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Libros - Jean-Marc Mantel

La práctica espiritual
Del esfuerzo y del no-esfuerzo

Jesucristo, Maestro de la Luz

Tras sus estudios en medicina y psiquiatría, en respuesta a un despertar del cuestionamiento existencial, Jean-Marc Mantel tuvo un primer encuentro con la metafísica, después con los escritos de Krishnamurti, Ramana Maharshi y finalmente Jean-Klein, con quien estudió el conocimiento del Sí mismo, la transcendencia de la mente y los enfoques sutiles del yoga.

Ahora se dedica a la transmisión de estos enfoques. Este libro es una parte de esta enseñanza que se sitúa entre dos realizaciones: la realización de la ilusión del yo, inestable como un sueño, y la realización de la realidad del Sí Mismo, y la realidad de la mirada, siempre presente.

Ciertamente, esta obra tiene la apariencia de un camino espiritual a seguir.

La enseñanza de Jean-Marc Mantel invita continuamente al cuestionador, a volver su mirada desde el mundo percibido hacia aquello que lo percibe, desde el pensamiento al no pensamiento, desde el personaje que creemos ser, a la consciencia testigo que lo contiene.

Detalles del libro:
  • Título: LA PRÁCTICA ESPIRITUAL
  • Subtítulo: Del esfuerzo y del no-esfuerzo
  • Título Original: La Pratique Spirituelle - De l'effort et du non-effort
  • Autor: Jean-Marc Mantel
  • Traducción de: Sandra Guerra
  • Editorial: Vía Directa Ediciones
  • Año de edición: Junio 2023
  • Nº de páginas: 296
  • Encuadernación: Rústica
  • Formato: 15.3 x 22.8
  • ISBN: 978-8412530865

Extractos: (Capítulos 1 y 4)

1. La comprensión es una práctica espiritual

¿Cuál es la Diferencia entre comprender y realizar?

Jean-Marc Mantel
Jean-Marc Mantel

Podéis comprender lo que no sois, pero no lo que sois, porque «ser» escapa a todo asir y la comprensión es un asir. Ser, sólo puede ser realizado, pero no comprendido intelectualmente, porque el intelecto no puede atrapar aquello que le trasciende. La comprensión de aquello que no sois, libera a la mente de las proyecciones que la obstruyen. Entonces os encontráis en el umbral de vosotros mismos, libre de objetos, pero aún no anclados en la realidad del último sujeto. Este anclaje no puede hacerse más que en un estado de perfecto abandono, incluyendo el abandono del deseo de abandono. Es una conmoción. Para evocar esta integración de la comprensión en la vivencia, Jean Klein utilizaba la formulación «living understanding» que podríamos traducir como «entendimiento vivo» o bien «vivir la comprensión», diferenciando así la comprensión intelectual de su incorporación en el corazón y en la vivencia.

4. El Maestro espiritual

En la práctica en la meditación ¿no resulta indispensable la presencia de un maestro para guiar al practicante y evitar así posibles accidentes psicosomáticos que pudieran tener una repercusión sobre la salud física y mental?

No hay elección. Si la necesidad de la verdad está presente llamara a un ser y/o un enseñante para responder. Es así en la vida cotidiana, en la cual seres más maduros que nosotros en un dominio cualquiera vienen a compartirnos su experiencia. En la vida espiritual es igual. Nuestra aspiración materializa las ideas apropiadas para responder.

¿Podemos practicarla solos sin ninguna ayuda?

La meditación es unidad con la divina soledad, aquella que no está sola, porque es una. La mente astuta tiende trampas a veces que pueden no ser vistas. Un ser más experimentado que nosotros puede facilitar su exposición.

¿Podríamos considerar que la práctica de la meditación no representa ningún peligro para una persona llamada «normal»?

Si se integra la meditación como una escucha plena, no hay ningún peligro, porque la escucha es inclusiva, es acogida de las cosas como son. Si confundimos la meditación con una concentración, puede haber esfuerzos torpes que induzcan reacciones, tanto en el plano corporal, como emocional o mental.

Si no, ¿Cuál puede ser el peligro o dificultad para una persona no advertida?

En primer lugar, el tomar la meditación por un hacer y encerrarse en una actividad repetitiva estéril, que no lleva más que a una simulación de bienestar, que se pondrá en cuestión al más mínimo soplo de aire.

Después creer en la realidad de la existencia de un meditador, que no es más que una idea construida, sin realidad sustancial. Sin esta idea del meditador, ni de un objeto a conseguir ¿qué queda de la meditación? Conviene explorar esta pregunta, evitando responder precipitadamente.

Finalmente, mantener una concentración sobre la ausencia de objetos se vuelve entonces un objetivo a conseguir y una falsa realización. Mientras que la ausencia no haya sido transcendida, la presencia que la contiene no será revelada.

Estoy dividido porque me gustaría tener un gurú. Sin embargo, tengo tres. Practico una respiración regular todos los días. Me tomo tiempo durante el día para escuchar lo que pasa en mí. No encuentro el hilo conductor de todo esto. Ya no sé nada. Y yo mismo me digo «tú eres tu propio maestro».

El Sí Mismo es el único maestro. Está ya presente y realizado. Las enseñanzas y los enseñantes están aquí únicamente para recordar esta evidencia. Desaparecen cuando han cumplido su función.

Es explorando la verdadera naturaleza del deseo, es decir, el único deseo que subyace a todos los deseos, que el objeto de la búsqueda se revela.