David Rodrigo
La maestría de la ley universal del karma
Por David Rodrigo 25 de noviembre de 2024El karma no es real, en última instancia. Pero es la ignorancia a comprender, porque es la irrealidad que gobierna todo lo gobernable. La ley del karma, de la causa y el efecto, es la ley del universo/Dios/Dios de la vida. Es fundamental comprender su funcionamiento para crearnos una mejor vida presente y futuras y, finalmente, para liberarnos de todo karma ―acción y resultado, bueno y malo―, y acceder a la comprensión interna del centro de nuestro propio ser, de los otros y de la vida, a la iluminación completa y a la liberación.
En la realidad última, el Ser de todos los seres, pura Consciencia, la Existencia misma ―siempre presente sin esfuerzo―, no hay movimiento, acción ni cambio, porque no hay otro. Es la Existencia en sí, que es sin causa, cambio ni fin, sin no existencia, sin no sí misma. Y la Existencia ―tu verdadero Ser y el de todos― se autoconoce siempre y se manifiesta siempre, como Consciencia, Conocimiento mismo, aquí y ahora, mientras lees o dejas de leer.
Mientras que el karma, por su parte, se basa en la aparente existencia de la diferenciación de sujeto (el yo) y objeto (lo otro), instrumentos que relacionan ambos (sentidos, órganos de acción, mente). Para que haya karma ―acción y resultado, material y externo o sutil e interno a tu mente― tiene que haber ese proceso trinitario. Ese proceso de sujeto-instrumento-objeto no existe siempre en tu propia experiencia diaria, porque no es la existencia, que es permanente.
No te creas nada
En sueño profundo ―cuando duermes sin sueños― sólo se conoce la ignorancia ―la oscuridad, la nada― y no hay acción mental ni, por tanto, física. En meditación profunda hay consciencia de la consciencia pura; no hay ni ignorancia ni su efecto, la acción mental ni física, mientras que la Consciencia está siempre, en toda experiencia de todos los seres, en los tres estados de experiencia cotidiana: vigilia, sueño y sueño profundo. La reconoces en meditación profunda, porque cesas conscientemente la identificación con los movimientos y la diferenciación de los sentidos y la mente.
Por tanto, lo permanente ―lo que existe siempre, en todo y sin cambio― debe ser la Realidad. Lo permanente en mí debe ser mi verdadero Yo. Y esto es sólo la Consciencia misma. No te creas nada. Obsérvalo todo y niégalo y sé consciente de lo que queda, la Consciencia pura. Ésta lo integra todo, sin cambiar, ganar o perder; es consciente de todo, y por ella todo brilla, aparece y desaparece.
Nuestra esclavitud auto-creada
El karma es aquello con lo que cada uno de nosotros nutrimos de contenido a nuestra mente-corazón, consciente y subconsciente activo y latente. Por tanto, el karma nos define y nos condiciona, tanto en el presente como en el futuro, en esta vida y en vidas futuras, y el karma es también nuestra creación individual pasada y presente, en esta vida y en vidas anteriores.
Por ello, conocer bien cómo funciona la ley universal de la causa y el efecto, del karma, es fundamental para, primero, crearnos una vida buena ahora y en otras vidas y, finalmente, escapar de la ilusión de la ley del karma y sus resultados que, buenos o malos, son siempre limitados, como todo lo que es un efecto, y, por tanto, limitante, esencialmente malo, incluso cuando es aparentemente bueno. De ahí, la filosofía del desapego.
¿Reencarnación?
Antes de empezar a diseccionar el funcionamiento del karma, el karma está relacionado con la reencarnación. ¿Tiene sentido la reencarnación?
¿Cómo se explica si no que cada ser nazca con unas habilidades, tendencias, motivaciones, condiciones particulares?
La casualidad, el azar, no es una respuesta que nos ayude a comprender, adaptarnos y mejorar. Es como decir «no hay respuesta» por no decir simplemente «no lo sé».
Si la respuesta fuese la voluntad de Dios, ésta convierte al Todopoderoso en un sádico que pone a sufrir por su mera voluntad a muchas de sus criaturas.
Ninguna de estas dos posibles respuestas nos da sentido.
La respuesta más lógica y liberadora es el karma, si éste se entiende correctamente. Veamos.
Existir y nacer
Por otra parte, ¿qué sentido tiene pensar que nacer ―venir a la existencia― es venir de la no existencia a la existencia y, luego, con la muerte, regresar a la no existencia? ¿No existencia – Existencia – No existencia?
Lo que existe ahora no puede venir de la no existencia ni regresar a ella; porque es ilógico. La existencia misma, la existencia sin causa, la primera existencia, existe porque su naturaleza es existencia. Esa existencia que es y no tiene causa, tampoco tiene fin. Todo lo que nace, muere. Pero lo que es sin nacer, no muere. La existencia es infinita.
Tampoco cambia, porque en ella no existe su contrario, porque éste es la no existencia. Para cambiar necesitas diversidad con la que relacionarte y cambiar. Esa diversidad puede ser externa (otro) o interna (partes). Y el otro de la existencia, lo diferente a la existencia, simplemente no existe, porque es no existencia. Por tanto, la existencia es infinita, inmutable, una y sin partes.
Y para actuar ya hemos explicado arriba que se necesita la trinidad de sujeto (el yo que actúa) – objeto (sobre lo que actúa) – instrumentos (con los que actúa; sentidos, órganos de acción, mente). Es decir, para actuar se requiere de otro diferente o de partes diferentes en uno mismo. Ninguna diferenciación existe en la existencia, porque lo diferente a la existencia es la no existencia.
Por todo ello, la existencia es infinita, inmutable, una, sin partes ni acción.
Yo existo. Eso todos los sabemos directamente, sin ninguna duda, sin necesidad de que nadie nos lo indique. Yo soy, yo sé que soy. El tema es ¿quién soy?
Yo existo, hay existencia en mí, soy existente y la existencia es una, infinita, sin cambio ni acción, como hemos visto lógicamente. Por tanto, antes de nacer este cuerpo, ya existía; y, con la muerte de este cuerpo, existiré.
La insatisfacción permanente
Lo que nace aparece en la existencia como sujeto diferenciado, con sus instrumentos diferenciados (cuerpo-mente), que se relaciona con objetos diferenciados (el mundo) desde el deseo consecuencia del ego, la idea de yo soy este individuo separado, necesitado, por tanto, de plenitud, en una insatisfacción profunda que se vuelve permanente porque busca rellenarla con más diferenciación que aparece en la existencia (amor, placer de los sentidos, poder, dinero, salud, fama, etc.).
Esta insatisfacción profunda del ser humano es un anhelo innato de sí mismo, de su verdadero Yo, de verdad, que sólo se llena con lo eterno. La vida es una constante fluyendo en los cambios aparentes. Y el objetivo último de la vida humana es realizar esa constante.
Hemos caído por ignorancia radical de quién soy yo en la identificación con el yo separado, este cuerpo-mente, este individuo, que es diferente a todos los demás individuos porque arrastra consigo unas condiciones particulares: su propio karma.
Demostrada así la filosofía de la reencarnación y el karma, tenemos que comprender bien el funcionamiento de la ley del karma.
Funcionamiento del karma
La ley del karma es expuesta aquí de forma sencilla, completa y clara:
1) Todo es karma.
Todo sucede por el karma, fuera ―en tu vida, en los otros, en el mundo― y dentro de tu mente (creencias, tendencias, motivaciones, decisiones, emociones, pensamientos, miedo). El karma es la ley universal.
Todo cuanto percibes, interpretas, piensas, sientes, comunicas, haces, experimentas es karma, impresiones mentales que, si son repetitivas (incluso con formas diferentes, pero con una tendencia, base, creencia, motivación similar, constante), se convierten en hábitos y forjan a fuego tu personalidad, y si son nuevas pero fuertes, intensas y continuadas, te transforman completamente.
No es «es que yo soy así», sino «es que ahora estoy así». Y estás así porque así te estás creando constantemente, con cada creencia, emoción, pensamiento, deseo, decisión, miedo, acción, experiencias. Eres tu propio creador; créate bien.
2) Karma es acción y resultado, causa y efecto.
Una cosa (causa) que lleva a otra (efecto). Toda acción tiene un resultado. Karma puede ser bueno, malo, regular o indiferente. El karma «acción» se hace con la mente-corazón (pensamiento, sentimiento), el habla y la acción física.
Un karma «acción» tiene un karma «resultado» ―tu experiencia― del mismo signo. Una acción buena (de paz, claridad, virtud, bondad, amor...) da lugar a una buena experiencia (paz, claridad, virtud, bondad, felicidad, amor...); una acción mala (de oscuridad, egoísmo, violencia, odio, maldad...) da lugar a una mala experiencia (de oscuridad, estancamiento, vicio, sufrimiento, violencia, odio, maldad...). Y la mayoría de las acciones son mezclas en distintos grados de bien y mal y crean experiencias igualmente mezcladas, de felicidad y sufrimiento, luz y oscuridad.
3) El resultado de una acción se puede experimentar inmediatamente, a medio o largo plazo.
Es sólo cuestión de tiempo, pero el resultado del karma se experimenta seguro, siempre que uno se encuentre ―por su identificación por la ignorancia de nacimiento con un individuo separado, con el ego― en el círculo de nacimiento y muerte, que es gestionado por tu propio karma para ti.
4) El experimentador del karma ―de una acción cualquiera― es el hacedor, quien ha llevado a cabo ese mismo karma.
Yo, al identificarme con el hacedor ―el ego― hago algo y, consecuentemente, yo experimento el resultado de esa acción. Pero puedo experimentarlo inmediatamente y, por tanto, puede ser evidente su causa, aquella acción que conlleva este efecto, esta experiencia; o puedo experimentarlo más tarde en mi vida o en otra vida futura ―inmediata a esta o no― y, por tanto, no recordar ―al tener otro cerebro y situaciones― la causa (el karma, mi acción) de esta experiencia (karma) que estoy viviendo ahora.
5) Karma relacional.
Los individuos estamos relacionados con muchos otros individuos ―presentes y pasados, materiales y sutiles― que, al igual que nuestro propio cuerpo-mente y situaciones vitales, son para nosotros instrumentos para experimentar nuestro karma e, idealmente, extraer aprendizajes y crecer hacia el conocimiento de niveles más profundos de uno mismo y de la vida. A la vez que los otros seres experimentan su karma con ellos mismos, con nosotros y demás situaciones vitales. Es decir, estamos relacionados con nuestro cuerpo-mente (consciente y subconsciente, esta última, activa y latente) e interrelacionados con otros seres como medio para experimentar nuestro karma, y, a la vez, nunca dejamos de hacer karma nuevo.
No podemos escoger en esta vida nuestros padres, etc. pero sí otras relaciones. Tendríamos que poder observar un tiempo a alguien, sin que lo sepa, para ver si realmente nos gusta y tratar de ver las posibilidades de que de ahí se construya un amor o amistad inspiradores, antes de dejarnos arrastrar por el impulso de la atracción, la emoción o la carencia y enlazar nuestros karmas con otras personas.
5) Karma social.
Y también hay karma social, colectivo, de tu sociedad, de tu tiempo, de tu espacio, que hay que aceptar ―porque éste no depende tanto de ti―, y ver cómo adaptarte de la mejor manera posible sin perder tu objetivo vital, con la flexibilidad del agua en movimiento, tranquila y decidida del río que se encuentra una roca, la esquiva y sigue su curso y, a la vez, va transformando la roca, poco a poco o súbitamente.
6) El karma se quema al experimentarse.
Y mientras no se experimente, el karma espera en tu mente subconsciente ―activa o latente―, como una semilla, su momento de fructificación en forma de tus experiencias de placer, dolor, etc., según sea un karma bueno, malo, etc.
Por tanto, al atravesar sucesos dolorosos, aunque no se busca así consuelo, entiende que al menos quemas con la experiencia ese mal karma tuyo particular pero, sobre todo, te trae una necesidad de pararte, replantearte y lograr aprendizaje para seguir creciendo en el conocimiento de todos los niveles de uno mismo y de la vida.
7) Sólo hay una forma de quemar todo el karma de golpe: el conocimiento de tu verdadero Ser.
Quien experimenta el karma es quien hace el karma ―bueno, malo, regular o indiferente―; es decir, tu ego, tú identificado con un individuo diferenciado. Esa identificación limitante de ti mismo se quema en el fuego del Conocimiento de tu verdadero Ser, pura Consciencia, Existencia, Felicidad, sin diferenciación y, por tanto, sin karma.
Tu ser, en realidad, no está limitado por el karma ni por nada: ni por espacio ―aquí y no allí, en este cuerpo―, tiempo ―nacimiento, muerte; pasado, presente, futuro― ni causalidad (causa-efecto, karma).
Al negar completamente la ignorancia de nacimiento, tu identificación con tu ego ―tu individuo diferenciado, la idea de «yo soy esto, esto es mío, yo soy quien actúa»― con el conocimiento del Ser, que se auto-conoce y auto-existe, realizas que siempre has sido libre y puro por naturaleza, nunca has estado sometido al karma.
Por tanto, la única forma de quemar todo el karma ―acumulado en infinidad de vidas anteriores en tu mente subconsciente latente― y de dejar de hacer karma aún habitando feliz en este cuerpo-mente es quemando su causa, la ignorancia de quién eres tú en realidad. Y la ignorancia del ser se quema con su contrario, con el conocimiento directo del ser.
8) Tu vida es parcialmente efecto del destino y de tu libre elección, tu libre albedrío.
Tu vida ―tanto la actual como futuras― está parcialmente determinada por tus propias acciones «karma» en vidas anteriores y la creas parcialmente tú ahora con tu voluntad y tu acción ―de pensamiento, emoción, palabra y acción física― en esta vida actual.
Si tienes un deseo poderoso que motiva e impulsa una parte importante de tus acciones presentes (físicas, de palabra y de pensamiento y emoción), ese karma, por su intensidad, se pone por encima de tus experiencias en la vida presente que vienen de karma de vidas pasadas. No significa que dejes de experimentar tu destino ―el karma de vidas pasadas fructificado dando lugar a tu nacimiento actual―, pero sí que este destino determinado por tu acción en vidas anteriores cobra menos importancia en tu vida actual al vivir la intensidad, determinación y concentración en tu karma nuevo generado con un deseo poderoso, sea del signo que sea, bueno, malo o regular.
La maestría del karma
Necesitas conocimiento y atención para convertirte en maestro del karma. Tenemos que entender el funcionamiento de la ley del karma para crearnos una buena vida, aquí, y en otras vidas futuras, y, finalmente, para liberarnos de la esclavitud limitante del karma ―bueno y malo―, como de toda limitación, por espacio, tiempo y causalidad, efecto de la ignorancia de nacimiento de quién yo soy, qué es todo esto, los otros, el mundo, material, sutil y causal, individual y cósmico.
Presta atención y sé muy cuidadoso con qué ingieres, con tus cinco sentidos, con tus órganos de acción (boca, piernas, manos, sexo...), con tu mente-corazón (creencias, pensamientos, deseos, miedo, emociones...).
Recuerda que todo cuanto percibes, interpretas, piensas, sientes, comunicas, haces, experimentas es karma, impresiones mentales que, si son repetitivas, se convierten en hábitos y forjan tu personalidad, y si son nuevas pero fuertes, intensas y continuadas, te transforman completamente.
No es «es que yo soy así», sino «es que ahora estoy así». Y estás así porque así te estás creando constantemente, con cada creencia, emoción, pensamiento, deseo, decisión, miedo, acción, experiencias. Sé consciente de esto y créate bien.
Todo karma que vives ahora está como impresión mental en tu mente consciente. Este karma puede venir de tu mente subconsciente activa ―que gobierna tu mente consciente― o puede ser un karma o impresión mental nueva que ha entrado en tu mente consciente por tu percepción, deseo, etc. y que, si se convierte en un deseo, pensamiento o emoción nuevo pero poderoso en ti, se convierte en un hábito recurrente y/o accede a tu mente subconsciente, que te gobierna desde la sombra.
Tu mente subconsciente activa gobierna tu mente consciente y tu vida entera, impulsando una forma particular de interpretar, valorar, sentir, desear, pensar, actuar, relacionarte y experimentar. De este modo, las impresiones mentales o karma que te están gobernando, consciente o inconscientemente, generan nuevas impresiones mentales o. karma del mismo signo, de modo que vas alimentando aquello que te gobierna. Tu subconsciente activo y tu consciente se retroalimentan.
Las prácticas
Es fundamental, por tanto, que lleves a cabo estas prácticas, con claridad, sinceridad, amor, paciencia y perseverancia:
1) Párate a hacer consciente tu subconsciente.
Respira con consciencia, profundidad y armonía desde el diafragma; relaja tu cuerpo; calma tu mente; concéntrate en la cueva de tu corazón (en tu interior, tu intelecto puro, el observador, quien valora y decide); dialoga con tu mente para conoceros mejor (el contenido ―impresiones mentales― y funcionamiento de tu mente; tu objetivo vital, tu liderazgo y tu fuerza interior, tu voluntad) y encontrar respuestas y formas de mayor encaje y crecimiento; medita.
Todo ello se aprende y se practica, con disciplina, cariño y determinación.
2) Mira las impresiones mentales o karma que te gobiernan.
Desde la calma del observador ecuánime (tu intelecto puro en la cueva de tu corazón) contempla tus pensamientos, emociones, tendencias, creencias, motivaciones, impulsos, que es el contenido de tu mente y su funcionamiento, su movimiento.
3) Observa cómo retroalimentas esas impresiones mentales casi en cada aliento, en tu día a día, en cada acción física y mental.
Todo cuanto haces y dices, que es expresión de cuanto sientes y piensas, es manifestación de tus impresiones mentales o karma en tu mente consciente y subconsciente.
4) Discierne si son tendencias, creencias, motivaciones, hábitos útiles o inútiles para ti.
Analiza una a una, a medida que van apareciendo, tus tendencias, creencias, motivaciones y hábitos para ver si te dan más paz, claridad y herramientas para alcanzar tu meta en la vida, si no te la dan o incluso si te la restan.
5) Identifica claramente los hábitos inútiles, oscuros, de creencia, emoción, pensamiento, comunicación y acción.
Anota el listado en tu Diario Consciencia.
6) Abandona tus hábitos inútiles con atención, claridad y determinación; sustitúyelos por hábitos útiles, que te den más paz, claridad y herramientas para lograr tu objetivo vital.
Ahora que los tienes claramente identificados; los observas con atención aparecer en tu mente-corazón; tienes la claridad de que si tú no les das tu atención, se van, sin más, sin gobernarte; y tienes la determinación de hacerlo; lo haces.
7) Levántate al caer.
Los hábitos, tendencias, no son fáciles de cambiar, porque llevas sintiendo, pensando y viviendo así mucho tiempo. Cuando vuelvas a caer en ellos, date cuenta, perdónate, sacúdete el haber resbalado y levántate de inmediato con más ímpetu todavía.
8) Tu Diario Consciencia.
Ve dando vida y contenido a tu Diario Consciencia, donde recoges tu práctica de auto-transformación: qué tengo que cambiar, atención, determinación, concentración, cambio, error, sacudirse de la recaída y levantarse de nuevo con más fuerza y atención.
9) Así alimentas tu fuerza de voluntad y eres capaz de crear tu karma, tu vida y tu destino ―en esta vida y en la siguiente― y de comprender, aceptar y sobrellevar mejor tu karma pasado fructificado en tu vida presente y, por tanto, inevitable.
Como caen las hojas de los árboles en otoño, así son los sucesos inevitables de la vida. Planta vida ―buen karma― en el campo de tu mente.
La gestación del karma
Según el tiempo de gestación y fructificación hay tres tipos de karmas:
1) Prarabdha karma, tu destino:
El karma realizado en vidas anteriores que ya ha fructificado dando origen a mi nacimiento y vida actual, con estas condiciones internas (de mi mente: tendencias, motivaciones, habilidades...) y externas (cuerpo, familia...) personales. Es mi destino predeterminado por mi propia acción pero en vidas anteriores. Aquello que inevitablemente voy a experimentar en mi vida presente y que configura el contenido de mi personalidad de partida, con la que nazco. No se puede evitar, pero sí comprender, integrar y vivir de modos muy diferentes, según nuestra comprensión actual, nueva, que vamos logrando en esta vida presente.
El prarabdha karma es como la flecha ya disparada por el arquero; ya no se puede detener, cesará cuando alcance su objetivo o pierda fuerza por sí misma.
2) Agami karma, tu libre albedrío:
El karma nuevo que realizas en tu vida presente, según tu libre albedrío, tu voluntad. Esta puede ser nula, es decir, reproducir por inercia las tendencias con las que has nacido, o puede ser transformadora. Depende de ti.
Si tu deseo en esta vida es poderoso (intenso, dominante), el karma nuevo de libre albedrío que haces (agami karma) marca y lidera tu vida presente y la siguiente.
Este nuevo karma lo experimentas de forma inmediata, a medio plazo en esta misma vida y/o en un futuro nacimiento.
3) Sañchita karma, el contenido de tu alma:
Es tu karma en vidas pasadas que no ha fructificado dando origen a tu vida actual ni tampoco ha sido previamente quemado por tu experiencia, por lo que aguarda en tu mente subconsciente latente ―no activa― su momento de dar frutos, tu contenido, funcionamiento y experiencias.
Este sañchita karma ―el karma acumulado en tu mente subconsciente latente― es inmenso y extremadamente variado y contradictorio entre sí, porque todos hemos vivido ya infinidad de vidas y hecho infinidad de cosas ―con el cuerpo, el habla y la mente-corazón―, buenas, malas, regulares e indiferentes.
Este karma está dormido, no te afecta de momento. Son como las flechas que tiene el archero en su estuche, pero que no está cogiendo de momento.
Tu mente consciente es como la capa de agua superficial de un río, la que se ve a simple vista. Tu mente subconsciente activa, la que gobierna tu mente consciente y, por tanto, tu sentir, pensar, hacer y experimentar, tu vida, es el caudal del río. Y tu mente subconsciente latente es el lecho del río, donde reposan las piedras grandes, que no intervienen de momento en el fluir del río; pero que algún día se irán erosionando y sí formarán parte del caudal.
El viaje del alma
El alma es tu ser utilizando el vehículo de tu sañchita karma ―el karma acumulado en tu mente subconsciente latente― para ir tomando cuerpos adecuados para experimentar tu prarabdha karma (parte que fructifica de tu sañchita karma) y, en esa vida presente, ejercer tu libre voluntad (agami karma).
Tu sañchita karma, el contenido de tu mente subconsciente latente, es inmenso y contradictorio, por lo que no se puede experimentar todo en un solo nacimiento. Al nacer sólo estamos condicionados por una pequeña parte de nuestro sañchita karma, la que fructifica (prarabdha karma).
Entonces, ¿qué determina qué parte en concreto de nuestro sañchita karma fructifica dando origen a nuestro siguiente nacimiento con un cuerpo-mente-condiciones-personalidad-destino particulares?
Tu libre albedrío en tu vida anterior. El karma, la forma de vida, tus prácticas (de acción, palabra, pensamiento y emoción) que has hecho con un deseo fuerte tiene el poder no sólo de transformar tu personalidad y tu vida presente, sino de crearte tu siguiente nacimiento. Es, por tanto, fundamental a qué dedicas tu vida, tu pasión, tu propósito, amor, emoción, pensamiento, palabra y acción física.
Y, para establecer las condiciones de tu reencarnación, es especialmente importante dónde sitúas tu mente-corazón en los momentos conscientes previos a la muerte de tu cuerpo físico. Pero no se te ocurra dejar tu práctica para el final, ya que en el lecho de muerte vas a reproducir simplemente el contenido de tu mente-corazón y normalmente afeado considerablemente por el miedo a la muerte; la frustración por no haber sabido vivir mejor, dando importancia a lo importante; y la tristeza por dejar tu vida y a tus seres queridos.
Alma de yogui
Si decidas tu vida a la práctica sincera y entregada del Yoga meditación u otras vías completas de conocimiento y espiritualidad, vas logrando, con tu karma dedicado a esa meta, con ese método y con esa determinación, tranquilizar tu mente-corazón y dotarla de conocimiento y herramientas para realizar tu verdadero Ser y la Vida y liberarte de la causa de todo sufrimiento y limitación; aunque para ello hayas tenido que recorrer muchas vidas de práctica.
La naturaleza de tu Ser es pura Consciencia (se auto-conoce y lo conoce todo sin modificarse), pura Existencia (la Existencia misma sin causa y, por tanto, infinita), pura Felicidad (ilimitada). Tu verdadero Ser es la Vida misma, en sí misma, una, sin acción ni cambio, sin karma.
Quien está sujeto al karma es el ser identificado por ignorancia con los movimientos de tu campo mental (consciente y subconsciente), el karma. Por eso, Patañjali define el Yoga en sus Yoga Sutras (I.2) como “Yogash chitta-vritti-nirodhah || Yoga es el control (la maestría) de las modificaciones (actividades) de la mente (del campo mental)”.
Y logrando culminar tu práctica de Yoga, “tadā draṣṭuḥ svarūpe'vasthānam || Entonces quien ve se estabiliza en su propia naturaleza” (I.3), la Consciencia misma, quien ve, el Ser sin principio, cambio, separación ni fin, que siempre es puro, pleno y libre del karma y de toda limitación y condicionamiento; simple Presencia sin esfuerzo.
Tú eres Eso. Todo esto ―los otros seres, el universo entero― es Eso mismo. Recuerda: Lo permanente ―lo que existe siempre, en todo y sin cambio― debe ser la Realidad. Lo permanente en mí debe ser mi verdadero Yo. Y esto es sólo la Consciencia misma. No te creas nada. Obsérvalo todo y niégalo y sé consciente de lo que queda, la Consciencia pura. Ésta lo integra todo, sin cambiar, ganar o perder; es consciente de todo, y por ella todo brilla, aparece y desaparece.
Para reconocer tu verdadero Ser y la Vida misma tendrás que atravesar muchas vidas condicionadas por el karma y hacer nuevo karma con determinación que te dé paz mental, conocimiento y herramientas para sentir la verdadera comprensión de la vida en tu interior y liberarte del karma negando la ignorancia de nacimiento y sus efectos: deseo con sed, ira, miedo, apego a la vida en este cuerpo, etc.
No empiezas ahora
“Sin embargo, el yogui [la persona de Conocimiento], aplicándose a sí mismo asiduamente [esforzándose más intensamente], [y como resultado] purificándose del pecado y alcanzando la perfección a través de muchos nacimientos [acumulando tendencias ―impresiones mentales― poco a poco en muchos nacimientos y logrando la perfección a través de esa totalidad de impresiones adquiridas en muchos nacimientos, llegando así a tener plena Iluminación], logra así la Meta más elevada [más perfecta, la Liberación].”
(Bhagavad Gita 6.45)
No empiezas ahora. Ya has atravesado muchas vidas de karma y seguramente, leyendo esto, también de Yoga, de práctica de liberación de la esclavitud de los sentidos, la mente y el karma, y regreso consciente a tu Ser y la Vida, la Consciencia misma.
Aprovecha esta vida presente al máximo, esforzándote con mayor claridad e intensidad en un camino que te lleve a tu objetivo más grande.
“Aquel, oh Gargi, que en este mundo, sin conocer este Inmutable, ofrece oblaciones en el fuego, realiza sacrificios y se somete a austeridades incluso durante muchos miles de años, halla que todos esos actos no son más que perecederos.
Aquel, oh Gargi, que abandona este mundo sin conocer este Inmutable es miserable.
Pero quien, oh Gargi, abandona este mundo tras conocer este Inmutable es un conocedor de Brahman [el Ser absoluto como su propio Ser].”
(Brihadaranyaka Upanishad 3.8.10)