Extractos - Jac O'Keeffe

El estado natural
Por Jac O'KeeffeTodo lo que cualquier adulto necesita en un momento dado es alimento, ropa y abrigo. Todo lo demás que piensas que necesitas es producto del deseo. Y nunca llega el momento en que el deseo está plenamente satisfecho. Se trata simplemente de una creencia unida a una intensa identificación que puede desembocar en obsesión. Si los deseos satisfechos ofrecieran la felicidad, el mundo sería un lugar más alegre donde vivir. Si te interesa la liberación, has de estar dispuesto a abandonar tus deseos. No obstante, si estás apegado a los deseos hasta el punto de querer realizar estas metas auto-creadas, entonces sigue ese camino. En este ciclo, el conocimiento espiritual no suscitará tu interés más allá de la curiosidad intelectual.
Sé siempre honesto contigo mismo. No puedes vivir desde un nivel de conciencia que no has alcanzado. En cierto momento de tu evolución, te das cuenta que nada que el mundo pueda ofrecerte satisfará tu profundo anhelo de verdad. Entonces tu interés por las cosas del mundo se cae de manera natural. Algunos adoptan esta posición intelectualmente, defendiendo que son inmunes al dolor debido a sus creencias espirituales. Invariablemente, la vida les ofrece una incómoda lección de humildad y reubica su lugar en el esquema de las cosas. No es posible fingir el anhelo por la verdad. Hay un tirón interno que culmina en la toma de conciencia de que no estás apegado a ninguna cosa de tu vida, de que estás preparado para alejarte de todo ello y abandonar todos los deseos. No obstante, llegado a este punto también sabes que no hay ningún otro lugar adonde ir, al menos un lugar físico.
Muchos se han convertido en buscadores espirituales. Van pasando de una filosofía esotérica a otra, siempre buscando fuera la pieza que falta en el rompecabezas de la vida o del más allá. Muchos van del sanador al chamán o al sabio, pero nada les ofrece lo que necesitan para satisfacer su deseo interno de verdad espiritual. Esta búsqueda no es nada más complicada que la búsqueda de tu Ser. Buscar tu Ser es anhelar ese sentimiento de estar en casa que produce un completo descanso interno, y que no se puede encontrar fuera. La búsqueda misma puede convertirse en una distracción, pues motiva actividades como lo haría cualquier otro deseo. Toda búsqueda está impulsada por el pensamiento; incluso el logro de la iluminación no existe más allá del concepto. Cualquier cosa que hagas para encontrar tu Ser alejará tu atención de él.
Cualquier pensamiento que hayas albergado alguna vez ha tenido su origen en un pensamiento específico. La fuente de todo pensamiento es el pensamiento «yo». El pensamiento «yo» original madura para dar el pensamiento «Yo Soy», y la existencia se manifiesta. En cuanto se presenta el «Yo Soy», ya existe una idea con un creciente potencial para la identificación. La identificación da lugar a la forma. A medida que se realiza el potencial, el yo soy algo o alguien viene a ser. Mientras creas que eres la forma física que el pensamiento presenta, el sufrimiento te perseguirá: ambos van juntos, en el mismo paquete.
La idea de buscar algo, sea un sentimiento o un estado, sólo puede surgir cuando hay insatisfacción y rechazo de lo que está presente. Considera que el deseo de ser distinto de cómo eres, de sentirte de otra manera con respecto a ti mismo y a tu vida, sólo es un pensamiento que te distrae de lo que ya está en perfecto orden, silencioso y pacífico a un nivel más profundo dentro de ti.
Los pensamientos pueden distraer, dar lugar a deseos interminables y producir noches sin sueño. No obstante, la mecánica del pensamiento tiene su secuencia. Por más caóticos que sean, todos los pensamientos surgen de un pensamiento: un movimiento original desde el vacío que resuena como «yo». Todos los pensamientos son iguales y no tienen poder. Sólo existen como imaginación hasta que eliges darles el peso y el poder de que sean verdad para ti. Al elegir creer en tus pensamientos, los llevas a la existencia, y entonces el drama comienza.
Vamos a echar una mirada para averiguar lo que crees que eres. ¿Has dado por supuesto que eres tu cuerpo? Es fácil reconocer que no eres tu cuerpo (una forma). Si lo fueras, entonces, cuando te amputaran una extremidad, habría menos de ti en la existencia. Está claro que esto no es así. Incluso si pierdes el funcionamiento más íntimo del cuerpo, en el caso de la vista y el oído, no eres menos de lo que eras antes. Si pierdes un sentido primario, debes realizar reajustes en tu estilo de vida, y al principio tendrás una respuesta emocional a esos cambios corporales. Tu nivel de identificación con el cuerpo es proporcional a tu capacidad de responder a esas nuevas circunstancias. Algunos se adaptan bien a estos cambios y a otros les resultan más difíciles. Cuando el problema consiste en ajustarse a un cambio, tu ser nunca se ve afectado. Está claro que no eres tu cuerpo ni sus funciones. Si lo fueras, todos experimentaríamos la misma respuesta a los cambios permanentes en el cuerpo.
¿Eres tus pensamientos? ¿Cómo puedes ser tus pensamientos si estás viendo que los tienes? Si puedes reconocer que un pensamiento está captando tu atención, y después dejas de tener ese pensamiento, debes haber estado ahí antes que tus pensamientos. Los pensamientos vienen y van. Si puedes verlos, ¿cómo podrías ser ellos? No hay diferencia entre la mente y los pensamientos. La mente simplemente está compuesta por pensamientos, y no contiene nada más. Cuando usas tu mente, te involucras con los pensamientos. Date cuenta también de que tienes una mente (tal como tienes un cuerpo) y, por lo tanto, tú no eres tu mente: es algo que tú tienes.
Entonces, ¿qué o quién eres tú? Yendo hacia dentro desde el mundo de la forma y desde el mundo de la identificación potencial, puedes situar tu conciencia en el estado de conciencia del Yo Soy (observador). Desde ahí puedes percibir imparcialmente, fuera del nivel de actividad mental que involucra la identificación. En la modalidad del observador Yo Soy, eres libre de tus reacciones emocionales, y el flujo de lo que ocurre prevalece con facilidad. En el estado de conciencia Yo Soy, las cosas no te pueden ocurrir a TI. Las cosas ocurren y tú respondes, pero ahora el nivel de la identificación no está activo. Hasta cierto punto, estás fuera del drama y del ciclo de placer, dolor y sufrimiento. Puedes desenchufarte de toda identificación que mantienes con respecto a ti mismo. Esto requiere que reentrenes tu pensamiento, y este libro te ofrece directrices para conseguirlo. Desarrolla el hábito de mantener tu conciencia como la observadora de tu vida. Esto te aportará una enorme libertad, pero no podrás mantener tu conciencia ahí permanentemente, porque hay más que descubrir.
En el estado Yo Soy es donde eres un ser humano. En el mundo de la forma, tiendes a ser un «hacer» humano. El hecho de que puedas cambiar de un modus operandi a otro suscita la pregunta: ¿Quién está pasando de la identificación con el estado Yo Soy informe al mundo de la identificación con la forma? ¿Quién comprende que estos dos estados existen y puede entender la libertad que ofrece la no identificación?
Tú debes ser anterior a ambos estados. Cuando los padres dan nombre a un bebé, sólo pueden hacerlo porque ellos existen con anterioridad al niño. Si puedes reconocer ambos estados, con forma e informe, entonces debes haber estado ahí antes que ambos. Si puedes ver desde la perspectiva del observador, entonces también puedes ver al observador. Por lo tanto, tampoco puedes ser el observador. Entonces, ¿quién ve al observador? Lleva tu atención a eso que es el veedor último. Estate allí. Si puedes experimentarlo, o si puedes hablar de ello como un fenómeno, entonces tu mente te está haciendo algún truco. Rechaza todas las ideas, imágenes y experiencias. Dirígete hacia lo que está viendo el movimiento más sutil dentro de ti.
Habrá una experiencia directa de la nada, sin palabras, vacío. Ni siquiera hay una sensación de ser tú. No hay una sensación de nada. Tú eres Eso. Si ahora tu mente te ofrece un comentario diciéndote que tú no puedes ser similar a la nada, que no le gusta la imagen evocada por la palabra vacío, has de saber que la naturaleza de la mente es dudar. La mente está haciendo lo que acostumbra hacer. Tienes la opción de no creerla. Si te mantienes aquietado y permaneces como Eso, sabrás sin sombra de duda, más allá de la menor vacilación, que esto es innegablemente verdad. Esto no puede aprenderse. Sólo puede descubrirse que es la verdad y ese descubrimiento está disponible para todos. Esto no es una enseñanza, es un poste indicador.
No tiene sentido leer estas palabras sin dar el paso de averiguar quién o qué es el veedor último en lo profundo de nuestro interior. Si te deslizas sobre estas palabras sin mirar seriamente en tu interior, estás desechando el diamante más bello que la existencia puede ofrecerte. Tu estado natural es este vacío, y si lo experimentas directamente, incluso las definiciones de nada y vacío se quedan cortas. El vacío no puede ser ello, pues esta palabra es lo opuesto de plenitud, nada es lo opuesto de algo, y eso que tú eres no está compuesto de opuestos ni de contrastes. Estos sólo existen en el reino del pensamiento.
¿Por qué resulta tan difícil encontrar palabras para describir lo que eres, para el Ser Último? Porque las palabras son producto de la mente, y el Ser es anterior y está más allá de la mente. Retira todos los pensamientos, todos los conceptos, y se produce un descanso infinito en eso que es anterior y está más allá. Allí hay silencio, allí hay paz. Se ha dicho que el silencio es el lenguaje del Ser, y que las palabras son el lenguaje del intelecto. El silencio está más allá de las palabras, más allá de la mente y de la comunicación. El silencio, en su forma más pura y absoluta, es el Ser. No es que eso que es el Absoluto esté en silencio, más bien, no hay nada que pueda ser algo. De modo que eso que es, el Absoluto, es puro silencio. Tú eres Eso. Por tanto, el Silencio Absoluto sin ausencia ni presencia de ningún tipo es tu estado natural. Habitar en tu Ser es tu estado natural. Este es el estado en el que siempre estás. Lo único que ha ocurrido es que tu atención ha descansado en otra parte durante mucho tiempo.
Tu estado natural no es un estado mental: no es un estado en absoluto. Pero el lenguaje está limitado a estas descripciones, e indicar que es un estado funciona bien, aunque no es una definición. Si no puedes dedicarte a buscar este estado natural, entonces, ¿cómo puede ser hallado? Todas las preguntas que contengan la palabra «cómo» vienen del pensamiento, de la mente personal. Tu estado natural está más allá de tu mente. No hay técnica que ofrecer, pero hay algunos indicadores que han demostrado tener éxito para muchos.
Puedes experimentar esto... ¿seguro? Cuando se habita en el Ser no hay un tú, de modo que, de hecho, no puedes llevar tu yo allí. Y tampoco puedes experimentar el Ser como si tuvieras que deshacerte de tu yo para habitar allí. Es posible que ahora vislumbres que el sujeto mismo, el tú, eso a lo que tú te refieres como tú, también es una idea: simplemente una gran colección de pensamientos. Cuando se despliega esta comprensión, se sabe con absoluta certeza que todo lo que existe es simplemente pensamiento.
Hay Ser y hay pensamiento surgiendo del Ser, pensamientos volviendo al Ser y permaneciendo en todo momento en el Ser. El movimiento primario es «yo». Al principio, esto surgió originalmente del Ser, maduró como el Yo Soy y después el Yo Soy necesitó un experimentador para experimentarse a sí mismo. De modo que el mundo de la forma emergió como creación física a fin de proveer un experimentador que pudiera experimentar una experiencia. A partir de aquí tenemos la separación, esto y aquello, lo correcto y lo equivocado: el mundo dualista tal como lo conocemos vino a ser. Tal vez, si esta identificación no fuera tan convincente, no nos perderíamos tanto en esta película creada por la mente. Pero anhelamos la experiencia, nos encanta sentirnos vivos y, aunque es posible que nuestros intereses residan en vivir una vida personal, la verdad de eso que eres y no puedes dejar de ser sigue siendo la verdad a la que nada puede afectar.
La belleza de esto es que Eso que tú eres está más allá del tiempo, más allá del pensamiento, de modo que ES, independientemente de cualquier cosa que hagas o dejes de hacer. Habita en el Ser, observa desde el Yo Soy o enchúfate al mundo personal, restrictivo y dualista. En cualquier caso, el Ser permanece inmutable. Todo surge del Ser, de modo que todo se despliega desde allí y retorna al «lugar» de donde vino. Todos los ríos van al mar. Y una vez que se funden con el mar, el agua que fue un río deja de existir como agua de río. En el mar no es posible identificar qué agua perteneció al río. Pierde aquello que la mantenía separada; pierde su individualidad. Al agua del río no le preocupa perder su separación, fluye hacia el agua y se convierte en agua, y sin embargo siempre fue agua. Así es la fusión con el Ser.
Desde cierta perspectiva, sólo hay una cosa que te impide habitar en el Ser: el miedo a perder tu conciencia de la existencia. Desde el punto de vista del mundo de la identificación, pierdes tu actual experiencia del mundo y tu identidad dentro de ese reino. De modo que la existencia individual o relativa se te retira de debajo, como si fuera una alfombra. Pero junto con esto, se te revela que esa existencia sólo era un pensamiento, que tu identidad no era nada más que un conglomerado de ideas auto-creadas y adoptadas, consideradas como verdad. Todos tus conceptos sobre el mundo son limpiados tal como uno retira las telarañas de un rincón. Queda claro como el cristal que todo lo que creías que era real no era nada más que lo que tú pensabas; y la cualidad de realidad que tenía también era un pensamiento.
Tal como el río se pierde a sí mismo al fundirse con el mar, ya no conoce la separación y, por lo tanto, no puede acceder al pensamiento de que fue un río. Está en casa. Ahora es todo lo que es, y no surge ningún pensamiento. Así, sin pensamiento no puede haber individuo que exista separadamente en ningún sentido. Existir aparte ES el pensamiento, nunca es la realidad. Sólo el Ser es real.
Tampoco puedes conocer el Ser, porque, para conocerlo, necesitas a uno que lo conozca, y entonces volvemos a tener dos, alguien que conoce algo que puede ser conocido. Esto nos presenta la tríada del conocedor conociendo algo que puede ser conocido (conocedor, conocido y acto de conocer) y, como tal vez hayas adivinado, esta tríada sólo es posible en el mundo de la forma. El Ser no puede ser conocido. El Ser es absoluto conocimiento, que no necesita ser conocido y que no es cognoscible por parte de ningún conocedor. Es absoluto, no contiene cualidades ni características, porque los atributos tienen sus opuestos. El absoluto es el Ser; el Ser es absoluto. Pero no hace falta que creas mis palabras. Siéntate inmóvil, aquiétate y no te involucres con los pensamientos que vengan: déjalos pasar sin que provoquen tu interés. No busques el Ser, porque eso sería como que tu ojo tratara de ver tu retina. Tú eres el Ser, el Yo Soy, y puedes disfrutar de la forma. Tu mente puede llevarte a la forma y al Yo Soy informe. Para ir más allá de la mente, simplemente detén el pensamiento, deja de usar el instrumento que crea el concepto «tú» al que tanto te aferras. Deja que la mente se relaje: los pensamientos vienen y van. No dejes que tu atención se apegue a ningún pensamiento en particular. Suelta, relájate. Sin ningún esfuerzo en absoluto, simplemente asiéntate. No hacer, no esfuerzo.
Descubrirás que no llegas a ninguna parte. Sólo queda lo que siempre fue y siempre será, fuera del tiempo. Tú eres Eso. Habitando en eso, no hay nada que ver, sentir o conocer, porque sentir, ver y conocer son funciones de la mente. Sin mente, no hay memoria, de modo que el Ser siempre es inmediato, nuevo y fresco. Hay silencio, paz, y no hay deseos. Por lo tanto, no existe la sensación de que esto no puede ser «ello», no surge ningún sentimiento de que debe haber algo más. Está presente la totalidad absoluta. Al familiarizarte con este conocimiento espiritual, verás que decir que eres así o de aquella manera es irreal; sólo son conceptos. Si estás dispuesto a soltar tu inversión en ella, la identificación empieza a perder su cualidad pegajosa. Verás que la mente ni siquiera es una totalidad, más bien es un concepto. Todo lo que es transitorio e impermanente no es real más allá de la influencia del pensamiento. Verás que la totalidad de la vida, lo que tiene forma y lo informe, no son más que imágenes reflejadas en un espejo, que es el Ser. Al espejo no le perturba ni le afecta lo que refleja. Verás que estás fuera de ello, que eres libre del drama de la identificación con la forma y con lo informe. Verás que nunca saliste del Ser, que no puedes ser otra cosa que lo que eres. Sólo en la imaginación de los pensamientos, que no tiene existencia real, surgió durante algún tiempo el pensamiento de una persona que tenía una vida. Verás que todo eso es temporal e irreal, y te parecerá totalmente ridículo seguir creyendo en la existencia indiscutible de lo que es transitorio.
Si esto se despliega como una verdad para ti, y no simplemente como un ejercicio intelectual, entonces estás fuera. Si esto se desarrolla desde una apertura natural, estás fuera del drama. Libertad y liberación son palabras limitadas, pero apuntan hacia la experiencia directa de felicidad y alegría que surge de este despliegue. Se desarrolla una aceptación natural de la vida. Se revelan y se hacen evidentes la armonía y el orden pertenecientes a cada detalle de la vida física, como si todo ocurriera de acuerdo con el sentido común. La vida cotidiana continúa y, a medida que las intenciones personales van desapareciendo, un silencio interno imperturbable es el poder que está detrás de cada acción y de cada palabra hablada.
Cualquier cosa que le pase a tu cuerpo o que ocurra en tu vida no tiene consecuencias duraderas. Es una película. En lugar de ser el que recita el guion, puedes ser un miembro del público. Harás cualquier cosa que tengas que hacer para asegurarte de tener comida, ropa y abrigo. Aparte de eso, la experiencia directa de la dicha para algunos, de la alegría para otros, de la felicidad, la paz y la compasión fluyen a través de ti como el aroma que surge de este estado. Ignorarás las sensaciones desagradables. También forman parte del juego de la forma, pero son pasajeras y no captan tu atención. Sólo el «yo» personal activa preferencias reactivas, cosas que le gustan y le disgustan.
En la no-identificación no tienen lugar este tipo de juicios. Hay descanso, y el Ser inmutable permanece inmutable. Nada atrae tu atención porque nada tiene que ver contigo personalmente. La vida sigue ocurriendo, y aunque te involucres con algo, ya no está presente esa densidad del interés personal surgido del papel que te ha tocado desempeñar en el orden de las cosas.
Llegados a ese punto, considera si lo que acabas de leer resuena con tu verdad interna. Si es así, relee este capítulo para adquirir una comprensión intelectual más completa. Después deja a un lado tu intelecto. Ya no tienes necesidad de leer nada más, simplemente habita en el Ser. Húndete en el Ser 24 horas al día y 7 días a la semana, hasta que el tiempo te revele que él mismo también es un concepto y hasta que el que habita se funda con el Ser.
Si no ha habido una resonancia interna que te indique que esto es verdad, entonces observa tu intelecto con interés. Estate atento a los contra argumentos que presente, y sabe que a la mente que duda le gusta controlar. Lo único que puede hacer tu mente es presentarte creencias duramente adquiridas que usará para resistirse a entrar dentro. Incluso la creencia de que no puedes acceder al Ser entra en esta categoría. Todas estas cosas son actividades de la mente que surgen en la conciencia, nada más que reflejos de los mundos de la forma y de lo informe que aparecen durante un momento efímero sobre el claro e imperturbable espejo del Absoluto.