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Libros - Douglas E. Harding

el juicio del hombre que decía ser dios

El juicio del hombre que decía ser Dios

Esta obra excepcional escrita por el autor de Vivir sin cabeza se enmarca dentro de la más pura tradición de la ficción didáctica inglesa propia de autores como More, Bunyan, Butler, Orwell o Huxley. Se trata de una teatralización de las originalísimas técnicas que Harding desarrolló para ver quién somos realmente y que adopta la forma de un caso judicial que tiene lugar en el año 2003 d. C. en el que un hombre es acusado de blasfemia, lo que sirve de excusa para poner en tela de juicio todas nuestras ideas sobre el modo en el que nos relacionamos con la Divinidad. Es también una clara denuncia contra la cruel caza de herejes que los humanos llegamos a practicar como si de un deporte se tratase, y un alegato apasionado en favor de la tolerancia y el perdón en la época en la que vivimos.

Emocionante y conmovedor, El juicio del hombre que decía ser Dios es un relato que nos atrapa y se apodera de nosotros como solo pueden hacerlo esos dramas judiciales en los que un jurado popular es quien tiene la última palabra.

«Este libro está lleno de ingenio y de sabiduría, es gracioso y divertido y a la vez profundamente serio, humano y divino. Resulta tan sugestivo para la mente que nos llena el corazón de alegría».

Padre Gerard W. Hughes.
Douglas Harding

Douglas Harding (1909-2007) fue un filósofo y maestro espiritual muy valorado y querido, así como un prolífico escritor, que desarrolló una forma única de despertar a la Fuente, de ver Quién somos realmente. Su enfoque, tan directo y efectivo como práctico y original, va derecho al Corazón, al Núcleo Central del asunto y nos lleva directamente a nuestra Verdadera Naturaleza, a nuestra Divinidad.

Más información

Detalles del libro:
  • Nº de páginas: 488
  • Encuadernación: Rústica
  • Formato: 14 x 21.5
  • ISBN: 978-1908774743

Del Prólogo

Mi nombre es John a-Nokes, Jack para los amigos, y corre el año 2003 de la era común (o, como yo prefiero expresarlo, el 2003 anno domini ).

Escribo esto desde la celda de una prisión, mientras estoy a la espera del veredicto de mi juicio por el delito capital de SER QUIEN SOY, DE SER YO MISMO en lugar de lo que la gente me dice que soy.

Por supuesto, ese no es el nombre oficial del delito que se me imputa. ¡Ni mucho menos! No; he sido acusado de blasfemia en virtud de lo establecido en la Ley Reguladora de la Blasfemia aprobada en el 2002. Blasfemia... ¡Por favor! En realidad lo único que he hecho ha sido limitarme a dejar de fingir ser alguien que no soy. Me atreví a comenzar desde cero y a mirarme a mí mismo por mí mismo (a ver cómo es realmente ser yo), y también a entusiasmarme con los hallazgos completamente inesperados que fui descubriendo al hacerlo; hallazgos que ―tal y como iréis viendo― resultaron ser tan simples y naturales como gloriosos y divinos, en ocasiones divertidos, con frecuencia hermosos, pero siempre eminentemente prácticos. Y vivir conforme a estos hallazgos no es en absoluto tan complicado como podría parecer en un principio.

Si eso es blasfemia, ¡entonces estoy condenado! Si eso es blasfemia, ¡que Dios nos ayude a todos!...

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