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Artículos - Open Sky Press

Aham Sphurana

Diálogos inéditos con Ramana Maharshi

Aham Sphurana contiene una gran cantidad de diálogos inéditos con Sri Ramana Maharshi.
Ofrece nuevas perspectivas sobre la vida y la obra del sabio del monte Arunachala.

El libro, Aham Sphurana, recién publicado en español, reúne una variada colección de fascinantes diálogos inéditos entre Bhagavan Sri Ramana Maharshi y quienes lo visitaron en el verano de 1936 en su ashram, situado al pie del sagrado monte Arunachala, en el sur de la India. En aquel momento, Ramana tenía 56 años, y aparece como un hombre vital y activo que no solo permanecía en silencio o enseñaba sentado en el sofá, sino que participaba con plena conciencia y energía en la vida cotidiana y en la organización del ashram.

En 1934, el periodista británico Paul Brunton, que había visitado el ashram, dio a conocer a Ramana a un público occidental más amplio gracias a su libro La India secreta (A Search in Secret India). Allí escribió: «Este hombre tiene algo que capta mi atención, como las limaduras de hierro atraídas por un imán. No puedo apartar mi mirada de él. Las preguntas, una tras otra, se desvanecen en mi».

En los años siguientes no solo se reunieron devotos de toda la India en torno a Ramana, sino que también comenzaron a llegar buscadores espirituales serios del Occidente. A menudo viajaban durante semanas en barco hasta Bombay, luego en tren hacia el sur, hasta Chennai, y de allí a Tiruvannamalai. Los últimos 20 kilómetros los recorrían por caminos irregulares en sencillos carros de bueyes. Animados por una intensa pasión por la realización del Ser, estos buscadores llegaban al ashram y contribuían a la atmósfera espiritual única que allí se respiraba.

En aquel intenso verano de 1936 también llegó al ashram el joven y culto indio Gajapathi Aiyyer. Reconoció a Ramana como su gurú y se entregó por completo a él, sintiendo rápidamente una profunda conexión del corazón. Permaneció allí seis meses y, durante ese tiempo, tomó notas diarias y detalladas de las conversaciones que Ramana mantenía con visitantes de todo el mundo en la sala, así como de los acontecimientos cotidianos en el ashram. Sus escritos ofrecen, por un lado, una imagen insólita y completa de la vida diaria en el ashram y, por otro, nos muestran a Ramana como un ser humano, desplegando toda su complejidad, profundidad y presencia de forma viva y palpable. Es como si el lector estuviera allí mismo, participando en lo que ocurría.

Este valioso conjunto de registros constituye la base del nuevo libro Aham Sphurana, que presenta una selección cuidadosamente elaborada a partir del manuscrito original de Gajapathi.

El libro comienza con una introducción que sitúa al lector en el contexto de aquella época y de aquel lugar, seguida de un capítulo sobre las enseñanzas esenciales. Estas forman el fundamento de los diálogos y observaciones que siguen, presentados en orden cronológico de julio a septiembre de 1936. En ellos también encontramos a conocidos residentes occidentales del ashram como el mayor Chadwick, Samuel Cohen y el señor Knowles. Estos diálogos abarcan todos los aspectos fundamentales de las enseñanzas de Ramana. Las preguntas, profundamente sentidas, apuntan directamente al núcleo de la práctica espiritual y a la esencia del Advaita, y Ramana siempre ofrece respuestas luminosas:

Pregunta: ¿Cómo ser el Ser?
Bhagavan: Tú (como el ser personal) estás sentado encima del Ser real. Levántate y sal de ahí. Esto será suficiente.

P: ¿Cómo se hace eso?
B: Deja de creer para siempre en la existencia del «yo» personal. Entonces, el hechizo se disolverá por sí mismo.

P: ¿Debo entender que mi «yo» personal es irreal e inexistente? Este es el «yo» que siempre he conocido. Ahora Bhagavan me dice que es inexistente. Nunca he visto ni conocido el absoluto impersonal, el Brahman. Sin embargo, se espera que crea que yo soy eso y que, en realidad, solo eso existe.
B: No se te pide que creas en nada. Cuando se te pide que abandones toda creencia, preguntas qué creencia debes poner en su lugar. Lo que Bhagavan dice es: «Deja de creer en la existencia del «yo» personal. Tú lo has interpretado incorrectamente como: «Cree en la no-existencia del «yo» personal».

Otro visitante le preguntó a Ramana:

P: ¿Cuál es el sentido de la vida?
B: Es descubrir la respuesta correcta a esta pregunta.

P: ¿Cuál es la respuesta correcta?
B: La vida.

P: No lo entiendo
B: La vida no cuestiona su propio propósito. No tiene preguntas ni quejas, no guarda rencores. Por lo tanto, está en paz perpetua. Tú, en cambio, pareces carecer de paz; es por eso que haces estas preguntas. Si te haces idéntico e inseparable de la vida, no surgirán más preguntas sobre ella o sobre cualquier otra cosa que te arroje al barrizal del tumulto interior y de la preocupación. Eso te mantendrá en paz. Por tanto, su propósito es integrar tu vida en la vida para que tormentos como esta pregunta dejen de angustiarte. Entonces, permanecerás como la vida o la paz misma. Así pues, el propósito de la vida es la vida.

P: Las palabras de Bhagvan me parecen crípticas.
B: Da la vuelta a la montaña esta tarde. Encontrarás la paz que buscas.

P: ¿Otorga esta montaña jnana [conocimiento espiritual] a quienes piensan en ella una sola vez?
B: Poorna sharanagathi [renuncia total].

P: ¿Qué significa?
B: Abandonar toda preocupación. Deja que pase lo que tenga que pasar. Lo que venga, que venga. Lo que se vaya, déjalo ir. Observa lo que queda.

P: ¿Cómo hacer esto?
B: Investiga: «¿Quién soy yo?». No se trata de articular verbal o mentalmente la pregunta sino solo de esto: tú dices «yo soy», averigua quién «es». Encuentra la fuente del pensamiento y quédate ahí para siempre.

Ramana amaba a los animales y siempre los integró en sus enseñanzas. En la época actual, en la que nuestra falta de conexión ha provocado una devastadora crisis climática, resulta especialmente significativo ver cómo Ramana reconocía y vivía la unidad de todo lo existente, incluida la relación entre seres humanos y animales. La vaca Lakshmi pasó muchos años en el ashram y se convirtió, a su manera, en una cercana devota de Ramana. Cuando murió, él la declaró un ser iluminado y pidió que se erigiera un monumento en su honor dentro del ashram.

En Aham Sphurana Ramana también relata cómo los monos lo visitaban cuando todavía vivía en una pequeña cueva en la montaña. En particular, un mono llamado Shabarigirisan parecía mostrar un interés espiritual; y después de que Ramana le explicara el método de la auto-indagación, ¡el mono aparentemente entró en un estado de samadhi!

Una enseñanza práctica y conmovedora la encontramos en el capítulo Un pequeño niño sabio. Un buscador espiritual había acudido con su familia al ashram, y su pequeño hijo jugaba con un pambaram (trompo). Un colaborador del ashram, pensando que el ruido podría molestar a los meditadores, intentó quitárselo. Entonces el padre del niño, avergonzado, se disculpó por la molestia y retiró apresuradamente el trompo. Ramana, divertido, observó:

«Mira, tu hijo ha respondido a tu pregunta».

P: No entiendo lo que Bhagavan trata de decirme. Espero sinceramente que perdone a mi ignorante hijo por haber molestado.
B: Ayer hiciste una pregunta sobre el prarabdha del jnani.¿Recuerdas?

P: Sí, yo tenía una duda. Si el jnani ha trascendido todo prarabdha, ¿cómo es que todavía tiene un cuerpo? Pero Bhagavan me hizo callar diciendo:«¿Por qué te preocupas por los jnanis? Ocúpate de ti mismo en primer lugar. Cuando se descubre la verdad sobre el propio Ser, desaparecen todas las dudas».
B: ¿Te has fijado en lo que ha dicho tu hijo? ¿Cuál ha sido su petición? Dejaría de jugar con su pambaram, pero esa sesión de rotación debía terminar de forma natural. Tú, por supuesto, no has prestado atención a su ruego, sino que has parado el pambaram inmediatamente.
Pero Ishwara no es así. El prarabdha asociado al cuerpo del jnani debe agotarse inevitablemente. Hay que recordar, sin embargo, que esta explicación no es válida en lo que concierne al jnani. Desde su punto de vista, él ya no tiene ningún cuerpo. Solo el observador piensa que el jnani es el cuerpo, el propio jnani no comete ese error. El cuerpo, siendo insensible, no puede decir: «Mira aquí, yo soy tú. Debes cuidar bien de mí, que soy tú». Eres tú quien imagina: «Yo soy el cuerpo». Acaba con esa identificación imaginaria y todo irá bien.

Ramana Maharshi dejó su cuerpo en 1950, pero su presencia sigue siendo claramente perceptible, especialmente en el sagrado monte Arunachala. Su ashram se mantiene con esmero y atrae a numerosos buscadores sinceros a su hermosa y energéticamente poderosa sala del samadhi. Esta vitalidad inquebrantable fue también una motivación para asumir la extensa tarea de transformar el manuscrito original de Gajapathi Aiyyer ―inédito y sin formato― en un libro cuidadosamente editado, deliberadamente estructurado y de gran belleza estética.

Aham Sphurana contiene en su mayoría material hasta ahora desconocido e inédito. Por ello, no solo fascinará a los lectores que aún no conocen a Ramana, sino que también tocará profundamente y enriquecerá a quienes ya están familiarizados con él. Swami Hamsananda, que trabajó durante muchos años en el departamento de publicaciones del ashram de Ramana y que ahora dirige su propio y reconocido ashram cerca del Arunachala, describe en el prólogo el libro con entusiasmo como «un cofre del tesoro de sabiduría para los buscadores de la verdad y, en particular, para los devotos de Bhagavan».