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Extractos - Anandamayi Ma

Enseñanzas de Ma Anandamayí - 2

Por Bithika Mukerji
Vida y enseñanzas de Sri Ma Anandamayí

Sri Ma recibía cartas de muy distintos países. Atmanandají (Blanca Schlamm) podía leer y contestar cartas en francés, alemán e inglés y, para los otros idiomas, buscaba la ayuda de gente competente. A continuación reproducimos una carta que ella hizo pública:

Carta del extranjero:

«Madre, ¿somos amigos?
Madre, ¿me quieres?
Puedes llegar hasta mí aquí?
Dices que estás aquí. ¿Por qué no te me apareces?
¿Soy demasiado impuro?
¿No soy sincero?»

Respuesta de Sri Ma a esta carta:

«Dios es el Padre, la Madre, el Amado, el Amigo y el Compañero Supremos. Por supuesto que es un amigo. De hecho, es el amigo. Todo lo que se ve es la manifestación del Señor. Él es el auténtico amigo. Cualquier sufrimiento y dolor se debe al sentido del “yo” y de la posesión. El mundo es la creación de Dios. En dios está todo y todos. ¿Dónde no está Dios? Así es como Ma está siempre cerca, a pesar de que el cuerpo no llegue a todas partes. En el paramatma (Ser Supremo) no hay cabida para la impureza o la insinceridad».

 

En 1929 Sri Ma entró en contacto con un grupo de catedráticos de filosofía, tales como Mahendra Nath Sarkar, Nálini Kanta Brahmá, Guírija Shánkar Bhattracharia y otros, con los que mantuvo una relación durante años. Nálini Kanta Brahmá redactó un escrito para demostrar que la filosofía de Sri Ma no era un universalismo, sino una síntesis perfecta de dos de los principios de la filosofía advaita que parecen ser contradictorios: sarvam khalvidam brahma (Todo esto es Brahman) y neti, netí (esto no, esto no), es decir «Nada de esto es Brahman».

Entre otros estudiosos que acabaron siendo bastante allegados destaca el Dr. T.M.P. Mahadevan, el cual la conoció en Madrás en 1952 cuando le pidieron que hiciera de intérprete. Aunque él no sabía ni una palabra de hindi, el lenguaje de Sri Ma era tan filosófico que su labor de interpretación fue todo un éxito. S.S. Cohen escribió: «El 1 de noviembre el Dr. T.M.P. Mahadevan, catedrático del departamento de filosofía de la universidad de Madrás, se encargó de la difícil labor de hacer la traducción simultánea de las respuestas de Matají*. Al día siguiente escribió este resumen de la charla:

*Matají es un término hindi que significa “respetada madre”.

“Cuando surgen preguntas, también hay respuestas. ¿Quién pregunta a quién? En todas partes no hay más que un solo Atman: tú eres eso. Donde hay dualidad, hay infelicidad. Eres no-dual, eres eterno. Buscas y deseas la verdad, el conocimiento, la felicidad suprema, porque eres eso. Nadie desea mritin, ajñana, dukha (muerte, ignorancia, sufrimiento). Es cierto que lo malo produce en el hombre una fascinación que le atrae y le hace caer, lo cual se debe a las vásanas, que quiere decir el no-reconocimiento (na) de la existencia de Dios (vasa). Para contrarrestarlo, uno debe sentirse atraído hacia Dios, el auténtico Ser de uno mismo”.

Pregunta: “¿Cómo saber si existe la reencarnación?”

Sri Ma: “Sí, la ignorancia es un hecho. Entonces, ¿para qué plantearse si hay reencarnación? Uno no sabe lo que le va a pasar al instante siguiente. Sin embargo, existe el conocimiento. Aquellos que han atravesado el velo de la ignorancia nos dicen que somos el atman eterno”».

En 1955 el Dr. Mahadevan solicitó a Sri Ma que diera un mensaje para el «Simposio de todos los credos» que se iba a celebrar en Madrás. Después de repetidos esfuerzos, Didi consiguió obtener la siguiente vani (palabras) en respuesta a su solicitud:

«¡Oh Ser Inmortal!
Encamina tu peregrinaje por el sendero de la Inmortalidad.
¡Oh Ser Inmortal, oh Caminante Inmortal, permanece
siempre establecido en Tu propio Ser!»

 

Nétaji Subhásh Chandra Bose* fue a ver a Sri Ma mientras estaba en el templo de Dakshinéshwar, cerca de Calcuta (1935). Estaba sentada sobre una plataforma debajo de un gran árbol. Sus acompañantes y Subhásh Chandra se sentaron en el suelo, delante y en torno a ella. Como ni la una ni el otro hablaban, durante un rato hubo un silencio absoluto. Entonces alguien le presentó a Subhásh Chandra, y Sri Ma dijo: «Conocí a su hermano en Ahmedabad», a lo que él respondió: «¿Usted ha pasado por Ahmedabad?». Sri Ma: «Sí». De nuevo se volvió a producir un silencio. Resultaba evidente que ni él tenía nada que preguntar ni ella nada que decir.

*El nacionalista Subhásh Chandra Bose fue el creador del «Ejército Nacional Indio» o «Indian National Army», que combatió contra los ingleses en Birmania durante la II Guerra Mundial.

Incitado por el ligero codeo de algunos de los presentes, Amulia Kumar rompió la atmósfera de silencio haciendo una pregunta sobre un tema relevante: «Ma, ¿se puede servir a Dios sirviendo a la patria?». Sri Ma le dijo a Subhásh Chandra: «Pitaji, responda usted a esta pregunta. ¿Se puede alcanzar a Dios?».

Subhásh Chandra: «¿Le sigo yo la pista a Dios?» (Todos se rieron).
Sri Ma (sonriendo también): «¿Qué pista sigue usted?».
Subhásh Chandra: «¡Esa pregunta no iba dirigida a mi!».
Sri Ma: «Usted es la razón de esa pregunta (mirando a Amulia Kumar). ¿No así?».
Amulia Kumar: «Sí».
Sri Ma: «¡Pues venga, diga algo! Digámoslo así: ¿por qué trabaja para su país? Si nos puede decir los beneficios de ese servicio, entonces todo el mundo querrá participar. Me han dicho que es usted un gran orador. Díganos algo».
Subhásh Chandra (sonriendo): «No he venido aquí a echar un discurso. Me hace feliz servir a mi país y por eso lo hago».
Sri Ma: «¿Esa felicidad es permanente?».
Subhásh Chandra: «La palabra “permanente” resulta difícil».
Sri Ma: «Aquello que dura para siempre es permanente. El ocuparse de servir al Ser de uno mismo genera una felicidad permanente. Además, cuando el servicio es genuino, entonces está asegurada la felicidad eterna. Pitaji, ¿realiza usted un servicio de ese tipo?».

Antes de que Subhásh Chandra pudiera responder, una mujer se metió en la conversación y apartó la atención de Sri Ma de ese tema. Pero después de haber atendido a su problema, se volvió de nuevo hacia Subhásh Chandra y le dijo: «Pitaji, ¿no nos va a decir nada?».

Subhásh Chandra: «¡Pero si es que he venido aquí a escuchar, no a hablar!».

Sri Ma: «¿Sólo para escuchar? ¿Escuchará usted lo que yo diga? ¿Hará usted lo que le diga que haga?».

Subhásh Chandra: «No se lo puedo prometer. Sólo puedo decir que lo intentaré».

Sri Ma: «Mire, Pitaji, cualquier acción que hacemos es el resultado de una sensación de carencia. Es cierto que cuando se cubre esa carencia nos sentimos felices. Sin embargo, todas las acciones que se hacen en el mundo generan nuevos deseos... Por esa razón se dice que la acción vinculada con el mundo siempre es incompleta y sólo nos aporta una dicha fragmentada. La acción vinculada con el Ser nos aporta verdadera felicidad... Usted tiene una gran alma. Intente elevar sus capacidades aún más. El servicio que hace a la nación también es la consecuencia de una carencia y la felicidad que le proporciona será transitoria. Todo el mundo está buscando esa Dicha continuada que no tiene fin. Sólo aquellas acciones que tengan como fin descubrir la auténtica naturaleza de uno aportarán auténtica Dicha o Felicidad Suprema. Pero puede que usted objete: “¡Qué sentido tiene que yo alcance un estado de Dicha cuando todo el mundo está sumido en un sufrimiento interminable!”. A eso se puede responder diciendo que si uno alcanza esa Dicha, se la podrá impartir a los demás también».

Subhásh Chandra: «¿Qué actividad es esa que constituye una búsqueda de la verdadera naturaleza de uno mismo?».

Sri Ma habló extensamente sobre la auténtica naturaleza y también sobre formas de ser que le apartan a uno de su propia naturaleza, pero sin responder directamente a la pregunta. Entonces él volvió a insistir: «Pero no me está diciendo cuál es la forma de alcanzar eso». En ese punto la señora que había hablado antes volvió a interrumpir la conversación dando su propia comprensión de las palabras de Sri Ma. Amulia Kumar, Bhúpati Babu, Naguén Babu y otros hombres serios consideraron que la sesión quedó incompleta e insatisfactoria porque Sri Ma no tuvo oportunidad de responder a la pregunta de Subhásh Chandra, el cual, al poco rato, hizo pranam*, se despidió y se marchó a Calcuta.

* Pranâm. “Saludo supremo”; prosternación hecha a los pies de un rey, de un sabio, de un Dios, o de cualquier objeto sagrado.