Ruta de Sección: Inicio > Artículos >Ensayos > Artículo

Artículos - Joan Tollifson

Elección, no elección y lo que es

Por Joan Tollifson
Joan Tollifson

La vida sucede de manera automática. La respiración sucede, la digestión sucede, el pensamiento sucede, todo el ecosistema sucede. Los planetas giran alrededor del sol, los soles explotan y mueren, las edades de hielo van y vienen. En el nivel subatómico, hay una indefinible, indeterminada e inasible danza de energía que parece solidificarse o particularizarse solo con observarla.

Cada pensamiento que tenemos, cada interés, cada impulso, cada atracción, cada rechazo, cada sentimiento, cada movimiento de atención surge automáticamente de una fuente inescrutable. Esto se puede descubrir observando detenidamente. Y además el pensamiento, también automáticamente, se hace pasar por el yo al mando y se atribuye el crédito o la culpa del hecho: "(yo) lo hice, (yo) dejé de fumar, (yo) empecé de nuevo, (yo) decidí ser abogado, (yo) elegí tener hijos, (yo) me tomé un tiempo antes de volver a hablar cuando me enfadé, (yo) no pude tomarme el tiempo, (yo) decidí meditar, (yo) puse mi atención en mi respiración", etc.

Pero cuando buscamos a este "yo" fantasma que parece estar al mando, dirigiendo el barco, creando los pensamientos, tomando las decisiones y moviendo la atención, no encontramos tal entidad o agente. Y, sin embargo, todos podemos aparentemente abrir y cerrar nuestra mano a voluntad (a menos que por alguna razón no podamos). Y, sin lugar a dudas, el cuerpo puede aprender nuevas habilidades y ser entrenado y desarrollado de varias maneras. El bebé aprende a dar vueltas, a recoger objetos, a gatear, a caminar, a usar el inodoro, etc., y desarrolla cada vez mayor control de estas habilidades y funciones. El atleta entrena y refina su habilidad para realizar ciertas acciones. El estudiante de medicina que se convierte en cirujano adquiere sorprendentes habilidades manuales y cognitivas. El estudiante de meditación aprende a no moverse, a prestar atención a sentimientos difíciles. Un cliente en terapia aprende nuevas formas de responder a la depresión o la ansiedad. En todo tipo de formas, hay una capacidad obvia Aquí-Ahora para iniciar y llevar a cabo acciones y aprender nuevas habilidades. Pero cuanto más buscamos al iniciador, al hacedor o al aprendiz, menos encontramos nada sustancial en absoluto.

Si observamos detenidamente, TODO esto está sucediendo por sí mismo, incluido lo que parece ser "mi" esfuerzo, "mi" voluntad, "mi" intención, "mi" perseverancia, "mi" mirar y escuchar, y así sucesivamente. Y por cada uno que tiene éxito en varios empeños, hay otros que fracasan. Algunos alcohólicos pueden dejar de beber y recuperarse, otros no. Algunos dirían que los que no lo consiguen es que realmente no querían dejar de beber, o no se esforzaron lo suficiente. ¿Pero elegimos lo que queremos en cada momento? Cuando tenemos deseos en conflicto, por ejemplo, el deseo de estar sobrio y el deseo de otra bebida, ¿controlamos cuál de estos deseos opuestos tiene más energía y gana en un momento dado? Parece que a veces lo hacemos, por ejemplo, cuando somos capaces de resistir un impulso poderoso, pero ¿de dónde vino esta habilidad en ese momento, y qué hay de todas las veces que no pudimos hacer esto? ¿Qué fue diferente?

Cuando realmente comprendemos que todo ocurre de forma automática y sin elección, que no hay un autor-elector-hacedor independiente, nos libera de la culpa, la vergüenza, la censura y mucho más. Al instante se disuelven, capa tras capa, el odio hacia uno mismo y los sentimientos de deficiencia e imperfección, así como gran parte de nuestros juicios, ira y resentimiento hacia los demás. Produce compasión instantánea para nosotros y para todos los seres.

Esto no significa que vamos a dejar que las personas nos pisoteen, o dejar que los asesinos en serie corran libres simplemente porque ahora entendemos que no pudieron evitar hacer lo que hicieron, o que no podamos trabajar en nosotros mismos o con el mundo de varias maneras si somos sensibles, ya sea a través de la terapia o de un programa de recuperación de adicciones o entrenamiento atlético o trabajar para el cambio social o lo que sea. Reconocer la naturaleza automática y sin elección no significa que no podamos o no debamos practicar el jugar al tenis, estudiar un nuevo idioma, hacer un esfuerzo, ver a un terapeuta, ser un terapeuta, probar una nueva dieta vegana, firmar una petición o "decidir" unirse a un movimiento para el cambio social.

Significa que el interés en tales actividades, la necesidad de realizarlas, la capacidad para realizarlas y su éxito o fracaso relativo es un suceso sin elección de todo el universo y no la acción de un yo independiente separado. Ninguna ola está en realidad separada o es independiente del océano. Ninguna ola puede decidir irse en una dirección distinta de aquella en la que se está moviendo el océano. Ninguna ola puede "hacerlo mal". Cada ola, grande o pequeña, tumultuosa o suave, es igualmente agua. Todas ellas son un movimiento de todo el océano, y todas tienen todo el océano debajo de ellas, como ese famoso círculo cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia no está en ninguna. Haces lo que la vida te mueve a hacer. ¡No tienes elección!

Si estamos criando niños, enseñando en la escuela, entrenando atletas o a cirujanos, pilotando un avión o realizando otra seria de funciones en la vida, no nos sentamos y decimos: "Todo está sucediendo automáticamente, así que no hay nada que tú o yo podamos hacer, solo tenemos que esperar y ver qué pasa". Obviamente, eso sería absurdo. Sería un malentendido de lo que se está señalando aquí. Porque, por supuesto, enseñamos a nuestros niños a no correr en el tráfico o gritar en el supermercado, y ayudamos al atleta o al cirujano que estamos entrenando a desarrollar y refinar sus habilidades señalándoles los errores que están cometiendo, y al hacer todo eso, actuamos, en cierto sentido, como si hubiera libre albedrío. Si nuestro hijo grita en público, o si nuestro atleta no hace bien el salto, o si nuestros estudiantes no hacen su tarea, naturalmente hacemos lo que somos impulsados a hacer para corregir esto, y eso podría incluir algún tipo de disciplina. Pero si realmente entendemos la naturaleza sin elección de la vida, entonces sentimos compasión y comprensión natural por esos aparentes fallos y por nuestras aparentes imperfecciones, como perder la paciencia y gritarle a nuestro hijo que se porta mal. Ya no nos tomamos todo esto personalmente ni imaginamos que podría haber sido ―en ese momento― de otra manera.

En mis propios escritos a veces sugiero la posibilidad de explorar algo, o cambiar la atención, o sentarse en silencio, o lo que sea. No le estoy hablando al yo imaginario separado. Y reconozco que si lo que estoy sugiriendo sucede o no, no está bajo mi control o el de nadie más. Aun así, hago la ofrenda. ¡Es lo que la vida me impulsa a hacer! Así es como la vida funciona y se mueve. Por eso siempre estoy enfatizando la importancia de no caer dogmáticamente en uno de los lados de una dualidad conceptual como la elección o no elección, porque la realidad en sí misma no puede ser captada por ninguna formulación. El mapa no es el territorio. Y, por supuesto, subrayo este punto una y otra vez, y los efectos que tiene o no tiene sobre alguien más, ¡también es un suceso sin elección!

En este aparente sueño que llamamos la vida de vigilia, parece que hay miles de millones de individuos independientes implicados en todo tipo de dramas importantes y significativos. Parece que hay causa y efecto, progreso y regresión, desarrollo evolutivo, giros y vueltas de la trama, propósito y significado. Y, sin embargo, todo eso es una especie de superposición conceptual sobre lo que en realidad es una danza de energía inconcebible, indeterminada y sin forma. La trama de la película es una creación del pensamiento, un mapa abstracto del territorio real y, hasta cierto punto, también es una creación de la percepción condicionada, como la manera en que hemos aprendido a ver mesas y sillas. Se supone que un bebé ve diferentes formas y colores, pero aún no ha aprendido dónde dibujar los límites alrededor de los diferentes objetos basándose en la categoría y la función en lugar de simplemente en la proximidad y el color. Este mapa-mundo abstracto creado por el pensamiento conceptual y la percepción condicionada es una abstracción congelada y solidificada de lo que en realidad es cambio constante e indeterminación ― divide lo que en realidad es indivisible y sin fisuras. Y crea el ilusorio "yo" separado e independiente que aparentemente se separa de todo lo demás.

Este mapa del mundo da origen a todos nuestros problemas imaginarios: el miedo psicológico a la muerte, el sentido generalizado de deficiencia y carencia, el miedo a la falta de sentido, la búsqueda de un propósito, el impulso infinito de superación personal, las diversas características de los conflictos globales y personales y así sucesivamente. Estamos luchando contra enemigos que, literalmente, no existen, tratando de mejorar a un yo que no es más sustancial que un espejismo, viviendo en el terror de navegar por el borde de una tierra que realmente no tiene borde, y preocupándonos por si seguiremos aquí después de la muerte ¡Todo este sufrimiento puede desaparecer! ¡Y si aparece o desaparece no es nada personal y no importa de todos modos!

Por supuesto, en la vida cotidiana, no podemos ignorar la realidad relativa de causa y efecto aparentes, o la realidad relativa de yo y tú como dos individuos diferentes, o la realidad relativa de elección y responsabilidad, o la realidad relativa de aparentes sillas y mesas, leyes y organizaciones, gobiernos y países, de todo tipo de cuestiones éticas y morales, etc. Todo esto es parte de cómo funciona la vida. Pero podemos ver, si miramos de cerca y con cuidado, que todo esto no es la realidad actual de lo que es. Y cuando eso se ve claramente, hay una disminución significativa en el sufrimiento que experimentamos y causamos.

Una vez más, ese reconocimiento no significa que no actuemos, o que no tengamos opiniones y preferencias, ni tomemos aparentes decisiones. ¡No podemos evitar hacer todo eso! Pero es TODO un suceso sin elección, y cuanto más nos fijamos, ya sea con la ciencia o la meditación, más vemos que nada es sólido, que nada existe o persiste en la forma en que pensamos que lo hace, y que nada está separado del todo para ser la causa o efecto de cualquier otra cosa. Todo es simplemente como es. ¿Y cómo es? ¡No podemos decirlo! Y sin embargo... las palabras emergen, sin elección. E igualmente sin elección, estos garabatos negros son vistos en una pantalla e inmediatamente traducido su significado. El significado y los objetos, las ideas y la comprensión que las palabras mágicamente traen a la realidad parecen bastante sustanciales, pero mira otra vez... todo se evapora en el aire. ¡Qué libertad! ¡Qué alivio!