Artículos - Raphael

Krishna, por Nicholas Roerich
La Filosofía del Ser
Un diálogo con Ráphael acerca del Vedânta Advaita
En el siguiente diálogo, relativo al Vedânta Advaita, Ráphael expresa los principales aspectos de la doctrina metafísica de la No-dualidad, poniendo de relieve su importancia e interés para la humanidad de hoy.
P: ¿Podría expresar de modo sintético cuál es la esencia del Vedânta Advaita?
R: Toda la enseñanza del Vedânta Advaita está incluida en esta simple sentencia: «Brahman es la única Realidad, el mundo es no-real, y “Eso eres tú” (Tat tvam asi)». Tratemos de comprender esta verdad en toda su extensión, con todas sus implicaciones; emplearemos términos que sean más familiares a la mente occidental. Para el Vedânta Advaita la Realidad debe ser constante, idéntica a sí misma, auto-evidente, indivisible, infinita y más allá del tiempo-espacio-causalidad. Además, el Vedânta sondea la realidad en todos los sistemas de coordenadas o en todos los niveles del Ser (desde el individual hasta el universal).
P: Si Brahman es la única realidad, entonces, ¿todo lo demás es una ilusión?
R: Permítanos exponer el problema desde un punto de vista diferente: dado que Brahman es la única Realidad, ¿qué es todo lo que vemos y percibimos? De acuerdo con el Vedânta, y usando una bien conocida y completamente significativa analogía de Sankara, debido al efecto de mâyâ, confundimos una simple cuerda con una serpiente.
P: ¿Qué significa mâyâ?
R: La palabra mâyâ tiene muy distintos significados: «aquello que hace posible lo imposible», «tomar una cosa por algo diferente», «superposición veladora», etc. En términos occidentales podríamos decir que es sinónimo de «apariencia», «fenómeno», «movimiento productor de forma».
P: ¿Podemos considerar a mâyâ como pura ilusión?
R: Mâyâ no es «ilusión» en el sentido en que este término es usado en Occidente. Una ilusión propiamente dicha no produce nada, y si un evento o una cosa es capaz de cambiar nuestro preexistente estado de conciencia, entonces no puede ser considerada ilusión. La analogía de la serpiente que ha cambiado nuestro estado de conciencia debe tener un punto de partida o una base de realidad responsable de que esto ocurra, dado que no podría brotar de la nada. De hecho, la base es la cuerda.
P: Pero, ¿es este mundo en que vivimos simplemente un sueño? El dolor, las luchas, los gozos, la historia del hombre, todas las conquistas del intelecto, ¿son mera imaginación? Si nada de esto tiene sentido, entonces quedamos abandonados al nihilismo psicológico.
R: Todo eso es proceso, es devenir, y todo lo que eso implica tiene su valor y su grado de verdad sólo mientras uno está envuelto en ese proceso. Sankara, el codificador del Vedânta Advaita, ha planteado correctamente este problema: el mundo empírico tiene su significado y su razón de ser desde el momento en que nos identificamos con él. Por otra parte, existen dos puntos importantes que deberíamos subrayar para evitar fáciles malentendidos: la metafísica de la No-dualidad no nos pide que abandonemos, rechacemos o repudiemos a mâyâ, dado que esta actitud pertenecería aún a la ignorancia-avidyâ.
Lo que el Advaita señala es que no deberíamos crear una identificación o una identidad con mâyâ o superponer mâyâ a la Realidad, puesto que sería como confundir la serpiente con la cuerda. Además, una visión metafísica de la vida no puede encontrar oposición con nada ni nadie, porque para una visión como esta tanto el fenómeno como el noúmeno se fusionan en el Uno-sin-segundo. Dado que consideramos esto de particular importancia, podríamos añadir que el Vedânta no trata de aumentar sus seguidores; de acuerdo con la doctrina, la Verdad no necesita de predicadores ni pregoneros, porque cada cosa, en todo momento, se encuentra en su justo lugar.
P: Según el Vedânta, lo que nos mantiene cautivos es la ignorancia-avidya; ¿puedes decirnos de qué clase de ignorancia estamos hablando?
R: El término avidya, para el Vedânta Advaita, no significa falta de erudición, sino ignorancia de orden metafísico, que concierne a la Realidad o noúmeno; en otras palabras, es ignorancia de la naturaleza del Ser. La avidya es el aspecto «individual» de la Ignorancia universal o cósmica, que es mâyâ.
P: ¿Puede ser considerada la avidyâ como real y permanente?
R: Si fuera real y absoluta nunca seríamos capaces de eliminarla y, por tanto, estaríamos forzados a vivir en la limitación-ignorancia; estaríamos siempre en el error, sin ninguna vía de salida.
P: Algunas personas consideran el Vedânta como una suerte de «fenomenalismo filosófico», otros lo comparan con el «panteísmo» (inmanentismo); otros, aún, lo identifican tanto con el «idealismo subjetivo» como con el «idealismo objetivo». ¿Podría extenderse en estos puntos?
R: El «fenomenalismo filosófico» argumenta que todo es fenómeno, incluyendo tanto a la Realidad misma como al individuo en su totalidfad. El Vedânta, por su parte, afirma que detrás del fenómeno existe una Realidad que no es un fenómeno, y que esta Realidad es, como ya hemos señalado, lo Constante sin nacimiento, tiempo, espacio o causalidad. Detrás de la mâyâ-fenómeno está Brahman como lo Absoluto y lo Infinito. Decir que la realidad es un fenómeno-apariencia, algo relativo y sujeto a cambios no responde a la Lógica, por el simple hecho de que, si todo es relativo y está sujeto a cambios, incluso la sentencia «todo es relativo» es también relativa.
El «panteísmo» considera que todo es naturaleza; para el panteísmo no hay un Ser trascendente, sino que todo es inmanente en sentido absoluto e incluso la propia Divinidad es en el mundo. Esto no está de acuerdo con el punto de vista Advaita, pues el Advaita considera que la relación entre Brahman y el Mundo es no-recíproca. Brahman está, de hecho, más allá del Universo sensible e inteligible, y, en último análisis, nada existe además y aparte de Brahman. En otras palabras, Brahman no se convierte en el Mundo, mientras que el Mundo, aunque no está separado de Brahman, aparece y desaparece.
El «idealismo subjetivo» niega completamente la realidad material externa y conecta todo con la propia conciencia individual de cada uno; dado que la realidad depende únicamente de la idea subjetiva de que cada ser, esta visión no puede sino resultar en un peligroso solipsismo.
El «idealismo objetivo», por contra, sitúa al objeto como algo independiente del sujeto perceptor; todo depende del objeto individual o universal.
Estas dos corrientes filosóficas no deben ser confundidas con la doctrina metafísica del Vedânta Advaita, para quien tanto la esfera individual como la universal, aunque poseedoras de un cierto grado de realidad, encuentran su solución en lo Absoluto-Brahman.
P: ¿Qué significado tiene esta «antigua» enseñanza para el hombre del tercer milenio?
R: Esta Enseñanza es, de hecho, muy antigua, dado que se origina con el propio Ser; pero precisamente porque nace, vive y se perpetúa en el Ser, siempre es y será válida; y no es sólo adecuada, sino que es esencial y necesaria para la humanidad, no importa el milenio en el que viva.
P: ¿Qué ventajas puede extraer de esta enseñanza el hombre del tercer milenio?
R: Hemos dicho que es esencial y necesaria porque el hombre tiene sólo una necesidad básica y real, que es conocerse a sí mismo. Los griegos conocían esto a la perfección cuando proclamaban: «Conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a Dios». El hombre, además de la idea de cantidad, siempre ha necesitado una Enseñanza con una capacidad de síntesis cualitativa tal, que pudiera decirle quién es él, de dónde viene y a dónde va. El hombre necesita una enseñanza capaz de conducirle al descubrimiento de su propia naturaleza esencial, que es la identidad con el Divino, el «Tat tvam asi» del Vedânta.
Por tanto, el hombre del tercer milenio tiene dos posibilidades ante él: a) la autodestrucción, si continúa por el camino de la posesión, la acumulación, la opresión, la destrucción (todo esto bajo la guía de la ignorancia); o b) Armonía-Belleza, si da un giro de 180 grados y es capaz de redirigir sus energías y capacidades hacia el descubrimiento de su verdadero ser. Como consecuencia, la cooperación entre los distintos reinos de la naturaleza resultará inevitable y las condiciones para una vida digna podrá gradualmente ser creada, de modo que a los Dioses les sea posible una vez más caminar junto con la humanidad.
Todo esto, aunque difícil, es posible; de hecho, se trata del destino real del ser humano. Sólo una visión de la Vida libre de oposición y contradicción puede resolver el dualismo conflictivo en el que la humanidad de hoy se debate; ésta es la razón por la que el mensaje del Vedânta Advaita puede considerarse «de actualidad».
P: En ocasiones, usted mismo ha empleado en sus libros términos como «Filosofía del Ser»; ¿es esta enseñanza diferente del Vedânta Advaita, del que ha estado hablando hasta ahora?
R: El Vedânta Advaita es una de las ramas de la Filosofía del Ser o Philosophia Perennis, que incluye verdades universales que ninguna persona o época pueden proclamar como propia. La Filosofía del Ser de la que hablamos se originó en el Principio y se extiende hasta incluir al ser humano, por lo tanto está más allá de «partidos políticos», de «sectarismos religiosos» o de «corrientes científico-culturales», precisamente porque está más allá de cualquier interés egoísta de los individuos, las naciones o las razas.
P: ¿Puede esta Filosofía del Ser, que trata del Principio, ser aplicable incluso en este mundo contingente? ¿Puede satisfacer tanto la necesidad psico-espiritual del individuo como sus necesidades materiales contingentes de política social?
R: Digamos, en primer lugar, que el individuo puede elegir seguir dos caminos diferentes en la vida: la Filosofía del Ser y la filosofía del devenir. El primero enseña la total liberación del individuo y cómo puede encontrar su propio Ser dentro de sí mismo; apunta a un camino de Realización y no de auto-afirmación. El segundo señala un camino que conduce a las adquisiciones, la extroversión, el consumismo y el distanciamiento del propio Ser, o sea, el estado de desconcierto, confusión y evasión en el que la sociedad del devenir vive en la actualidad.
P: La visión filosófica de hoy me inquieta porque si yo, como ser total, únicamente soy historia, proceso y movimiento que aparece y desaparece, debo concluir que mi futuro es la total aniquilación. Así no voy hacia la vida, sino hacia el vacío. Si este es mi destino, me pregunto qué motivación podría levantarme e empujarme a actuar, amar, procrear, meterme en política o convertirme en un revolucionario. Para abreviar, si ante mí tengo una perspectiva aterradora de aniquilación, ¿en qué sentido y por qué motivaciones podría yo desear expresarme?
R: «Así que no voy hacia la vida, sino hacia el vacío...»; ese es el quid de la cuestión. La filosofía del devenir no puede sino conducir al nihilismo y a la nada traumática, y propone la lucha, la oposición y la separación de los demás. La Filosofía del Ser propone la armonía de uno mismo consigo mismo, con su propia especie y con la naturaleza.