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Libros - Javier Olza

nunca llega, porque siempre está
cuando el ser llega a mí, ya estaba él ahí

Nunca llega, porque siempre está

El Ser y su Presencia nunca pueden llegar por algo muy simple. No pueden estar ausentes de ningún espacio a ninguna hora. El Ser no puede dejar nada fuera de Él Mismo, porque él es el Todo... el Todo, que no es la suma de las partes. Es Omniabarcante. Puede estar velado, pero está presente. Esto hace que la relación con el Ser sea única. Se olfatea su Presencia. Nuestro ejercicio es desvelarlo.
No hay que buscarlo.
El ser viene a «nuestro encuentro».
Cuando el yo separado (Ego) se cree realizador, el SER retarda el encuentro.
No puede haber dos SER.
Uno sin segundo.
El Padre y Yo somos Uno.
Presencia Consciente.

Javier Olza

Javier Olza, autor y vida de este libro que ahora tienes en tus manos, dice en sus notas biográficas que el curriculum «hoy ha quedado reducido a lo que has estudiado y quizá alguna experiencia significativa de la vida». En el caso de Javier, las notas que recorren cada rincón de su biografía son un verdadero canto a la vida y a la sabiduría de quien mira la vida desde el compromiso y la serenidad.
No solo te invito a leer el libro, sino a descansar en ese espacio final que pone broche al texto en lo que el autor ha llamado «Recorrido parcial por la vida» porque, en realidad, un curriculum o un curriculumm vitae es una foto parcial de un espacio de tiempo.
El libro que estás a punto de leer está más allá de lo que pueda expresarte en unas breves notas biográficas. Bebe de la vida que mana de cada una de las páginas para darte cuenta de que cuando el Ser llega a ti, ya estaba Él ahí.

Detalles del libro:
  • Título: NUNCA LLEGA, PORQUE SIEMPRE ESTÁ
  • Subtítulo: Cuando el Ser llega a mí, ya estaba Él ahí
  • Autor: Javier Olza
  • Editorial: Círculo Rojo
  • Año de edición: Marzo 2019
  • Nº de páginas: 240
  • Encuadernación: Rústica con solapas
  • Formato: 15 x 20,8
  • ISBN: 978-8413313078

De la Introducción

El Ser y su Presencia nunca pueden llegar, por algo muy simple y sencillo: no pueden estar ausentes de ningún espacio a ninguna hora. Tampoco se puede decir que "va a venir". Solo el que va a llegar puede venir.

El Ser no puede dejar nada fuera de Él mismo, porque él es el Todo... el Todo que no es la suma de las partes. Es omniabarcante. Al Ser nada se le puede quitar y nada se le puede añadir. Al Ser tampoco hay que buscarlo. Siempre está Aquí y Ahora. Suele estar cubierto por un velo, tan solo hay que "desvelarlo", quitarle el velo. El desvelar ayuda más a encontrarse con él que descubrir. El velo se lo quitas a algo presente.

Si vamos a descubrir podemos perder. Podemos llegar a un descubrir racional, inventado por el pensamiento en una combinación discordante.

La primera expresión es: "Puede estar tapado, pero está presente". Esto puede cambiar nuestra relación con el Ser. Se olfatea su Presencia.

Nuestro ejercicio es el de desvelar. El velo puede ser de niebla, de humo, de agua, de fina tela, de sombras y también de ubicación, desde aquí se ve y desde aquí no. La Presencia se hace sentir.

Lo primero que tenemos que hacer es no ir a buscarlo, ni a pie, ni en ningún otro tipo de vehículo. Teresa de Ávila, en uno de sus coloquios con Dios, recibió esta respuesta: "Búscame en mí, pero si no me encuentras, búscame en ti". No llegó, porque siempre estaba. Presencia.

Para encontrar al Ser no hace falta "tanto sacrificio", disciplinas, autocastigo, esfuerzos, voluntad ciega, esfuerzos intelectuales, culpabilidad, etc. El Ser viene a nuestro encuentro, aunque a veces queramos presumir que yo hice, yo trabajé, yo me esforcé, yo, yo, yo lo logré.

El único que incrementa el Ser es el propio Ser. Podemos hacer un sinfín de actividades, pero no podemos incrementar el Ser. Eso es exclusivo de Él. Te lo dice con algo "nuevo".

Las disciplinas que hemos elegido quizá no sean eficaces porque nos creemos protagonistas y eso quita eficacia a estos encuentros. Hay que revisar el origen. Quizá el ego tenga un papel importante. Cuando se cree realizador el ego, el Ser "retarda el encuentro". No pueden ser dos los realizadores.

Lo que viene del Ser también tiene otras características, a veces dolorosas, y nos parecen inaceptables. Estas son las buenas, las propias y, aunque inquietantes, son eficaces. Son del Ser que quiere encontrarse por la cercanía que hay con él. Cuando las circunstancias nos son inaceptables la respuesta es clara: "Te basta mi gracia. Aquí estoy". Qué desconcertante y difícil de abandonar es: "Te basta mi gracia".

Con este libro, Nunca llega, porque siempre está, se pretende un nuevo paradigma que nos lleve por otro camino. El camino del develar, para profundizar y extender todas las posibilidades de encuentro con lo que ya tenemos tan cerca y en nosotros.

Cuando se descubre que quitar el velo es "nuestro trabajo", nos movemos de otra forma y con otra fuerza. Nos gustaría verlo caer. Nos dedicamos a quitar el velo de algo que está demasiado cerca. Se nos hace accesible el encuentro que tanto anhelamos y que presentíamos que vendría de fuera. Quizá no es el esperado. Las características son diferentes. El aire es más puro, la alegría se eleva a gozo, la espontaneidad nos ahorra esfuerzos en la comunicación con los que están en situación similar a la nuestra. Somos todos. Un abrazo con los otros nos hace desaparecer y ya somos el Ser. Uno solo, sin segundo.

Hemos olfateado el regreso a casa. La tierra prometida de donde salimos se siente cerca. Las luces de "nuestro pueblo» se ven en lontananza. Vamos camino de nuestra casa, y es el regreso a ella. Podemos decir con plenitud. Amén. Así es.

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