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Artículos - Dokushô Villalba

La mirada interna

Una entrevista con Dokushô Villalba

Por Aurelio Álvarez Cortez

Lejos de una visión utilitaria de la meditación, el monje zen Dokushô Villalba dice que "no enseñamos la atención plena como un sedante que sirve para calmar o paliar síntomas, sino como una potente lupa que permite comprender los procesos profundos que están en el origen de nuestro malestar".

Dokushô Villalba
Quién es

Ordenado monje zen en 1978, es el fundador y presidente de la Comunidad Budista Soto Zen española, y fundador y director espiritual del Monasterio Luz Serena (Casas del Río, Valencia). Creó el protocolo Mindfulness Basado en la Tradición Budista (MBTB) y preside la Escuela de Atención Plena. Autor de más de treinta obras sobre budismo zen y espiritualidad oriental en general ―el más reciente, "Atención plena, Mindulness basado en la tradición budista", de editorial Kairós―, viaja por España, Europa y América latina impartiendo seminarios, conferencias y retiros de meditación budista zen.
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Una herramienta para el bienestar, la reducción del estrés, útil para calmar la mente... ¿Qué es la atención plena?

En la tradición budista, la atención plena se considera como la condición sine qua non de la conciencia. Para que surja la conciencia debe haber atención y distinguimos entre la atención convencional y la atención plena. La atención convencional es la que empleamos para vivir, que se caracteriza básicamente porque está enfocada en el exterior, y ha sido, es, una herramienta al servicio de la supervivencia, por lo cual la compartimos con los animales de la misma forma. Por su parte, la atención plena tiene un matiz más. Se la llama plena, total, integral, porque es una atención dirigida hacia el interior, no solo al exterior, de forma tal que la persona va desarrollando una mirada interna que le permite una mayor conciencia de sí misma, de sus procesos internos, de su cuerpo, de sus sensaciones, de sus estados emocionales, de sus formas de pensar, etcétera.

Se trata entonces de mucho más de lo que Occidente la considera.

Es una herramienta que nosotros la hemos recibido y estamos enseñando como una herramienta al servicio de la evolución y del despertar de la conciencia. Obviamente, cuando se practica la atención plena en su forma de meditación sedente (sentado) se genera una serie de beneficios cognitivos, emocionales, psicológicos, fisiológicos, puestos en evidencia por investigaciones científicas sobre la práctica del mindfulness. Sí, aporta un bienestar, pero nosotros no la enseñamos como una simple herramienta de bienestar sino de despertar, en el sentido de que muchas veces ignoramos cuál es la causa del malestar. Para eso hay que indagar, reflexionar, sentir, enfocar la atención en uno mismo, entonces podemos llegar a descubrir esas causas y cambiarlas.

No enseñamos la atención plena como un sedante que sirve para calmar o paliar síntomas, sino como una potente lupa que permite comprender los procesos profundos que están en el origen de nuestro malestar.

¿A qué llamáis atención plena correcta?

En la tradición budista se diferencia la atención plena correcta (samma-sati) de la incorrecta (miccha-sati) por sus cuatro características principales. La primera, el propósito, por qué practicar la atención plena. El gran propósito es para liberarnos del dolor y el sufrimiento en nosotros mismos y en los demás. La segunda característica es la definición misma de atención plena. Hoy en día ni siquiera en Occidente las personas que practican el mindfulness de distinta perspectiva consiguen tener una definición clara de lo que es el mindfulness.

Por ejemplo, algunos definen el mindfulness como la atención enfocada en el momento presente, y creen que al enfocarse en el presente ya desarrollan la atención plena.

Desde el punto de vista de la tradición no es así, porque el presente no es un instante del tiempo que esté desconectado del pasado y del futuro, de hecho el instante presente es una abstracción mental. Pasado, presente y futuro están unidos por la ley de causalidad, causa-efecto. La atención plena es despertarse y darse cuenta de cómo lo que se ha hecho en el pasado está condicionando el presente y lo que sucede en el presente determina lo que ocurra en el futuro. A esto lo llamamos presente expandido.

Nos quedan dos características principales de la atención plena correcta.

La tercera se refiere a las cualidades asociadas. Por ejemplo, la concentración, la observación... Sin observación la concentración se vuelve inútil y sin concentración la observación no se puede dar. También la indagación, la desidentificación de los contenidos de la experiencia y el esfuerzo continuado. No basta con hacer un curso de fin de semana, de cinco o seis meses, y ya está. Se trata de un esfuerzo correcto que no implica sobreesfuerzo o ausencia de esfuerzo, sino un esfuerzo templado y persistente a lo largo del tiempo que permite que la atención plena dé sus frutos.

Por último, la cuarta característica es que la atención plena, para que sea correcta, debe ser ejercitada en el ecosistema donde fue enseñada, como parte de una serie de ocho prácticas que llamamos coadyuvantes, que ayudan, como son la visión correcta, la intención correcta, el uso de la palabra correcta, la acción corporal correcta, el modo de vida correcto, etcétera.

¿Algún reproche que hacer al mindfulness?

No es exactamente un reproche sino una crítica constructiva y positiva. El mindfulness tal y como lo conocemos ha cumplido y cumple una función y una misión. El doctor Jon Kabat-Zinn tuvo el mérito de adaptar una serie de técnicas y conocimientos de la tradición budista a un entorno occidental, extrayéndolos del contexto religioso, que me parece muy bien. Pero al mismo tiempo también los extrajo del contexto ético-cognitivo en el que habían sido y son enseñados en la tradición budista. En este sentido el mindfulness puede servir tanto para un roto como para un descosido. Se puede utilizar para propósitos loables, como también para otro tipo de fines, y vender el mindfulness como una panacea universal que sirve para todo.

Eso parece...

El mindfulness occidental se ha desarrollado en el contexto de la medicina y psicología occidental. Debido a ello se ha convertido en una práctica sintomática: trata de aliviar, de paliar, sedar, los síntomas sin entrar en las causas profundas, sin una indagación y sin pedir al practicante que haga una reflexión más profunda sobre ello. Además, es obvio que, en ciertos sectores, el mindfulness se ha convertido en un producto de consumo del que vive mucha gente. Hay aplicaciones para móviles, cursos para todo, y muchas veces las formaciones son carísimas, con lo cual no están al alcance de cualquier poder adquisitivo, dando lugar a que se convierta en algo dirigido a una élite.

En este aspecto, ¿cómo procedéis?

En la Escuela de Atención Plena hemos establecido un sistema económico basado en la solidaridad, generosidad y reciprocidad, de forma que los cursos de MBTB (Mindfulness Basado en la Tradición Budista) que impartimos como divulgación y formación no tienen un precio estipulado. Los alumnos cubren los costos de organización, alojamiento, comidas, etcétera. Una vez cubiertos los costos, iguales para todos, cada alumno entrega una donación en reciprocidad por lo recibido, en sobre cerrado y en forma anónima. Quien puede dar cien, da cien, quien puede cinco, da cinco, pero nadie se queda sin curso por una cuestión económica.

¿Por qué dices que la atención plena no es éticamente neutra?

Porque en el ecosistema ético-cognitivo de la tradición budista está diseñada para hacer el bien. En el caso de la aplicación del mindfulness en el ámbito militar es obvio que si estás formando francotiradores no lo haces según principios éticos, sino como una herramienta que sirva para que el soldado perfeccione su puntería, su temple, su sangre fría, su desapasionamiento y sea más eficaz al cumplir el propósito de asesinar a otra persona. Esta no puede ser considerada una atención plena como fue enseñada por el Buda.

También está la capacitación en el mundo laboral.

Desde mi punto de vista, el error en este sector consiste en volcar toda la responsabilidad del rendimiento y del bienestar en el empleado. Es como si le dijeran "usted es un poco idiota, no sabe regular sus emociones y pensamientos, y se estresa por nada, entonces le vamos a enseñar una técnica que, cuando la emplee, será capaz de regular todo, tener pensamientos claros y por tanto podrá concentrarse en el trabajo y ser más eficaz". Esto no es así, las empresas tienen una gran parte de responsabilidad en la felicidad y el rendimiento de sus empleados.

Por eso el mindfulness que nosotros enseñamos tiene también en cuenta las condiciones y la complejidad del mundo. No lo presentamos como una técnica milagrosa para un problema o un síntoma puntual. Si tú quieres que tus empleados estén más contentos, rindan más y sean más felices, en lugar de hacerlos trabajar cincuenta horas semanales, que trabajen 30, o dales más permisos de paternidad para que puedan conciliar vida familiar y laboral.

¿Podríamos decir que la atención plena es una práctica religiosa? Le pregunto a un monje del budismo zen.

El cultivo de la atención plena es el punto central en la enseñanza del Buda Shakyamuni, por lo tanto, del budismo. Pero lo que hemos hecho en el MBTB es extraer este desarrollo de la atención plena del contexto étnico-religioso para presentarla como una herramienta que incluye el contexto ético-cognitivo en el que es enseñado en la tradición budista. Para practicar el MBTB no es necesario ningún tipo de creencia religiosa, budista o no budista.

¿Es posible decir que podemos meditar caminando, al cocinar, pintando un cuadro, en el trabajo?

Por supuesto que sí. Nosotros enseñamos que la atención plena se puede desarrollar en dos ámbitos básicos: uno, en la meditación sedente, y otro, en la vida cotidiana. Los dos son interdependientes, imprescindibles el uno para el otro. Una persona que no tome el hábito de sentarse en quietud, aunque sea en una silla, en una posición estable, completamente inmóvil y aprenda a dirigir la atención hacia su respiración, por ejemplo, el cuerpo, las sensaciones, difícilmente después pueda mantener una atención plena en la vida cotidiana.

¿Durante la meditación se piensa o no se piensa?

A veces se piensa y otras veces no. Es como el cielo, a veces hay nubes y otras no. La mente es igual. Cuando nos sentamos a meditar no debemos tener la intención de dejar la mente en blanco, es un tremendo error, solo se trata de dejar que la mente fluya según su propio dinamismo, su propia naturaleza, sin ejercer ningún tipo de violencia para que el pensamiento vaya hacia un lado o a otro, se detenga, desaparezca o permanezca. Es una actitud tremendamente respetuosa con la mente, no violenta, de modo que cuando uno practica así, naturalmente, la mente se va calmando por sí misma.

Y a quienes aseguran que se aburren, ¿qué les dices?

Es una de las primeras reacciones que uno tiene con respecto a la meditación. Les digo que el aburrimiento no es tan malo. En la época moderna queremos estar continuamente haciendo algo, excitados con esto, con lo otro, y no conocemos el placer de la contemplación, de no hacer absolutamente nada. Solo hay que mirar, escuchar, oler, sentir... estar ahí sin más. Cuesta al principio, pero cuando se le coge el gusto es algo muy placentero.

Una de las etapas de la atención plena conduce al deleite, al contentamiento. ¿Es el final del camino?

La práctica continuada de la meditación sedente con la práctica continuada, a lo largo del tiempo, genera un estado de gozo y felicidad interno, natural, que no depende de ninguna circunstancia, que es como la felicidad per se. Esa no es la meta, sino una cualidad que surge. En la tradición budista no la buscamos. La gozamos cuando aparece, pero hay que tener mucho cuidado porque es muy fácil apegarse a eso, y pensar "ya está, es lo que quería, lo he conseguido". Es una experiencia muy frágil que depende de muchos factores y fácilmente se pierde. En el desarrollo de la atención plena tratamos de ir más allá, hacia la ecuanimidad, una cualidad mucho más profunda que nos hace estar en un estado de equilibrio tanto con respecto al placer como al dolor.

Ya que hablas de felicidad, presentas unas fórmulas del sufrimiento y la felicidad. Son muchas, ¿cuáles compartirías ahora mismo?

Tal vez, la última y la definitiva: a mayor aferramiento, mayor sufrimiento; a mayor apego, mayor sufrimiento; a mayor desapego o desasimiento, olvido de sí, abandono de sí, mayor felicidad.

Ahora todo el mundo "por obligación" tiene que ser feliz o es un desgraciado. ¿Cómo defines a la felicidad?

Desde un punto de vista muy fisiológico y biológico, diría que la felicidad es un estado de homeostasis, de equilibrio, del organismo y del ser espiritual que somos con el entorno social y natural y consigo mismo. Más que un estado, es una dinámica, inestable, que continuamente requiere de ajustes. Así como las plantas, por genética, por naturaleza, tienden hacia la luz solar porque se alimentan de ella, los seres humanos tenemos un anhelo y la tendencia natural de vivir en un estado de equilibrio, de bienestar, de felicidad, contentamiento, plenitud, y eso tampoco se puede negar. Esto no quiere decir que debamos aparentar aunque no seamos felices, que es la hipocresía del mundo moderno. El anhelo de ese bienestar creo que es la fuerza motora de todos los seres vivos.

¿En qué casos está contraindicada la meditación?

Hay contraindicación para personas que toman medicación fuerte, como ansiolíticos, antidepresivos, antisicóticos. Si uno está en un estado de agitación muy grande, no es circunstancia para recomendarla porque sencillamente será ineficaz. En algunas personas con tendencia a una fuerte disociación patológica, como esquizofrenia, la meditación no está indicada. Por eso siempre a quienes desean hacer retiros intensivos les pedimos que nos informen de su estado psicológico, preguntamos si toman alguna medicación o si están en tratamiento.

¿Participáis en estudios científicos, con universidades, con fines de investigación?

Hemos colaborado en distintas investigaciones de diversas universidades, pero ahora tenemos nuestro propio consejo científico, que elabora líneas de estudio que después se presentan en congresos o se publican en revistas especializadas. Llevamos cuatro años de actividades en este campo y vamos viendo resultados bastante positivos en muchos niveles.

¿Cómo ha sido tu experiencia como monje zen, después de tantos años desde tu ordenación?

Es difícil expresarlo en pocas palabras, pero diría que me ha dado una profunda serenidad frente a las vicisitudes; una capacidad de aceptar la contradicción y la paradoja en la vida, porque la existencia es completamente paradójica y contradictoria. Entonces hallar la calma en medio de este conflicto de extremos, de este bien-mal, placer-dolor, amor-odio, encontrar un fondo estable más allá de la agitación y de la polarización mental y emocional en los dos extremos, es uno de los mayores regalos que me están dejando estos años de práctica.

Antes de finalizar, quizá haya quienes no pueden acceder presencialmente a vuestro curso de MBTB. ¿Existe alguna alternativa?

Quien quiera conocer un poco más el MBTB y no esté cerca de ningún monitor o centro que lo imparta, está en funcionamiento un curso básico on-line, que es abierto y dura 365 días al año, es decir que se puede entrar en cualquier momento y hacer el recorrido. Los interesados pueden entrar en cbol.sotozen.es