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Artículos - David Carse

Perfecta Brillante Quietud

Comentarios sobre el libro de David Carse

Por Susan Hansen, Alan Mann y David Carse

Lo que sigue consta de tres partes. La primera es una reseña del libro, escrita por Susan Hansen, que se publicó en el número 114 de Now Magazine. En el número del mes siguiente, el redactor jefe de la revista, Alan Mann, publicó la carta que le había enviado al editor del libro, Julian Noyce, de la editorial Non-Duality Press. Este le hizo llegar la carta a David Carse, y su respuesta se publicó en el mismo número a continuación de la carta de Mann. Una y otra constituyen la segunda y tercera partes de esta página.

I. Reseña de Susan Hansen

El libro que acaba de publicar un carpintero estadounidense (que vive en Vermont, Nueva Inglaterra) me ha dejado maravillada. Es como el golpe de un maestro en el hombro, suave y contundente a la vez, que nos anima a despertar. Desde la primera página, se ve que es un libro diferente: no tiene copyright porque, como dice Carse, «los pensamientos y conceptos que aquí se expresan no son míos». A continuación, deja claro que este no es uno de los muchos libros cuya intención es ayudarte «a vivir mejor, a ser mejor persona y a evolucionar y desarrollarte para que realices tu pleno potencial como ser espiritual».* Te advierte que, si alcanzas a comprender aunque solo sea en parte aquello a lo que apuntan las palabras, su efecto será bastante perturbador; más aún, puede ser el final de quien crees ser. La autorrealización no es un experiencia reconfortante; es aniquilación.

*Todas las citas de la Parte I están tomadas de Perfecta Brillante Quietud. Trad. Jorge Viñes Roig. Madrid: Gaia, 2009. (N. de la T.)

Cada capítulo empieza con una o dos citas de distintos maestros, lo cual le aporta al libro un toque internacional. Carse cuenta detalladamente su propia experiencia de despertar y la posterior búsqueda de claridad. En un intento por comprender lo que le había sucedido, viaja a la India para conocer a Ramesh Balsekar, y lee mucho (el libro contiene una extensa bibliografía). Carse incluye además comentarios sobre una diversidad de maestros espirituales actuales y sus aspectos más difíciles. Él no imparte ninguna enseñanza. Este libro es su única comunicación pública.

A partir del repentino cambio de percepción que le ocurre, queda claro de inmediato que «¡no hay nadie en casa! Hay Presencia, Ser, Consciencia. Hay este aparente cuerpo-mente en el cual, y como el cual, la Presencia fluye, funciona, experimenta. Y eso es todo; no hay un yo individual o entidad o persona separada, excepto como un mero constructo mental».

Carse escribe sobre la aceptación de “lo que es”, incluso de los aspectos de la vida más desagradables y aterradores. De un modo que escapa a la comprensión de la mente humana, hay un equilibrio y desarrollo perfectos. «No hay meta, ni propósito ni sentido. Por tanto, nada importa. Por tanto, no hay implicación. Nada necesita ser de otro modo, en absoluto.» «El hecho de estar preguntando constantemente “¿por qué?” se debe solo a que la mente intenta obtener el control.» Desde esta perspectiva, no hay ni necesidad de arreglar nada ni base para juzgar nada. No hay bueno ni malo ni responsabilidad: todo simplemente es. El Amor es el sostén neutro de lo que es, y «puesto que todo está literalmente hecho de puro Amor más allá del amor, fluyendo [...] no hay modo de que haya algo que no esté bien. Todo es perfección, puro amor bienaventuranza vertiéndose. Todo está bien. Totalmente».

A través de todo el libro, publicado por Paragate Publishing y Non-Duality Press, Reino Unido, resplandece el mantra con que concluye el texto budista del Sûtra del Corazón: Gate gate paragate parasamgate bodhi svaha. [Ve, ve, ve más allá, ve más allá totalmente. Establécete en la iluminación. ¡Así sea!*] En verdad, este libro ES perfecta brillante quietud.

Susan Hansen, Oregón, EE.UU.

*Traducción al inglés del Dalai Lama. (N. de la T.)

II. Carta de Alan Mann

Estimado Julian:

He pasado unos días en la montaña, y aproveché para leer Perfecta brillante quietud en medio de la tranquilidad y el silencio. Uno de los proyectos que me ocupan actualmente es revisar alrededor de cuarenta años de escritos, y salvar lo que pueda ser de interés para la familia antes de tirarlos a la basura. Muchos de los expertos o autoridades a los que cita David Carse en su libro han aparecido en uno u otro momento de esas páginas que relatan mi experiencia, así que me ha resultado familiar su explicación del proceso que ha vivido. De hecho, su libro es primo hermano de mi diario en lo que respecta a referencias, fuentes, citas de gurús y cosas por el estilo.

Obviamente, no puedo decir nada acerca de eso a lo que él llama «lo que sucedió en la selva». La mayoría hemos tenido aperturas de naturaleza similar, aunque no tan completas como la que él describe. Es un suceso de este tipo lo que normalmente nos hace iniciar la búsqueda. Así fue en mi caso. No tengo nada que objetar a lo que cuenta Carse, simplemente habría preferido que no lo contara tan a menudo. Su relato me pareció innecesariamente repetitivo. Y, por supuesto, como te decía en mi mensaje anterior, no comparto la creencia de que todo sea un sueño, y no ha habido nada en el libro que me haya hecho verlo de otro modo. Prefiero la creencia de que existe lo que se denomina una realidad objetiva, y que así es como el Todo en el Todo se manifiesta. Por lo tanto, eso de «yo no existo, tú no existes» no coincide con la comprensión que aquí se revela.

A la vez que hago estos comentarios, tengo que recordarme que esta es mi perspectiva de la vida. Sintonizo por completo con todas las citas que incluye el libro y las «in-periencias» que describe, pero estoy en total oposición a las conclusiones que se extraen de ellas. En la página 105 [p. 127]*, dice: Nada ha sucedido. Las experiencias no son importantes; de hecho, nada es más importante que ninguna otra cosa, ya que no hay nada sucediendo aquí. ¿No está sucediendo nada? Creo que David haría bien en dar un paso atrás y recordarse a sí mismo que está describiendo su perspectiva y evitara universalizarla, a pesar del mal ejemplo que han dado, en este sentido, los sabios de la India y de otros lugares del mundo a través de los tiempos.

*En todo el texto, entre corchetes la página de la versión en castellano. (N. de la T.)

Para mí, decir que la vida es un sueño es una exageración, una analogía forzada hasta el sinsentido. Admito, como mucho, que se le atribuya cierta similitud con los sueños. Pero la vida es la vida, la vida es lo que sucede a medida que se revela; ¿qué necesidad hay de añadir nada? Todos la sentimos, somos vida; ¿por qué añadir esa idea, que a la mayoría tanto nos confunde, de que lo que entendemos por “vida” es “una ilusión”? Y, además, normalmente sin incluir ningún comentario que explique a qué nivel podría esa afirmación ser cierta. El consenso cotidiano adolece de un exceso de objetividad; la postura no-dual, de un exceso de subjetividad. Ni sujeto ni objeto podrían ser un lema útil para considerar estas cuestiones. Y esto me recuerda que Douglas Harding responde a la famosa pregunta de Hamlet con «ser y no ser: esa es la respuesta». Creo que esto refleja la realidad de la vida, el dualismo esencial de nuestro ser como contrapunto del Ser. El no abordar esta cuestión de los niveles es, en mi opinión, el mayor fallo de este libro.

Mi perspectiva del tema está subrayada por el par de citas de Wei Wu Wei de la página 184 [p. 206]. Primero, WWW indica la necesidad de exponer la identidad errónea y abandonar un yo inexistente, y después señala que no existimos. Sin embargo, tiene cuidado de explicar que ese no existir radica en nuestra no existencia como entidades individuales, separadas..., e imagino que lo mismo diría a continuación en lo que se refiere a todos los objetos. Por tanto, lo interpreto como una afirmación de que tú y yo existimos, pero nuestra existencia (ser individual) es una expresión secundaria de “lo que es”. Puede que David tuviera la intención de decir esto, pero en casi cuatrocientas páginas no lo ha dejado claro; hay que deducirlo por algunas de las citas que utiliza. Y, principalmente, esta interpretación está excluida de las explicaciones que da en “La letra pequeña” al principio del libro: Este libro te dirá que esas ideas son absurdas, ya que es completamente obvio que ni tú ni ninguna otra cosa ha existido jamás. Pues bien, al menos a mí no me resulta obvio, y considero que lo absurdo es hacer tales afirmaciones sin aportar ningún comentario asociado, como sería «entiendo por “existir”, ex-istir —ex- fuera (de) y sistere, estar—; es decir, “sobresalir o estar fuera de lo que es” o, utilizando un lenguaje más fácil de entender, habría podido decir: “fundamentalmente, no estoy separado del Todo”.»

«Todo es consciencia» es otra de las frases frecuentes. Me habría resultado más satisfactorio “todo es aprehendido en la consciencia” o incluso “aprehendido como consciencia”. Afirmar que todo es consciencia me parece otra versión del reduccionismo, el reverso de la moneda materialista de que todo es materia y la consciencia, un epifenómeno material de posterior aparición. Creo que hay una enorme inteligencia detrás de todo y que nuestros intentos por encontrarle sentido deben equilibrarse continuamente con el reconocimiento de nuestra insuficiencia. David hace declaraciones ex cátedra, con una seguridad tan excesiva que llega a afirmar que no nos está diciendo lo que él cree que es verdad, sino la verdad misma. En los tiempos que corren, ¿no te recuerda a nada? Parece pasar por alto sus fuentes al respecto, e incluso cita el famoso «El mundo es ilusorio / Solo Brahman es real / Brahman es el mundo» (p.355 [p. 385]) sin adjuntar ninguna explicación de que se haya incluido como comentario irónico a su postura.

«El amor dice: “Soy todo”. La sabiduría dice: “Soy nada”. Entre ambos fluye mi vida.», dice Nisargadatta (p. 83 [p. 105]). Puedo estar de acuerdo con Nisargadatta y Carse en esto, pero ¿dónde entra aquí la parte soñadora? Traherne, mi héroe, dijo: «Hasta no ser conscientes de nuestra nada, no podemos comprender el valor de nuestro ser». No estoy negando la llamada «no-algoidad» [no-thingness] subyacente, que es otro de los temas del libro, y que tal vez es lo que los advaitistas consideran que está «haciendo el sueño» o generando sus sueños, incluido el de que la vida es un sueño. Creo que debe de ser así, por lo que da a entender el ejemplo del calamar en la página 357 [p. 387]). Me parece que David Bohm, a quien veo citado en la página 379 [p. 409], ofrece la más convincente de las explicaciones modernas sobre cómo relacionar la noción espiritual de vacío, o Sunyata, con la no-algoidad subyacente de la ciencia contemporánea.

Carse cita con aprobación en “La letra pequeña” esa frase de las Upanishads que dice que «solo una vez cada miles de millares de años despierta un alma», y luego, todo a lo largo del libro, da un merecido reconocimiento a Ramana Maharshi por su contribución a estas cuestiones; pero Ramana dijo también que es tan claro y tan obvio como una grosella en la palma de tu mano.

Creo que el libro habría funcionado mejor si hubiera estado escrito como un diario. Está demasiado desestructurado, le falta planificación, y es muy largo (igual que esta respuesta, y veo mucho de mí mismo en David, que no sabe cuándo parar); demasiado largo como para que el resultado final sea coherente. A pesar de «lo que sucedió en la selva», no es un libro demasiado original; es el tipo de obra que podrías montar rebuscando un poco en la literatura espiritual. Habría tenido más efecto si David se hubiera distanciado de otras obras ya conocidas y hubiera presentado una versión propia de por qué es todo una ilusión, concebida en sus propios términos. Esperaba de verdad que aclarara en algún momento la afirmación de que todo es un sueño o una ilusión, de que la consciencia es todo cuanto hay y de que tú y yo no existimos. No sé más sobre por qué ve las cosas de esta manera que cuando empecé a leer la primera página.

Ojalá hubiera podido dar una respuesta más generosa al libro; algo en la línea de la crítica sinceramente elogiosa de Susan Hansen. Sin embargo, no puedo evitar sentir un claro rechazo hacia lo que me llega como un no-dualismo dogmático, similar al que ha empezado a emerger por todas partes. A ver si alguien escribe ya un libro que se titule El dualismo esencial, para equilibrar un poco las cosas. Perfecta brillante quietud atraerá a mucha gente que esté explorando, en especial a quienes empiezan, dado que ofrece una amplia introducción a la mayoría de las figuras de renombre en este terreno. Y, a pesar de mis discrepancias, disfruté leyéndolo como exploración de un punto de vista opuesto al mío.

Alan Mann

III. Respuesta de David Carse

(Nota aclaratoria: Las palabras en azul están tomadas de la carta de Alan a David. Los fragmentos que aparecen en rojo pertenecen al libro Perfecta Brillante Quietud.)

alan,

julian me ha pasado una carta tuya referida a perfecta brillante quietud; espero que no te parezca una intromisión esta respuesta que no habías pedido. Tu carta transmite inteligencia e integridad, y es probable que tengas razón en lo referente a las similitudes de algunos modos de funcionar de estas mentes. no te conozco ni sé cuáles son tus intenciones. se han dirigido desde aquí respuestas a las críticas de algunos lectores, y su contestación ha sido que no tienen ningún interés en despertar, que solo pretenden recopilar ideas. si es tu caso, por favor ignora esta carta; estás haciendo lo correcto. no tengo la sensación de que sea tu caso, y escribo esto simplemente en respuesta a que se haya dado este cruce de caminos. gracias por tus pensamientos, y gracias también por tener la amabilidad de publicar la reseña de susan hansen.

comparto profundamente tu alergia a cualquier certeza en cuestiones de esta clase. hablar de una comprensión «definitiva» o «última» es inherentemente anatema; afirmar algo de esta magnitud solo puede ser signo de ignorancia, ¿no es cierto? dentro del sueño, sí, tienes toda la razón. pero la comprensión que expresan esas afirmaciones no está dentro del sueño.

No puedo explicarlo, pues por otra parte soy más bien racional. Pero no solo no hay la menor duda; es que el concepto mismo de duda no existe. La palabra que acude más frecuentemente es que ello es “obvio”; pero, evidentemente, eso es abusar de una buena palabra, ya que cuando la empleo en las conversaciones suele suscitar miradas de perplejidad. Aun así. Lo que está delante de ti, o más aún, lo que eres de hecho, lo que todo esto es, lo que de ningún modo puede pasarse por alto, lo que no puede ser de ningún otro modo, es obvio; aun cuando la mayoría de las veces parezca no verse.» (p. 17 [p.37])

por supuesto la objeción es, Pues bien, al menos a mí no me resulta obvio, y considero que lo absurdo es hacer tales afirmaciones sin aportar ningún comentario asociado... sin embargo, obvio es, y siempre lo ha sido en cada caso donde ha ocurrido el ver: como tú mismo citas del maharshi, es tan claro y tan obvio como una grosella en la palma de tu mano. no estar seguro de lo que es obvio sería absurdo, ridículo, falso. por supuesto, no puedo pretender ser lo que no soy: del mismo modo, no puedo negarme a ser, a ver, lo que soy. al parecer, hay a quienes esto les resulta perturbador.

Lo que es, es; y si eso no es aceptable, estupendo, no pasa nada; al fin y al cabo, lo cierto es que no hay razón vital alguna por la que debiera de ser aceptable. Cuando empiezan a manosearse y manipularse los conceptos y los modos de expresión, es fácil concluir que la cosa david está completamente “equivocada”, al igual que cualquier otro. Pero lo que se Comprende es muy simple. Lo Que Es, es. Y solo cabe señalar hacia ello desde diversos ángulos, un señalar que, en este caso, debido al condicionamiento, probablemente no adoptará una forma clásica.» (p. 257-8 [p.284])

no hay aquí un comunicador, no hay un maestro. cegadoramente obvio, “visto” no “conocido”, y sin embargo parece que no se pueda expresar. no sé nada. la mente es lo que es, impenetrable. insiste en la necesidad de algún comentario asociado, cuando lo que es, es inefable; no está al alcance de la mente. desde dentro del sueño, tienes toda la razón. mientras se interprete el sueño como “realidad”, por supuesto que es una exageración absurda decir que la vida es un sueño. ¿cómo cruzar ese abismo? todo eso de yo no existo, tú no existes no coincide ni puede coincidir con la comprensión que tiene un personaje del sueño. de esto trata gran parte del libro. no es posible comprenderlo para poder verlo. hay que verlo para poderlo comprender. esa “rendición” es “comprensión”, y no tiene nada que ver con comprender nada. a un camello le resultaría más fácil, amigo mío.

sintonizas con tu héroe traherne, y mencionas a otros maestros con los que concuerdas. por favor, date cuenta de que sintonizar y concordar no son aportaciones útiles, como nos han hecho creer. de esto habla www (Wei Wu Wei, un irlandés cuyo verdadero nombre era Terence Gray. [Nota de A. Mann]) en la página 235 [p. 259]. son simplemente lo que al personaje del sueño, al falso yo, le resulta familiar y cómodo, lo que le habría resultado más satisfactorio..., no una prueba relevante de la verdad. Prefiero la creencia de que... pero qué creencias prefiera la mente no importa nada. ¿cómo podría ser la preferencia de la mente, que es en sí producto del condicionamiento y la imaginación ilusoria, un indicador de la verdad? qué tontería. no es más que la sensación individual de ser un “yo” que se toma a sí mismo demasiado en serio. «No podemos insistir en alcanzar una verdad que tenga sentido a la luz de lo que sabemos, ya que no sabemos nada».*

*Cita de Jed McKenna en Perfecta Brillante Quietud (p. 238 [p. 263]) tomada de Iluminación espiritualmente incorrecta. (N. de la T.)

Para mí, decir que la vida es un sueño es una exageración, una analogía forzada hasta el sinsentido. Admito, como mucho, que se le atribuya cierta similitud con los sueños. claro, pero ¿te das cuenta?: para “mí”. para el personaje del sueño, es esencial e inherentemente un sinsentido, incomprensible, inaceptable. ... ¿dónde entra aquí la parte soñadora?... lo que los advaitistas consideran que está “haciendo el sueño” o generando sus sueños, incluido el de que la vida es un sueño... la mente es producto del dualismo que encierra y venera. no hay nadie que haga el soñar, no hay nada que lo genere, y los “advaitistas” saben que no son “sus sueños”, ya que no hay, no puede haber en ningún sentido, nadie que esté aquí soñando. sí, sé que abundan los profesores de medio pelo que van por ahí soltando necedades sobre advaita, es inevitable. usar palabras, cuando no hay traducción. lo que se ve es que solo hay soñar, y no hay partes.

solo hay ver transparente. una vez visto, no puede no verse. poca habilidad para comunicarlo, para penetrar en la mente soñadora, que valora lo que no tiene valor y no ve lo obvio. no hace falta. el libro fluyó, pero por supuesto no tiene “sentido”. es un no-idioma extranjero intraducible. esto se repite muchas veces en el libro. quienes han vislumbrado, lo reconocen. pero a la mente no le gusta, pone objeciones, lo encuentra absurdo. «Lo que aquí está escrito, en caso de ser realmente entendido, es tan genuinamente extraño que se encuentra en el confín más extremo de lo que el cerebro humano puede comprender o aceptar. Yo no lo habría entendido ni lo hubiera hallado interesante con anterioridad a lo acaecido en la jungla.

lo que es absurdo, por supuesto, es creer que eres la ilusión, el personaje del sueño. el yo ilusorio dice que sería absurdo dejar de creer en sí mismo. ¿quieres pruebas? estás rodeado de pruebas. ves lo que crees y crees lo que ves... (sí, david bohm en la página 379 [p. 409]. no verás las pruebas hasta que estés convencido, ¡ja! «Las cosas humanas, hay que conocerlas para amarlas. Las cosas divinas, hay que amarlas para poderlas conocer»,* es decir, bhakti; que la mente detesta, esquiva, pues piensa que está más allá de eso, que es superior a eso.

*Blaise Pascal. (N. de la T.)

la mente, por supuesto, siempre insistirá en que existe, en que no es un sueño. por supuesto.

la mente está confusa, esa es su naturaleza. no se puede utilizar la mente para descubrir la no mente. siempre estará confundida. no te la tomes tan en serio, mira a su alrededor mientras está ocupada, alrededor de la mente. ah... no mente. lo que yo es, presencia de dios belleza perfecta aquí, lo que es, ¿qué más hay? nada. mira alrededor de la mente. sí, ya lo sé, la mente dirá, “ahora está siendo anti-intelectual”. apuntando hacia lo transracional, no hacia lo prerracional o antirracional. pero no importa. todo ello son solo indicaciones.

no hay palabras ni pensamientos ni nada que pueda ayudarte. nada de ello es verdad. todo ello, escritos y enseñanzas espirituales, son una sola cosa: un intento de hacerte tropezar. eso es todo. no te los tomes al pie de la letra. solo hay presencia... no hay tal cosa como la presencia. una idea tonta. decir que es perfecta o brillante no expresa sino una forma en que se experimenta aquí. la quietud es quietud, ¿cómo puede ser brillante?

la mente interpreta basándose en lo que ya conoce (p. 233-4 [p. 257]). tú conoces "aperturas de naturaleza similar... que nos hacen iniciar la búsqueda. Fue así en mi caso..., y la mente asume que es cierto e interpreta en consecuencia. no de naturaleza similar. no iniciar la búsqueda, sino ponerle fin. no transformar una vida, sino borrarla. el fulgor aplastante que aniquila. nada, nada. esto está en el libro, pero no puede verse si la mente cree que ya sabe. por eso la repetición irrita. provoca resistencias cada vez. la mente solo quiere que acaben ya.

la mente está atrapada en un bucle: «realidad es aquello que tomamos por verdad» (David Bohm, p. 380 [p. 409]). solo experimentamos lo que creemos saber, y viceversa. lo que llamamos “realidad”, lo que pensamos que es posible, no es más que un constructo de la mente, la realidad consensuada. un círculo cerrado. intuyes que lo que quieres está fuera del círculo, pero ¿cómo llegar a ello? la mente no puede. la espiritualidad en todas sus variantes tiene como solo propósito romper el círculo vicioso, hacerte tropezar, hacer que la mente tropiece, que te salgas de la pista. eso es todo. y lo único que puedes “hacer” es estar dispuesto. mientras todo esto se desarrolla, puede haber algo así como tener una predisposición a tropezar. a no resistirse siempre, a no protestar y discutir y estar en "total oposición". a aprender, quizá gradualmente, a rendirse; a entrar en un espacio en el que el tropezar ocurre. inefable. existe. no puede expresarse. ninguna de las cosas dichas o escritas deben tomarse literalmente. son solo intentos de predisponer a la mente a que se salga de la pista, tropiece. la mente se resiste a tropezar. el mismo cuento de siempre. es bueno tropezar, aunque puede resultar desagradable. tropezar ocurre. la gracia. no te preocupes.

la única función de la mente, el único “acto de voluntad” que es pertinente es la completa rendición. no es que sea posible ningún acto de voluntad, no es que haya una persona para hacer tal acto, no es que exista tal cosa como la voluntad humana; solo que, al menos, la rendición no es incongruente con la no existencia de la entidad. la mente, por supuesto, se resiste. autoconservación. es necesario hacerla dar un traspié.

el quid de la cuestión es que nunca fuiste creado. eterno no nacido. ese es el quid de la cuestión. intenté describirlo en el libro, pero fallé, por supuesto. no pude realmente expresarlo, nadie puede. eterno no nacido. nunca creado, ese es el quid, eso es todo lo que hay.

www justo al principio del libro: «La comprensión esencial es que en realidad nada es. Esto es tan obvio que no se percibe».

esto, amigo mío, debes aceptarlo. a la mente no le gusta, le parece tensado hasta el sinsentido, absurdo. por fuerza ha de ser así. ¿eres capaz de entender que el único propósito de la enseñanza espiritual, y el único objetivo de cualquier maestro, es intensificar esa tensión hasta que el hilo se rompa? Todo es consciencia es un error de lectura. consciencia es todo-lo-que-hay. un universo de diferencia. conceptualmente hay todo y hay esta conciencia. pero todo no es. y esta conciencia es. me doy perfecta cuenta de que, desde el punto de vista “humano” o del sueño, esto es inaceptable. has leído el libro con mirada selectiva. el hilo que recorre el libro de principio a fin es que todo esto solo puede señalarse indirectamente, y uno de los indicadores, que no debe tomarse en sentido literal, que no debe entenderse con la mente, es el del sueño. se indica muchas veces cómo es que es un “sueño”. pero la mente no lo puede ver.

Si “esto”, el mundo de las cosas y de las ideas,
es contemplado como lo real, lo verdadero, la “realidad”,
entonces Eso que es completa y radicalmente “no-esto”,
para lo cual no hay palabras o ideas dentro de “esto”,
necesariamente se contemplará como nada, no-algo, irreal...
Solo cuando “esto”, la denominada “realidad”,
se percibe completamente como una ilusión similar a un sueño,
eso que es “no-esto” se percibirá a la vez como Lo Que Es.
...el corazón regresa de la ilusión de «esto» y se abre a Lo Que Es.» (p. 353-4 [p. 382])

sí, comprendo bien que desde dentro del sueño no es fácil ver esto así. como decía douglas (p. 346 [p. 374]), todos lo ven, no es posible no verlo; pero todo el mundo está condicionado a apartarse de inmediato, y la mente se empeña en no reconocer que lo ve. cuando tuvieron lugar en “alan” los comienzos del experimentar, no se veía como se ve ahora la manifestación a la que alan llama “real”. esto se aprendió. el puro presenciar impersonal exento de creencias fue desplazado por la insistencia de la mente en lo absurdo de su propia existencia.

despertar es precisamente acallar la insistencia de la mente, la objeción, el comentario absurdo. para que el corazón se aparte de la ilusión de “esto” y se abra a lo que es. ramana maharshi: «A su debido tiempo te darás cuenta de que tu verdadera gloria reside donde dejas de existir». esto también, amigo mío, debes aceptarlo.

cuando ramana dijo que el corazón es la única realidad, y la mente solo una fase transitoria, ¿qué quería decir? cuando los místicos y maestros hablan de dios como presencia, ¿a qué se refieren? jesús dijo que el lugar vivo de dios está dentro; si esto se “conociera” o se viera o se experimentara, ¿cómo se conocería o se vería o se experimentaría? quien descubra el verdadero significado nunca morirá. te quedarás asombrado.

desde dentro del sueño, tienes toda la razón: llamar sueño a todo esto es absurdo, y hablar con certeza es risible. la comprensión desde la que se dice esto no está dentro del sueño. el lenguaje lo está, sí, y también el entendimiento con el que se oye esto. ahí está la dificultad. y sí, hay un sentido en el que “tú” y “todo esto” existís en cierto modo (p. 313, 327 [p. 341, 355], y un par de capítulos sobre la percepción errónea que es el origen de la ilusión).

pero defender que de verdad existe una realidad objetiva es aferrarse a lo que la mente conoce, a lo que le resulta cómodo. esa parte la dominas, no hay peligro de que pierdas el poco o mucho equilibrio que te proporciona. el desafío es abrir los ojos a la verdad profunda, conciliarte con las palabras de ramana «lo que no está en el sueño profundo no existe»; con las de www «en realidad nada es»; con las de maharaj «date cuenta de que estás soñando un sueño al que llamas mundo»; con las de david «no hay nadie en casa, aquí no está sucediendo nada».

sí, comprendo que desde dentro del sueño estas afirmaciones sean absurdas, siguiendo el mal ejemplo que han dado los sabios de la India y de otros lugares del mundo a través de los tiempos. son simples indicadores, amigo mío, de una dirección en la que puede haber movimiento si la mente afloja su agarre; indicadores de una dirección en la que sin duda será obvio que tú no existes. sí, no hay objeto, no hay sujeto. esto no es “verdad” en un nivel y “no verdad” en otro. la insistencia en los niveles es el sueño mental de la separación, del dualismo. no hay “niveles”.

eso a lo que se llama despertar consiste en salirse del contexto en el que los “niveles” significan algo.

las palabras y los libros son inútiles: el libro está lleno de palabras utilizadas indirectamente para apuntar lejos de sí mismas, y aunque hay tres capítulos de descargo de responsabilidad al comienzo, y otras menciones a lo largo del libro, en que se subraya que nada de lo que sigue es verdad, y se te pide que no te aferres a las palabras, etc., es inevitable: la mente hace una lectura selectiva, ve declaraciones ex cátedra y repeticiones tediosas y se subleva. la tierra entera tiene este estilo de reacción. por favor, deja de leer libros. por favor, deja de creerte tus pensamientos, lo que la mente te dice. nada de ello es verdad. sigue las indicaciones en la dirección a la que tu mente se opone. “... La mente se rebelará al principio, pero a base de paciencia y perseverancia cederá y se callará.» (Maharaj). a un camello le resultaría más fácil, sí. la gracia. los tropiezos ocurren.

todo está bien, amigo mío. ¡svaha! gracias.

David