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Extractos - Sankara

La ola de dicha del alma libre

Shankaracharya

Basado en una traducción francesa de René Allard
Pintura china

Cuando, a través de toda la ciudad, contempla la abigarrada imagen de los ciudadanos, hombres y mujeres de diversos nombres y aspectos, bien vestidos y adornados con joyas de oro, y mientras se entretiene con ellos, un espectador puro dentro de sí mismo, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando, en el bosque, admira los árboles que se arquean debido a la carga de sus hojas y frutos y su corazón se hincha ante el gorjear de las bandadas de aves ocultas en el espeso follaje, su asiento, noche y día, sólo un pequeño trozo de tierra al pie de un árbol, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando se aloja en un templo, otro día en un palacio suntuoso, a veces en una roca, a veces a la orilla de un río, o cuando comparte la cabaña de algún eminente y pacífico ermitaño, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando se distrae con los niños que ríen y aplauden, o con una joven y hermosa mujer, o cuando discute con ancianos amargados, o con hombres completamente diferentes, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando conversa largamente con expertos que saborean las delicias del conocimiento, o con poetas cuyos labios llevan la esencia misma del arte poético, en otras ocasiones con lógicos brillantes enamorados de las deducciones, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando, a través de la meditación constante, lleva a cabo una celebración divina con muy fragantes y apropiadas flores, o con las inmaculadas hojas, cuando su dichosa mente se entrega por completo a la alabanza, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando recita los nombres de Ella, quien es favorable a todos los seres, o de Él, que confiere tranquilidad, o de Quién penetra todas las cosas, o cuando recita los nombres del Conductor del elenco divino, o de Aquel que manifiesta el universo, y la beatitud inunda sus ojos con lágrimas, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando se purifica en las aguas del Ganges, cuando usa el agua de un pozo o de un estanque, ya sea que el agua esté fría, o templada y agradable, o cuando su cuerpo, cubierto de cenizas, aparece como alcanfor, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando, en el estado de vigilia, se ocupa de los sentidos y sus objetos, cuando percibe los objetos en el estado de sueño, o cuando es uno con la dicha ininterrumpida del sueño profundo, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando está desnudo, cuando está vestido como un dios, o cuando lleva alrededor de sus espaldas una piel de león, siempre magnánimo, despreocupado, y sembrando gozo en los corazones de quienes se acercan a él, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando los principios internos de la claridad, el movimiento y la expansión están activos en él, a veces en la corriente de la existencia condicionada, a veces disfrutando del camino de la revelación, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando permanece callado o cuando prefiere hablar, cuando su felicidad última silencia su voz o le hace reír a carcajadas, o cuando se interesa demasiado en algún asunto mundano, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando introduce vino sutil en las exuberantes bocas de loto de las mujeres, o cuando acepta a través de su propia boca lo que ellas ofrecen, demostrando así que el yo y el otro no ensucian la naturaleza no-dual, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando se complace en la compañía de los fieles de Shiva o de su consorte Shakti, cuando vive entre los adoradores de Vishnu, o entre los adoradores de Surya o Ganesha, liberado por la no-dualidad de todo lo que divide, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando percibe la esencia pura a través de infinitas variedades de cualidades y distinciones, a veces disfrazadas de alguna forma y a veces sin forma, esencia que es suya y de Shiva, cuando ante esta maravilla clama, “¡Qué es esto!”, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Cuando percibe la dualidad como siendo también verdad, como el devenir del Ser, según las grandes palabras reveladas cuyo profundo significado ha meditado y comprendido, cuando, una vez desaparecida la ilusión de la dualidad no unificada, repite incesantemente “¡Shiva, Shiva, Shiva!”, el sabio, cuya ignorancia ha sido abolida por la iniciación de su gurú, está libre de ilusión.

Él goza permanentemente de la liberación, siempre establecido en la suprema realidad del Ser (Shiva), que alcanzó de inmediato gracias a la mirada compasiva de su gurú, como si fuera un néctar, buceando una y otra vez en el lago de la beatitud innata. Su comportamiento es perfecto, es el mejor entre los hombres y el poeta proclama que es un verdadero renunciante, un yogui consumado, un auténtico profeta.