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Artículos - Pir-o-Murshid Hidayat Inayat-Khan

Inayati Order
Meditación con Pir Zia Inayat Khan (Inayati Order)

¿Qué es un sufí?

Por Pir-o-Murshid Hidayat Inayat-Khan

¿Qué es un sufí?
Aquel que no se separa de los demás por opiniones o dogmas; y que realiza el corazón como el Santuario de Dios.

¿Qué desea el sufí?
Eliminar el falso yo y descubrir al Dios interior.

Hidayat
Hidayat Inayat-Khan

¿Qué enseña el sufí?
Felicidad.

¿Qué busca el Sufí?
Iluminación.

¿Qué ve el sufí?
Armonía.

¿Qué da el Sufí?
Amor a todas las cosas creadas.

¿Qué obtiene el sufí?
Un mayor poder de amor.

¿Qué encuentra el sufí?
A DIOS.

¿Y qué pierde?
El yo.

A la palabra "Sufí" se le han atribuido varios orígenes, entre ellos palabras que significan "pureza" y "sabiduría". El Sufí, por lo tanto, es aquel que ha desechado todo lo que no pertenece a su ser más íntimo, y que ha cultivado el jardín del corazón, porque no hay otro lugar donde crezca la sabiduría.
Hazrat Inayat Kan

El Sufí ve la Presencia Divina reflejada en todos los nombres y formas, y no está limitado por ninguna. Sabiendo que ninguna distinción hecha por el hombre puede contener al Ser Único, el Sufí ofrece un respeto sincero a todas las formas de adoración, mientras se esfuerza por estar libre de limitaciones dogmáticas.
Hazrat Inayat Kan

El Sufí es aquel que tiene dos puntos de vista: el suyo propio y el del otro.
Hazrat Inayat Kan

Sufísmo, la religión del corazón

El tema del sufismo se ha interpretado de diversas maneras en la India, Arabia y otros países del Medio Oriente durante cientos de años. Este tema también se encuentra en numerosos documentos históricos así como en publicaciones contemporáneas y, sin embargo, a la pregunta "¿qué es el sufismo?" parece no haber una definición precisa que pueda satisfacer la curiosidad de aquellos que, disfrazados de buscadores en el camino espiritual, están buscando sólo la clave para realizar prodigios.

El sufismo no es una religión ni un culto ni una secta, ni es sólo de Oriente o de Occidente. El sufismo, que significa sabiduría, siempre ha sido y será siempre una puerta abierta a la Verdad; los sabios sienten simpatía por todas las creencias, mientras que al mismo tiempo evitan la especulación sobre conceptos abstractos. El sufismo cree en el origen divino de toda forma de adoración en la que se respete la unidad de los ideales religiosos.

El sufismo, que no tiene obligaciones religiosas, considera la espiritualidad como la religión del corazón. Esa religión es aquella en la que se sigue incondicionalmente la unidad de los ideales religiosos en busca de la verdad, sin desviarse en seguir a los seguidores de los seguidores de los grandes reformadores religiosos, cuyos mensajes han sido alterados irreconociblemente a lo largo de los siglos por quienes confunden misticismo con fanatismo.

En el Sufísmo no hay lugar para comparaciones o preferencias. Todos los Mensajeros son considerados con el mismo respeto y sus mensajes son adorados con la misma veneración, sabiendo que Buda no era budista, Cristo no era cristiano y Mahoma no era mahometano. Fueron portadores de nuevos impulsos del Mensaje Divino, que la multitud usa como juguetes para jugar y los impostores para juegos de poder.

El sufísmo es una actitud de simpatía interior hacia todas las creencias. Todas las religiones son religiones sufíes siempre que reconozcan los límites inherentes a cualquier interpretación especulativa de la Verdad. Se podría decir que el Sufísmo es un proceso que conduce a la ampliación del horizonte del corazón, para que la Verdad brille en su interior como un sol brillante, iluminando todo lo que sea receptivo a sus rayos de luz.

A través de los tiempos ha habido una religión tras otra, pero cada una llegó como una confirmación de la anterior. Ahora, en nuestro siglo y con el desarrollo de la ciencia y la comunicación, ha quedado claro que cada religión tenía un propósito especial que cumplir en un período particular de la evolución humana. Para los sabios, uno sólo puede estar realmente en sintonía con cualquier religión si el corazón de uno está abierto a todas las creencias religiosas con el mismo amor y comprensión por cada una.

Si uno tomara seis o siete vasos diferentes, cada uno de un color diferente, y vertiera agua en cada vaso, el agua parecería roja en un vaso, azul en otro, verde en un tercero, y así sucesivamente, aunque fuera la misma agua en cada uno. Del mismo modo, todas las religiones son en su origen de inspiración divina, pero, como la imagen del agua vertida en vasos de diferentes colores, tan pronto como la inspiración divina se cristaliza en el pensamiento humano, adquiere el color de ese pensamiento. Entonces llamamos a un color hinduismo, a otro color budismo, a otro islam y aún a otros colores se les llama judaísmo, cristianismo o cualquier otra denominación religiosa.

Por tanto, como el origen de todas las religiones es de naturaleza divina, éstas sólo pueden comprenderse en la medida en que se está dispuesto a reconocer la unidad de todos los ideales religiosos, nivel en el cual todas las religiones son otras tantas derivaciones de un mismo impulso, el grito del corazón, el anhelo del alma por Dios.

La sabiduría puede revelarse bajo la apariencia de una forma reconocible, aunque la sabiduría no es tangible ni tiene una forma propia. Tal vez se podrían describir ejemplos de sabiduría, aunque la sabiduría no se puede definir con palabras. Además, hay tantas expresiones de sabiduría como buscadores de sabiduría. Sin embargo, para el que es realmente sabio, hay una sola sabiduría, pero muchas formas diferentes de entender esa sabiduría y diferentes formas de expresión a través de las cuales los sabios reconocen la única sabiduría.

La sabiduría da por sentado que algunos dogmas muy específicos debieron tener mucho sentido en el momento en que fueron predicados, pero estos ya no se aplican necesariamente en nuestro mundo actual, donde la ciencia ha asumido la responsabilidad de temas como la salud y la educación, que originalmente formaban parte de las estructuras básicas de la religión antigua.

La palabra Sufí significa sabiduría, pero eso no significa que al seguir el camino Sufí uno sea necesariamente sabio. El sufismo es una prueba con la que uno se enfrenta constantemente, cuando se espera que muestre un ejemplo de lo bien que uno entiende lo que verdaderamente es la espiritualidad. Espiritualidad no significa dejarse llevar por las nubes de la ilusión; significa tener los pies bien puestos en el suelo de la realidad, probando así, sin pretensiones, haber adquirido disciplina sobre las energías físicas y mentales. Sólo entonces es posible que uno pueda inspirar a otros en el camino donde la honestidad en la espiritualidad es la consigna.

Un sufí es un alma religiosa cuya naturaleza es negarse a someterse a creencias impuestas y que es consciente de que la vida no es necesariamente lo que uno podría pensar que es, ni lo que a uno le dicen que es. La vida no se vive sólo en el nivel de la experiencia física, ni sólo en el nivel del pensamiento, ni sólo en el nivel del sentimiento, sino también, y lo que es más importante, en un nivel aún más alto de conciencia, donde el yo ya no es más la barrera que separa la realidad de la ilusión.

En el camino de la espiritualidad, uno se aventura a vencer las propias faltas antes que a juzgar a los demás, cuyas faltas no son muy diferentes a las propias. Uno trata de dominar sus propios sentimientos en lugar de malinterpretar los de los demás, y uno atesora hasta el más mínimo signo de aprecio proveniente de aquellos que dependen de la simpatía de uno.

En este nivel de conciencia no hay limitaciones ni opuestos, ni relación con ideas preconcebidas, como las expresadas en todas las interpretaciones dogmáticas religiosas de la Verdad. Al tratar de explicar a Dios, uno solo modela un concepto individual, limitado al tamaño de los propios pensamientos. Tal vez uno pueda descubrir algún día lo que realmente significa tener seguridad interior, al ver que todas las cosas sólo tienen tanta importancia como uno les da. Nada es importante y, sin embargo, todo es importante, pero lo que parece tan importante para uno mismo no siempre parece importante para los demás. El Sufí permanecerá siempre libre de juzgar a los demás y de especificar lo que es bueno y lo que es malo. Para los sufíes, el bien y el mal son conceptos que solo se pueden discernir dentro de la propia conciencia.

Tan pronto como uno intenta definir conceptos abstractos, uno es llevado al laberinto de sus propios pensamientos que pronto se descomponen en descripciones especulativas a partir de las cuales uno construye ideas dogmáticas; éstos se añaden luego a las muchas ideas preconcebidas recogidas a través de la educación de uno mismo, junto con las numerosas impresiones e influencias que constituyen nuestro mundo mental. Entonces, cuando uno trata de expresar sus creencias y entendimientos, las palabras tienden a desviarse de las ideas originales, que en sí mismas eran solo conceptos arbitrarios, y el resultado de todo esto se presenta con tanta frecuencia como la única verdad.

El Mensaje Sufí es un mensaje de "Libertad Espiritual" que revela en su esencia la verdadera naturaleza de la espiritualidad como la liberación de dogmas e ideas preconcebidas. Y en su llamado a la Unidad de los Ideales espirituales, el Mensaje Sufí ofrece una fuente de inspiración, que va mucho más allá de sentimientos tales como "mi religión" en oposición a "tu religión", porque solo hay una religión y varias interpretaciones de la única Verdad.

Unámonos como hermanos y hermanas sin ninguna pretensión, con el gran ideal de llevar la felicidad a un mundo donde la ilusión reina lamentablemente en plena autoridad sobre la libertad del despertar espiritual.

La religión de nuestro tiempo está destinada a ser la religión del corazón, y como hay muchos corazones, evidentemente hay muchas religiones, aunque todas las religiones brotan de un mismo y único corazón, el templo de Dios, donde, cuando prevalecen la sabiduría, el amor, la armonía y la belleza juntos constituyen el altar vivo.

Junio de 2005

Hidayat Inayat-Khan (Londres, 1917 - Munich, 2016), compositor de música clásica, director de orquesta y exrepresentante general del Movimiento Sufí Internacional, era hijo del maestro sufí Hazrat Inayat Khan y Pirani Ameena Begum (Ora Ray Baker) de Albuquerque, Nuevo México, nació en una familia de personalidades muy notables. El tatarabuelo de Hidayat fue Tipu Sultan, el "Tigre de Mysore", último Potentado Supremo de toda la India, cuyo palacio en la isla fortificada de Sering Pathan estaba custodiado por tigres vivos...

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