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Extractos - Richard Sylvester

Richard Sylvester

“No hay persona”

Por Richard Sylvester

La cuestión fundamental de lo que estamos comentando es que en realidad no hay nadie, no hay persona. La sensación de que hay una persona es como una especie de truco, una apariencia. Da la impresión de que la consciencia se haya condensado en el espacio en el que está situado este individuo que parece separado de todos los demás. Lo que ocurre en el despertar es que se produce la súbita visión, a menudo solo durante una fracción de segundo, de que la consciencia está en todas partes, aunque eso no lo ve nadie porque durante esa fracción de segundo la persona no está allí. Mientras la persona está presente, la visión está ausente. Pero entonces, súbitamente, la persona ya no está y se produce esa visión. Inmediatamente después, la persona regresa, posiblemente sumida en alguna clase de fuerte impresión y la visión vuelve a desaparecer.

Cuando la persona regresa puede sentirse inclinada a contar algún tipo de historia fantástica sobre el suceso y a reclamarlo como propio. Si esa persona estaba siguiendo una senda espiritual o relacionándose con gurús antes de desaparecer, cuando regresa puede sentirse tentada a contar una historia que atañe a su propio desarrollo espiritual. Tiende a relacionarlo con algún tipo de esfuerzo espiritual que haya realizado y piensa que es algo que ella ha conseguido.

En realidad, en esa fracción de segundo se ve que nunca hubo nadie que pudiera haber hecho algún esfuerzo. La idea de que una persona ficticia pueda llevarse a sí misma a ver que ella misma es irreal es completamente absurda. Espero que suene absurda. Es lo que se pretende.

Pero este no es el único modo en que sucede el despertar. También hay personas a las que no les sucede el evento de tener esa visión de una fracción de segundo. Simplemente, parecen deslizarse en el despertar sin apenas darse cuenta.

Más adelante, puede darse otro suceso tras el cual la persona no regresa y la visión de que la persona es simplemente una apariencia permanece. También puede producirse sencillamente un deslizamiento hacia eso. No tiene por qué tratarse de un evento que produzca una sensación momentánea. Ahora se ve “permanentemente” que no hay persona. Utilizo la palabra “permanentemente” porque la persona no regresa para reclamar el suceso como propio y, además, ahora se sabe que cualquier cosa que parezca estar sucediendo no tiene nada que ver con lo que se ha experimentado previamente como persona.

También se ve que, puesto que no hay persona, no hay elección. Lo que sucede en esta habitación no es más que la consciencia escuchándose a sí misma hablar de sí misma, porque eso parece fascinarla durante un cierto tiempo.

Aunque la mayor parte del tiempo la consciencia parece estar más a gusto tomando copas en un bar, salvando al planeta o viendo la televisión, hay momentos en los que le encanta mirarse a sí misma hablar de sí misma, mientras se escucha a sí misma.

Leo Hartong utiliza la expresión “Despertar al sueño” como título de su libro sobre la no dualidad. Cuando se ve la liberación, en el mundo fenoménico no cambia nada —hay que seguir cambiando el aceite al coche, hay que seguir alimentando al canario—, pero ahora se ve que todo es un sueño. Ha habido un despertar, pero nadie ha despertado del sueño. Solamente se ha despertado a la realidad de que esto es un sueño y de que la persona solamente es un personaje de ese sueño.

Cuando sueñas por la noche, crees a pies juntillas que lo que estás experimentando es real. Quizá sueñes que estás corriendo por una carretera tras un caballo al que de pronto le crecen alas y desaparece volando en el cielo. Y mientras lo estás soñando, es totalmente verosímil. Pero un segundo después, te despiertas y sabes que solo era un sueño, que no era real. Cuando te despiertas por la mañana tienes la completa seguridad de que el sueño no era real por muy convincente que fuera mientras estabas dormido.

El despertar y la liberación se refieren a la percepción de que la vida cotidiana es un sueño. Mientras siga estando presente el sentimiento de ser una persona separada, seguirá estando presente la convicción de que esto es real. Pero cuando se ve la liberación y se tiene claro que no hay una persona separada, se ve que esto es un sueño. Del mismo modo que por la mañana se sabe que el caballo alado no era real, ahora se sabe que la sensación de que aquí hay una persona que está separada de todas las demás y que hace cosas por su propia voluntad tampoco es real.

La liberación no cambia los fenómenos que se experimentan. Las personas que siguen las sendas espirituales y frecuentan a los gurús suelen desarrollar apasionantes teorías acerca del fenómeno de la iluminación. La iluminación puede parecer un estado maravilloso, pero no tiene nada que ver con la liberación. En la liberación los fenómenos permanecen exactamente igual. Simplemente se ve que no hay separación.

Así que se podría decir que estar despierto o estar dormido es lo mismo, pero eso no es lo que se siente cuando se está dormido. Cuando se está dormido y surge el interés por la idea del despertar, da la impresión de que hubiera algo fascinante que descubrir. Las sendas espirituales tienden a desarrollarse en torno a esta idea. La mente desarrolla alambicadas historias sobre los caminos espirituales que insisten en que hay algo maravilloso que se puede descubrir y que, rondando por ahí, probablemente en la India, hay personas extraordinarias que ya lo han descubierto. Un día yo también podré descubrirlo y entonces tendré poderes especiales y me sentiré constantemente feliz y mis amigos me envidiarán... Solo es una historia elaborada por la mente, pero no es fácil que me dé cuenta mientras estoy dormido.

Actualmente, hay numerosos personajes que hablan acerca de la no-dualidad. Muchos de ellos se autodenominan “maestros” y debo decir que yo me pondría en guardia ante ellos porque no hay nada que enseñar sobre esto. Lo único que se puede hacer es tratar de dar una descripción de la no-dualidad mientras se reconoce que en realidad es indescriptible. Y puesto que no es posible describirla, estamos abocados al fracaso, así que ya podemos relajarnos.

Los maestros espirituales hablan de llegar a ser, de la necesidad de mejorar de una persona que se siente inadaptada. El camino espiritual solamente lo sigue aquel que siente que es necesario convertirse en una persona mejor para merecer la iluminación. La paradoja es que nos ponemos en marcha a lo largo de ese camino espiritual con el fin de mejorar como personas, pero en realidad nunca ha habido nadie que necesite mejorar. Y cuando se ve que no hay nadie, la mera idea de tomar decisiones se torna ridícula y desaparece. Eres la marioneta divina. Eres un personaje alumbrado por la unidad. ¿Cómo podrías mejorar?

Extracto de una entrevista en noviembre de 2005
Fuente: Richard Sylvester. Espero que mueras pronto (Trompa de Elefante, 2016)