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Artículos - Joan Tollifson

¿Es todo "solo un sueño"?

Por Joan Tollifson 2 de febrero de 2018
Joan Tollifson

Siglos atrás, el sabio taoísta Zhuangzi se despertó de un sueño y comentó: "No sé si era un hombre soñando que era una mariposa, o si soy una mariposa soñando que soy un hombre". De niños , muchos de nosotros aprendimos a cantar, "Rema, rema, rema en tu barco, suavemente corriente abajo, alegre, alegre, alegre, alegre, la vida no es más que un sueño". La observación de que la vida tiene ciertas cualidades de ensueño aparece en muchas culturas diferentes a lo largo de la historia.

En las enseñanzas orientales específicamente, a menudo se nos dice que la vida o el mundo es un sueño, y que la persona que creemos que somos también es un sueño. Incluso podemos escuchar que todo lo que percibimos es "irreal". ¿Qué significa esto? ¿Significa, como mucha gente cree, que todo es "solo" una ilusión, y es mejor ignorarlo por completo? Yo diría que no, no es eso.

Malinterpretada de esa manera, de que la vida es "solo" un sueño (y por lo tanto irreal y sin importancia), esta analogía del sueño fácilmente nos hace ser como el Sr. Duffy, el personaje de James Joyce en Dubliners que "vivía a cierta distancia de su cuerpo" (y de su vida). Se convierte en una forma de desconectarnos, disociarnos, ignorarnos, rechazarnos, cerrarnos y perder nuestra vida real. He encontrado mucha gente en el Advaita que se detiene en el camino de la negación o desapego (neti-neti) y nunca llega al camino de la inclusión o el amor en el que todo se reconoce como una manifestación de la totalidad infinita.

Entonces, esta indicación del sueño no tiene que ver con rechazar, ignorar o trascender y dejar atrás nuestra vida ordinaria aquí y ahora. Se trata de ver la vida cotidiana de una manera más abierta, fluida y realista. Entonces, ¿de qué manera podemos notar que esta vida es como un sueño?

¿Dónde está ayer? ¿O hace una hora? ¿O hace tres minutos? ¿Qué hay de todas las personas que solíamos conocer que han muerto? ¿Y nuestra propia infancia? ¿Qué pasó con ese terrible problema o ese apasionado romance que tuvimos el año pasado o hace diez años que ha desaparecido por completo junto con todas las emociones turbulentas que lo rodeaban? Si todo esto se ha desvanecido en el aire, ¿qué tan sólido era?

Cuando buscamos al "yo" que supuestamente está creando nuestros pensamientos, tomando decisiones y realizando nuestras acciones, ¿encontramos algo más que pensamientos, sensaciones, imágenes mentales, recuerdos e ideas? ¿Encontramos un yo real en el control? ¿Y qué es lo que está mirando y viendo todo esto en este momento? Cuando buscamos a ese veedor, ¿encontramos algo? ¿O simplemente hay espacio abierto, clara conciencia libre, y todo, tal como es? ¿Podemos ubicar un límite real en que "dentro de mí" se convierte en "fuera de mí"? Podemos pensar en tal límite ("la piel", por ejemplo), pero cuando sentimos lo que llamamos "la piel" con atención abierta, ¿encontramos algo sólido o cualquier límite sólido, algún lugar donde la silla o el aire en la habitación termina y comienza "yo"? Incluso "la piel" no es nada más que sensaciones vibratorias y una membrana porosa que respira. Entonces, ¿cómo de real es "el yo", y hay algo que realmente no sea yo?

¿Por qué todos vemos el mundo de manera diferente, a veces de maneras absolutamente irreconciliables? ¿Alguna vez fuiste al cine con un amigo y te encantaba la película, pero resulta que tu amigo la odiaba, y mientras hablabais de ella, parece que cada uno vio una película completamente diferente? ¡Tal vez lo hiciste! Por no hablar de las diferencias que podemos tener con otras personas sobre la política o de cómo entendemos los acontecimientos actuales, o las formas en que podemos estar en desacuerdo con nuestro cónyuge o nuestros hermanos sobre "lo que realmente sucedió" en esa cena de Navidad.

Mantenemos la creencia profundamente arraigada de que existe una realidad objetiva única "ahí fuera", preexistente, intrínsecamente real, independiente del observador, que todos estamos viendo de diferentes maneras, y estamos profundamente seguros de que nuestra forma de verla es la correcta ― ¡porque para nosotros, lo que vemos innegablemente es lo que estamos viendo! Entonces, naturalmente pensamos, ¿cómo podrían los demás no verlo? Pero podría ser que no exista tal realidad objetiva "ahí fuera", que el universo (ya sea que lo llamemos Consciencia, inteligencia-energía, no-cosidad, Mente, el Ser, vacuidad, el Tao o lo que sea) está soñando sueños infinitos simultáneamente, y que, como las joyas en la Red de Indra, cada uno refleja a los demás en un todo asombrosamente interrelacionado.

¿Cómo respondo, pienso y me comporto cuando pienso que Donald Trump está "ahí fuera" como una realidad objetiva e independiente del observador, que estoy viendo correctamente y muchos otros están viendo incorrectamente? ¿Y cómo cambia eso si veo a Donald y todos esos "otros" como una especie de sueño subjetivo? ¿Qué cambia cuando todos y todo lo que veo es mi propio yo, mi propio reflejo, mi propio sueño? ¿Cómo respondo, pienso y me comporto entonces? ¿Qué forma de ver es más probable que produzca paz y amor, y cuál es más probable que comience una guerra?

En esta vida de ensueño, todavía tengo mi punto de vista y mis opiniones sobre Donald Trump y muchos otros temas desde Oriente Medio hasta el aborto y el cambio climático. Mi corazón todavía se rompe por el dolor y el sufrimiento que veo. Estoy a favor de corregir errores e injusticias y mejorar las cosas, lo mejor que podamos. Pero reconozco que no todos estamos (y nunca lo estaremos) de acuerdo en lo que constituye "lo mejor", y no me imagino una utopía futura en la que el sufrimiento ya no exista, porque sé que (como dice un viejo koan zen) "la medicina y la enfermedad están de acuerdo entre sí" y "el mundo entero es medicina". O, como observó Leonard Cohen, la grieta es por donde entra la luz. Sin esa grieta, no hay luz. Viendo esto, me tomo la situación del mundo, y mi propia vida, un poco más a la ligera de alguna manera, con una profunda confianza en la Manera Que Es (o el Tao). Reconozco que en realidad no sé qué es lo mejor para el universo (o para Joan). Estoy despierta a una realidad más amplia y más inclusiva que tiene espacio para todos estos miles de millones de sueños simultáneos diferentes.

¿Estoy siempre despierta de esta manera? No. A veces los viejos hábitos mentales vuelven a aparecer y Joan vuelve a hipnotizarse en una historia de un tipo u otro. Mi pedido de Amazon Prime se retrasa y reacciono como un niño de dos años a quien le quitaron el juguete. O dejo escapar mi opinión sobre un tema candente de una manera hostil y poco hábil. O me encuentro tratando de controlar cómo va la vida. Pero, en realidad, ¿es "Joan" quien está hipnotizada y haciendo estas cosas, o es todo un movimiento de esta infinita totalidad (Mente, Consciencia, no-cosidad, el Océano, el Único Ser, el Tao, como sea que la llamemos) soñando e hipnotizándose para imaginar que es Joan (y otros siete mil millones) representando un drama increíble, bailando un baile increíble, dándose cuenta de formas siempre nuevas? Cuando esto está claro, no hay una segunda capa de participación, no me tomo todo esto personalmente ni me siento culpable o me castigo a mí misma porque "yo" fui engañada nuevamente. La ilusión es simplemente ilusión ― un acontecimiento impersonal, como una tormenta o un día nublado.

El trance hipnótico o ilusión simplemente se puede ver por lo que es cuando ocurre. Así es como funciona el despertar. No hay iluminación sin ilusión o engaño, no hay loto sin el barro, no hay rosas sin el compost, no hay luz sin la grieta. La conciencia es el gran disolvente, el gran transformador, y, paradójicamente, es a través de nuestros errores que encontramos el camino. Un instructor Zen describía felizmente la vida de un Maestro Zen como "un error continuo". Y cuando despertamos, nos damos cuenta de que incluso los errores eran perfectamente "eso" también (o quizás mejor dicho, todos eran perfectamente eso-idad).

Saber que la luz y la oscuridad van juntas no significa que nos apresuremos a invitar al dolor a nuestras vidas. ¿Hubiera querido una ostomía? ¡De ninguna manera! ¿Hubiera querido someterme a quimioterapia y radiación? ¡De ninguna manera! Y, sin embargo, puedo ver que todo este viaje de tener cáncer es un viaje de despertar, en mi beneficio, y estoy agradecida por todo. Como alguien respondió una vez (en un escrito de John Tarrant), cuando se le preguntó cómo era estar enfermo, "¡Fue maravilloso!" ¡Estoy de acuerdo!

Después de mi diagnóstico, me sorprendió descubrir cuánto deseo estar viva. Retorné de nuevo, más vívidamente que nunca, al momento presente. Continúo descubriendo algo sobre el amor y la comunidad y la interconexión de todo ser y cuán importante es congeniar uno con otro. Mi pronóstico es bueno, pero sé que la muerte ―cuando finalmente llega, como siempre ocurre― no es el final. No la temo. Mi muerte será el final de Joan, el final de un sueño particular, pero no de la vastedad, la totalidad soñadora, el Tao. Del mismo modo, no quiero una guerra nuclear u otro genocidio o un presidente sexista racista, pero también sé intuitivamente que todas estas cosas, y todo lo que sucede, no puede ser de otra manera en este momento que exactamente como es, y que la luz y la oscuridad van juntas como el yin y el yang, y que hay algo que todavía estará aquí incluso si todo el universo explota, y que yo soy Eso, y que Eso es todo lo que hay. Entonces, descanso más fácilmente. Sí, mi adrenalina todavía se dispara en ciertas situaciones amenazantes, si un automóvil se gira de repente hacia el mío en la autopista o si alguien me apunta con un arma, y eso es parte de nuestra biología humana y de nuestra supervivencia. Es un regalo. Nos ayuda a lidiar con una emergencia. Pero no me siento preocupada por una guerra nuclear, eso es algo diferente.

Por supuesto, algunas personas son propensas a la ansiedad, tal vez en parte por razones puramente biológicas o genéticas, y no controlamos nuestros pensamientos entrantes o las mareas neuroquímicas que recorren el cuerpo-mente. Entonces, si te encuentras despierto a las 2 de la mañana preocupándote por una guerra nuclear, ¿qué hacer? De nuevo, la conciencia es el gran disolvente. ¿Es posible simplemente ver los pensamientos como pensamientos, sentir las sensaciones como pura sensación, sin etiquetas o líneas argumentales, y también darse cuenta del resto de lo que realmente está aquí-ahora, el sonido del viento o del tráfico, la sensación de la respiración, el zumbido de la nevera? ¿Se puede reconocer cómo todo está cambiando, moviéndose, disolviéndose, cómo se parece mucho a un sueño? Simplemente ser este momento, ser consciente, estar presente y ser curioso acerca de la situación en la que parecemos estar, ya sea un ataque de ansiedad o un cáncer o un atasco de tráfico o una discusión con un amigo ― y me refiero a la curiosidad no de forma analítica, pensando sobre ello o corriendo hacia las estanterías en busca de respuestas (ese es nuestro viejo hábito que nos hunde más profundamente en las arenas movedizas), sino de una manera muy diferente, con conciencia, entrando completamente, abriendo el corazón a eso, estando aquí mismo en el centro de eso.

No se puede negar la experiencia presente: escuchar, ver, respirar, despertar, pensar, soñar, etc. Incluso si todo es un sueño, indudablemente aparece. Lo que es real en un sueño o una ilusión ―la eseidad desnuda o talidad― es innegable e imposible de dudar. Estar aquí (consciente y presente) está fuera de toda duda. La experiencia presente (el hecho simple, no las interpretaciones) está fuera de toda duda.

Pero una vez que comenzamos a pensar en ello, una vez que ponemos palabras sobre este acontecimiento presente ―"Joan", "cáncer", "sueño", "realidad", "ilusión", "eseidad", "eso", "no-cosidad", y así sucesivamente― una vez que hacemos eso, hemos entrado en un mapa-mundo conceptual en el que la totalidad infinita e ininterrumpida se divide en partes y piezas aparentemente separadas, independientes y persistentes. Incluso una palabra como "totalidad" o "infinito" no puede ayudar a fusionarse en la mente como algo diferente de su opuesto, fragmentación o limitación. Y por tanto (aparentemente) tenemos dos. Entonces, cuando usamos palabras, ¿podemos estar conscientes de este peligro? ¿Podemos jugar con ellas a la ligera, sin quedar atrapados por ellas y sin fijarnos en un lado de una dualidad conceptual que realmente no existe?

La consciencia misma es la división de la totalidad ininterrumpida en un mundo de cosas aparentemente diferentes, el mundo que percibimos y sentimos, el mundo del tiempo y el espacio, el pasado y el futuro, el aquí y allí, el sujeto y el objeto. Los pensamientos y las palabras, que son un aspecto de la consciencia, hacen que estas formas distintas y diferentes parezcan separadas, independientes y persistentes, y se forman historias sobre estas piezas y cómo se relacionan entre sí: yo soy un hombre, tú eres una mujer, estábamos enamorados, ahora estamos divorciados, el divorcio fue tu culpa, soy un fracasado, hubiera sido un éxito si mi vida hubiera sido diferente, lo que me sucedió cuando era niño me hizo ser un drogadicto, Estados Unidos es una gran democracia, Estados Unidos es un imperio imperialista codicioso, has arruinado mi vida, Donald Trump me arruina la vida, Hillary dirigía una red de tráfico sexual infantil desde una pizzería, la luna está hecha de queso verde, los astronautas han aterrizado en la luna varias veces, el alunizaje fue fingido, la luna no es más que consciencia que aparece como la luna, los astronautas son personajes soñados en un sueño, y así sucesivamente.

Ahora bien, algunas de estas historias pueden ser relativamente más ciertas que otras, algunas son obviamente falsas, algunas son puramente especulativas, otras dependen del punto de vista, pero todas ellas, incluso aquellas que son relativamente verdaderas y aparentemente indiscutibles, son historias, informes sobre la realidad, superposiciones conceptuales. Se necesita la memoria, la imaginación, la categorización conceptual, etc. para conjurarlas. No son acontecimientos reales o "cosas" que se están describiendo. Son mapas del territorio. Son reales en tanto que mapas, y el cartografiar es algo que hace el territorio, algo que tiene un valor funcional, pero los mapas son representaciones congeladas y abstractas de lo que en realidad cambia constantemente, en parte es invisible e imposible de captar o capturar en su infinita totalidad viviente. Incluso llamarlo "infinita totalidad viviente" es demasiado limitante. Y esta realidad viviente no está "ahí fuera" aparte de nosotros. Está aquí mismo, completamente inmediata, sin separación, sin división. El mapa aparentemente la pone "afuera" para que la miremos objetivamente, pero la realidad no es así. Nada está realmente "ahí fuera". No existe un límite sólido real entre "dentro" y "fuera", o entre "yo" y "tú", o entre "conciencia" y "contenido". No lo tomes como una creencia o una ideología, sino que míralo atentamente, meditativamente, con atención abierta, y descúbrelo directamente por ti mismo.

Cuando reconocemos esto, no solo como una idea atractiva, sino cuando realmente lo asimilamos en situaciones de la vida real a medida que suceden, algo cambia. Este cambio a menudo se llama liberación. En mi experiencia, este no es un acontecimiento excepcional y permanente que alguien logra y luego posee para siempre. Es un descubrimiento siempre nuevo que solo sucede ahora, y cuando sucede, aquel a quien el pensamiento dice que está sucediendo se ve por lo que es: un grupo de pensamientos-sensaciones-recuerdos, una imagen fugaz en un sueño, nada sustancial en absoluto, vasto vacío. En ese ver, no hay veedor y no hay división entre el sujeto y el objeto.

Entonces, ¿es todo "solo" un sueño? El cáncer, la ansiedad, el genocidio, el presidente Trump, Martin Luther King, el cambio climático, la gente de Standing Rock, la guerra nuclear, tu bebé recién nacido, tu querido perro. Es como un sueño en muchos sentidos, pero eso no significa que debamos negar el sueño, ignorarlo, alejarnos de él, o descartarlo como "solo una ilusión". En verdad, realmente no podemos alejarnos. Estamos aquí en este momento, como [somos] este momento, nos guste o no. Incluso el aparente alejamiento es un movimiento de esta totalidad infinita. "La vida es un sueño" es una invitación a estar despierto para que todo esto suceda de una manera nueva, sin división, sin la creencia en "cosas" sólidas y persistentes. La analogía del sueño es un mapa útil, un poema, una iluminación ―tiene el potencial de liberarnos de una forma falsa de ver― pero no te centres en ello, no lo conviertas en una creencia, ni lo uses para ignorar o pasar por alto la vívida realidad aquí y ahora.