplemente ser es anterior e independiente de cualquier otra experiencia―pensamientos, sentimientos, sensaciones, percepciones, etc.―, igual que la pantalla es anterior e independiente de todo lo que ocurre en la película.

El hecho de simplemente ser es nuestra naturaleza primordial. Es lo que somos antes de ser personas. Antes de ser un ser humano, somos simplemente ser.

«Simplemente ser» es la respuesta experimental al koan zen: ¿quién eres antes de nacer?

No hay camino desde uno mismo hacia uno mismo y, por lo tanto, no hay lugar para el esfuerzo o la práctica. Es una especie de no práctica.

El Camino sin Camino podría describirse como quedarse profundamente dormido sin dejar de estar completamente despierto. Y, como tal, tiene tanto el sello de estar dormido como el de estar despierto.

Tiene el silencio y la paz del sueño profundo, pero el estado de alerta o despierto del estado de vigilia ―lo que podríamos llamar sueño despierto o paz alerta―, en el que la mente no se dirige hacia el interior, hacia nuestros pensamientos y sentimientos, ni hacia el exterior, hacia el mundo.

La mente simplemente descansa en ese lugar sin lugar entre los mundos interior y exterior.

Notas:
  1. Al describir estos caminos, no quiero decir que uno sea mejor que otro. Simplemente estoy dibujando un mapa para que puedas situar tu propia práctica en el contexto de las grandes tradiciones de sabiduría.
  2. Decir que el yo separado es una ilusión no significa que no sea real; significa que no es lo que parece ser.