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Extractos - Fernando Díez

Ciencia y Consciencia

El paradigma cuántico y la búsqueda espiritual

Presentación del libro por Fernando Díez
Ciencia y Consciencia

Un día, hace ya casi cuarenta años, salí de casa a buscar la verdad. Así de sencillo, así de rotundo y así de solemne. Y así de verdadero, porque no solo dejé un excelente trabajo, una vida acomodada y una carrera profesional de notable éxito, sino que también me deshice de todos mis enseres en un radical anhelo de comenzar de nuevo, conocer el mundo y aprender; y me lancé a la carretera. La brújula de mis aspiraciones, sin saber bien por qué, se orientó pronto hacia la India. A partir de ese momento mi único afán fue el conocimiento; en realidad el conocimiento espiritual. En unos cuantos años, escalón tras escalón, renuncia tras renuncia, acabé en una vida ascética y contemplativa, de cuenco y esterilla, en las orillas del Ganges en Benarés. Más de una década después volví a España. Desde entonces no he hecho otra cosa que investigar la consciencia y la naturaleza humana con el fin de encontrar un camino que nos haga asequible el logro de la serenidad, el espacio donde las vivencias humanas sacan a la luz lo mejor de uno; más no se nos puede pedir, no tenemos más, pero lo mejor de uno puede ser algo muy notable.

Soy consciente, por supuesto, de no ser el primero que lo intenta, hay infinidad de textos, caminos, filosofías y doctrinas. La singularidad de este ensayo es que utiliza la nueva física como fundamento, como campamento base, de la aspiración espiritual, ya que pretende mostrar cómo el actual modelo científico, basado en la física cuántica, nos deja en las mismas puertas de la Trascendencia, lo que, de una forma indirecta, y aunque los científicos no se lo propongan en absoluto, implica la necesidad de irá más allá en la búsqueda de la certidumbre; la ciencia es consciente de que no puede alcanzarla, no pretende describir la naturaleza, sino describir lo que puede decir de ella mediante el método científico.

Dado que la certidumbre no se puede encontrar en el mundo físico, ya que el conocimiento que de él tenemos está basado en relaciones de incertidumbre que impiden un conocimiento más profundo, y dado también que el modelo cuántico incluye al observador en el hecho científico como condicionador de la realidad, se hace muy razonable pensar que se ha llegado al punto en el que la investigación científica deba girar ciento ochenta grados su dirección, de lo investigado al investigador, de lo observado al observador, dando así validez "científica" a la posibilidad, y necesidad, de la búsqueda interior. Pero la búsqueda interior no es otra que la búsqueda espiritual.

Este paso lo dieron los antiguos filósofos místicos de la India hace ya más de veinticinco siglos, en la época de las Upanishads, cuando intuyeron la insustancialidad de la materia, su carácter aparente, y centraron todo el interés de su investigación en el observador como guardián de todos los secretos. En la vertiente científica, la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica, la de Copenhague, de Heisenberg (1901-1976) y Bohr (1885-1962), nos viene a decir algo inexplicable a la razón, que las partículas subatómicas carecen de realidad antes de la observación y que las teorías deciden lo que se puede observar —ya lo había dicho antes Einstein (1879-1955) en sus conversaciones con Heisenberg—, pero las teorías se sacan del intelecto, lo que viene a decir que nosotros se las imponemos a la naturaleza, no las sacamos de ella, como ya dijo Kant. El realismo filosófico se ha quedado sin suelo material donde sustentarse.

En Occidente fue Descartes el primero que comprendió, veinte siglos más tarde que en la India, que lo importante no es saber lo que existe, sino lo que podemos conocer. En la India la filosofía nace ya idealista. A veces pareciera que la ciencia no ha hecho otra cosa en su historia que cuantificar las intuiciones de los sabios upanishádicos del siglo VII-VI a. de C., incluso hay principios muy importantes en la metafísica india, como Brahman, Om, no dualidad, gunas, ShivaShakti, el sunyata budista, etc., que se pueden trasmitir muy bien con conceptos, analogías y aproximaciones sacadas de la física cuántica. Aunque a muchos les duela, uno cree que ambos caminos, el científico y el místico, están condenados a encontrarse. Si ambos buscan lo último, y no pueden tener otra aspiración, es obvio que han de llegar al mismo lugar, aunque la metafísica india lleve una gran delantera; se juega en su campo, el de la consciencia. Tampoco se puede decir que las Upanishads desarrollen una filosofía tal como se entiende esta en Occidente, hay demasiado material simbólico-poético y por supuesto no siguen un método deductivo, se salta a conclusiones sin mediar un procedimiento lógico, pero bien se puede decir que de ellas se puede extraer toda una metafísica de gran belleza, como reconocieron en su momento filósofos de la talla de Schopenhauer, Paul Deussen o Max Muller.

Lo que aquí cuento es una actualización, una síntesis que resume todo lo que, a lo largo de tantos años, creo haber aprendido, un informe sobre aquello que puede ser más útil a mi prójimo y puede ser trasmitido con palabras.

Fernando Díez
La Alcarria, enero de 2013